¡°No estamos preparados para acompa?ar a la muerte¡±
Marcos Ariel Hourmann, el primer m¨¦dico condenado en Espa?a por eutanasia, celebra la ley que entra en vigor este viernes, pero recela de c¨®mo se aplicar¨¢ y teme presiones contra los m¨¦dicos
Han pasado m¨¢s de 15 a?os, pero la mochila sigue a la espalda de Marcos Ariel Hourmann (Buenos Aires, 61 a?os): es el primer m¨¦dico condenado en Espa?a por eutanasia y la etiqueta pesa. ¡°Fue un acto de amor¡±, repite una y otra vez. Por humanidad. Para terminar con el sufrimiento de una paciente terminal y de su familia, insiste. De hecho, los hijos de la enferma, de 82 a?os, nