Escenas de normalidad en el primer fin de semana sin estado de alarma
Atascos a las salidas de algunas ciudades y playas llenas de sombrillas recordaron por momentos c¨®mo era la vida cuando no hab¨ªa pandemia
El s¨¢bado comenz¨® para algunos espa?oles como hac¨ªa mucho que no ocurr¨ªa: con un buen atasco para salir de la ciudad. As¨ª pas¨® al menos, durante la ma?ana, en muchas de las v¨ªas de salida de Madrid y en algunos puntos de Sevilla. En el primer fin de semana completo sin estado de alarma, muchos ciudadanos se aventuraron m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites perimetrales que tantos meses han tenido cerrados. Hubo gente que aprovech¨® para reencontrarse con la familia o volver a ver a seres queridos, otra simplemente sali¨® a hacer turismo o a tumbarse junto al mar, pues las im¨¢genes de playas llenas se repitieron por toda la costa mediterr¨¢nea. Fue un intento de experimentar otra vez c¨®mo era la vida antes del desastre del coronavirus.
Por la noche, en algunas ciudades se produjeron aglomeraciones, en especial en Barcelona, donde los Mossos d¡¯Esquadra y la Guardia Urbana desalojaron a 7.180 personas de distintas zonas de playa y otras localizaciones urbanas por beber en grupo o no llevar mascarilla. Tambi¨¦n se notificaron sanciones en Salamanca (460), Zaragoza (88) y Pamplona (42), seg¨²n ha informado la agencia Efe.
Emoci¨®n en la estaci¨®n de Atocha de Madrid
Yifang Zhao, de 28 a?os y originario de Wuhan (China), oteaba sin inmutarse el viernes desde detr¨¢s de sus gafas el ajetreo que envolv¨ªa la estaci¨®n madrile?a de Atocha en el primer fin de semana sin estado de alarma. La calma con la que se expresaba este joven empleado del sector financiero ocultaba la emoci¨®n que sent¨ªa por poder pasar el fin de semana en una casa alquilada por Airbnb junto a un grupo de amigos en Gandia (Comunidad Valenciana). Era la primera vez que sal¨ªa de la Comunidad de Madrid desde que regres¨® en diciembre de 2019 de visitar a su familia en la ciudad china que pocos d¨ªas despu¨¦s se iba a convertir en el primer foco mundial de la pandemia.
Lo m¨¢s lejos que ha ido en estos meses es a caminar por la sierra. Este fin de semana le esperaban ¡°el buen tiempo, el sol, la playa, la cerveza, las barbacoas¡ Unas vacaciones como hac¨ªa mucho tiempo que no disfrutaba¡±, comentaba con una sonrisa detr¨¢s de su mascarilla quir¨²rgica y la mano apoyada en su maleta de ruedas. En todo este tiempo ha vivido sentimientos encontrados. Por un lado, el de ver desde la distancia c¨®mo el virus se iba extendiendo por su provincia de origen, donde solo uno de sus amigos contrajo la enfermedad. Despu¨¦s, a la inversa, tratando de tranquilizar a los suyos, preocupados por el hachazo que asest¨® la covid-19 a la capital de Espa?a. ¡°Ahora all¨ª ni siquiera tienen que llevar mascarilla¡±, afirmaba consciente de que a¨²n tiene por delante un tiempo hasta que la vacuna llegue a su tramo de edad.
Agentes de Polic¨ªa Nacional patrullaban la estaci¨®n en la hora punta de la jornada. Solo el viernes partieron o llegaron a Atocha 164 trenes de los casi 2.000 que circulan por Espa?a este fin de semana, seg¨²n Adif. Sin prisa ni pausa acced¨ªa con su billete al control de seguridad Sonia Fern¨¢ndez, de 51 a?os y cocinera en un colegio de Getafe. Se dirig¨ªa a comprobar el estado de su segunda residencia, un piso en la costa valenciana al que no ha podido ir desde que se decret¨® el ¨²ltimo estado de alarma el pasado octubre. ¡°Espero que est¨¦ todo bien, relajarme y disfrutar de la playa porque he pasado mucho miedito durante la pandemia¡±, contaba. Esta mujer, que por su trabajo ha recibido ya la primera dosis de la vacuna de Moderna, era consciente tambi¨¦n de que iba a una zona con una incidencia del virus mucho m¨¢s baja que en Madrid.
Playas llenas en Andaluc¨ªa
Las altas temperaturas, que en M¨¢laga y C¨¢diz estuvieron por debajo de los 30 grados y en Sevilla llegaron a los 34, atrajeron el s¨¢bado a miles de visitantes a Andaluc¨ªa, especialmente a sus costas. En la capital de la comunidad el centro estuvo muy animado, aunque no tanto como cualquier otro fin de semana de mayo antes de la pandemia. Al sonido de la subida de persianas de las segundas residencias del viernes, C¨¢diz sum¨® este s¨¢bado una imagen de playas llenas a lo largo de toda su costa. Localidades tur¨ªsticas como Conil de la Frontera, Chiclana, El Puerto de Santa Mar¨ªa, Barbate o la propia capital vieron sus arenales llenos de gaditanos y visitantes de otros puntos de Andaluc¨ªa y Espa?a. En la provincia, al primer fin de semana sin estado de alarma se suman unas altas temperaturas que llenaron tambi¨¦n las terrazas de bares y restaurantes. En localidades como El Puerto, destino habitual de madrile?os, los establecimientos del centro estuvieron tan llenos que recordaban a los tiempos previos a la pandemia.
¡°Estamos a tope¡±, contaba Miguel Le¨®n, responsable del chiringuito La Mar Bonita, en el paseo mar¨ªtimo de Torremolinos (M¨¢laga), donde los espetos de sardinas volvieron a ser los grandes protagonistas de la jornada. Como este, el resto de establecimientos de restauraci¨®n en primera l¨ªnea de playa de la Costa del Sol vivieron una de sus primeras grandes jornadas del a?o. ¡°El fin de semana pasado ya se not¨®, ah¨ª empezamos a trabajar muy bien y este s¨¢bado se ha confirmado¡±, subrayaba Le¨®n, quien explic¨® que de lunes a jueves ¡°sigue todo muy flojo¡±. El tr¨¢fico en toda la costa aument¨® de forma significativa y encontrar un lugar donde aparcar cerca de las playas de todo el litoral malague?o, especialmente en Marbella, Estepona y Fuengirola, volvi¨® a ser una dif¨ªcil tarea.
En Sevilla, el calor fue el protagonista del primer fin de semana tras decaer el estado de alarma. Aunque no faltaron visitantes extranjeros, como Robin Gar?on y sus tres amigos que han viajado desde distintas ciudades francesas para pasar una semana en Sevilla, la ciudad estuvo tranquila. Robin y compa?¨ªa, todos en la treintena, ya salieron a cenar y tomar unas copas varios d¨ªas, pero solo hasta la medianoche, aunque no descartaban asomarse a alguna discoteca. ¡°Nos sentimos muy seguros aqu¨ª. La gente respeta las medidas y en la calle hay menos bullicio que en Par¨ªs¡±, afirmaba Gar?on mientras tomaba una cerveza en una de las muchas terrazas cercanas a la Plaza Nueva.
Una familia valenciana de comuni¨®n
Mar¨ªa, de cuarenta y tantos a?os, es valenciana, pero vive desde hace 16 a?os en Barcelona y este domingo, 16 de mayo, conseguir¨¢ por fin reunir all¨ª a su familia y a la de su marido para la comuni¨®n de su hija Paula, de ocho a?os, despu¨¦s de que haya deca¨ªdo los cierres perimetrales. ¡°Ha sido un invierno muy duro y tenemos muchas ganas de verlos a todos¡±, apunta el d¨ªa anterior a la ceremonia religiosa, prevista este domingo. Esta funcionaria de justicia, casada con un catal¨¢n, tiene, adem¨¢s de su madre, cuatro hermanos y ocho sobrinos: ¡°Era muy importante para m¨ª que estuvieran con nosotros este d¨ªa, pero hasta ¨²ltima hora no est¨¢bamos seguro de poder reunirnos¡±. Desde que el colegio les dijo en febrero que la comuni¨®n ser¨ªa en mayo han vivido dos meses de ¡°incertidumbre total¡±.
A su madre, de 80 a?os, la vio en Navidad en una escapada r¨¢pida, pero hay otros hermanos y sobrinos con los que no hab¨ªa vuelto a coincidir desde el pasado verano. Todos se volver¨¢n a ver ahora en Barcelona. Con la comuni¨®n ¡°ha sido un sinvivir porque no pod¨ªamos confirmar asistentes al restaurante y el colegio nos dijo que no se pod¨ªa retrasar la ceremonia, as¨ª que recomend¨¦ a mis familiares que reservasen habitaci¨®n en un hotel que permitiese la cancelaci¨®n gratuita para que no perdieran el dinero si la cosa se torc¨ªa¡±, explica Mar¨ªa. Es verdad que se sab¨ªa que el fin del estado de alarma llegaba el 9 de mayo, pero Mar¨ªa no se fiaba de que a ¨²ltima hora cambiasen las restricciones. Finalmente, el 7 u 8 de mayo pudo confirmar al restaurante el n¨²mero de asistentes a la comida aunque subraya que las medidas de seguridad por el coronavirus son brutales: mesas de cuatro comensales, no se puede salir del sal¨®n de banquetes y hay grupos burbuja hasta para tomar el aperitivo.
El ¨²nico respiro a este reencuentro familiar tan deseado es la relajaci¨®n del horario de la hosteler¨ªa, que se alarga hasta las seis y media de la tarde. La misa es a la una y la comida empezar¨¢ sobre las tres. ¡°As¨ª, por lo menos, nos da tiempo a comer, tomar caf¨¦ e incluso brindar porque hasta hace pocos d¨ªas el horario era mucho m¨¢s restrictivo¡±, a?ade. Al final ser¨¢n 35 personas porque su marido tambi¨¦n tiene una familia numerosa. ¡°Estamos muy contentos, a algunos no los veo desde el verano y vienen todos, todos. Bueno, menos una de mis sobrinas, que est¨¢ estudiando para los ex¨¢menes finales porque quiere entrar en Medicina y necesita una nota alta¡±.
Marisco bajo la lluvia en Lugo
La playa de A Rapadoira, en Foz (Lugo), es uno de esos lugares a los que el fin del estado de alarma ha cambiado la vida. Los restaurantes y apartamentos tur¨ªsticos con vistas al inmenso arenal volvieron a ser meca de asturianos, vascos y madrile?os, una peregrinaci¨®n que llevaba seis meses prohibida. El mal tiempo de este fin de semana mantuvo semivac¨ªo el paseo, pero hay quien no quiso esperar al sol. Fue el caso de Mar¨ªa Jes¨²s Criado, vecina de Candamo, en Asturias: ¡°He venido a abrir el piso que tengo aqu¨ª desde hace cinco a?os y que no he podido disfrutar desde noviembre¡±. Junto a ella estaba la familia Su¨¢rez, que eligi¨® este municipio de la comarca gallega de A Mari?a para su primera salida porque ¡°es tranquilo y se come muy bien¡±: ¡°Necesit¨¢bamos liberarnos¡±.
La hosteler¨ªa de Foz ha facturado desde el oto?o un 25% de lo habitual y la apertura de la frontera gallega alivia la asfixia. ?ngeles Rodr¨ªguez, que regenta el restaurante Costumes de Mar y ocho pisos tur¨ªsticos, percibe que ¡°la gente tiene ganas de salir y tambi¨¦n de gastar¡±. Sus clientes ignoran el men¨² de precio asequible y se decantan por el pescado y marisco. Cuatro de los apartamentos los tienen alquilados desde septiembre a teletrabajadores y el resto han conseguido ocuparlos este fin de semana.
Invasi¨®n de franceses en San Sebasti¨¢n
En la calle San Marcial, en pleno centro de San Sebasti¨¢n, se hablaba este s¨¢bado mucho m¨¢s en franc¨¦s que en espa?ol o en euskera. En este punto de la ciudad y su entorno, que ofrece una amplia variedad de bares y comercios, volvieron a concentrarse centenares de franceses que vienen, b¨¢sicamente, a comer jam¨®n, pinchos variados y a comprar ropa. ¡°Hasta el domingo pasado [cuando se levantaron las principales restricciones en el Pa¨ªs Vasco] llegaban contados, los que se escapaban; ahora, ya ves, son una tropa¡±, afirmaba Antonio Irigoien, camarero del Cach¨®n, un bar situado justo enfrente de la tienda de Zara que m¨¢s vende en Europa. Charles, de 28 a?os, ha venido a pasar el fin de semana acompa?ado de cinco amigos de Hossegor (a 80 kil¨®metros de La Concha): ¡°Venimos a hacer compras en grandes almacenes, comer pinchos y beber cerveza. El programa es muy f¨¢cil: comer, beber y disfrutar¡±, contaba sentado en una terraza y con la mesa repleta de raciones de croquetas, tortillas de patata y minibocadillos de jam¨®n.
Hasta el domingo pasado, el cierre perimetral de Gipuzkoa les imped¨ªa pasar la frontera para las actividades de ocio. Abierta la veda, este fin de semana volvieron a ser legi¨®n en San Sebasti¨¢n. Dominique tiene 24 a?os y mostraba una factura de 140 euros, el coste de tres bolsas repletas con varios pantalones, blusas y camisetas. Su plan acababa ah¨ª. En cambio, nueve j¨®venes recorrieron 233 kil¨®metros desde Arcachon para ¡°comer y pasarlo bien¡±, comentaba Jacques en espa?ol. Para el mediod¨ªa, ya estaban bastante animados despu¨¦s de ¡°comer varias tortillas y potear¡± por la Parte Vieja. Las ¨²nicas prendas que compraron ellos fueron unas boinas rojas con la bandera de Euskadi que luc¨ªan en la plaza de la Constituci¨®n mientras paseaban con la consumici¨®n en la mano.
Los hosteleros estaban encantados de recibir de nuevo a la colonia francesa. Seg¨²n Irigoien, son todos ¡°bienvenidos¡± porque ¡°de alguna manera est¨¢n salvando nuestros negocios. ¡°Son buenos consumidores, se portan bien y pagan mejor¡±, a?ad¨ªa este camarero. El grupo de Charles lo formaban tres parejas que se hicieron la prueba PCR tres d¨ªas antes de cruzar la frontera. ¡°Pasamos dos noches en el hotel Londres, comemos chuleta en una sidrer¨ªa y despu¨¦s, a pasarlo bien. ?Cu¨¢nto gastamos? Los chicos, 400 euros en gin-tonic; las chicas, 400 euros en ropa¡ y 400 euros en gin-tonic tambi¨¦n¡±, comentaba el joven provocando las carcajadas de sus amigos.
Pero no todos eran franceses en San Sebasti¨¢n. La familia Lafuente, por ejemplo, contrat¨® un microb¨²s para ir a pasar el d¨ªa desde Vitoria. Era 10 personas (ya no existe l¨ªmite de personas en esta comunidad, salvo en la hosteler¨ªa y el deporte) y entre ellas viajaba Rosario Lafuente, con 90 a?os cumplidos. ¡°He pasado de no salir apenas de casa durante esta pandemia a venir a San Sebasti¨¢n¡±, afirmaba rodeada de hermanos y sobrinos. En otra zona de la ciudad, Marijo y Kepa sal¨ªan del Ayuntamiento reci¨¦n casados y marchaban a pie por el Boulevard, entre enhorabuenas de los paseantes, hasta el autob¨²s que les llevar¨ªa al lugar del convite.
Con informaci¨®n de Luis de Vega, Marc Rovira, Mikel Ormaz¨¢bal, Sonia Vizoso, Cristina V¨¢zquez, Margot Molina, Nacho S¨¢nchez y Jes¨²s A. Ca?as.
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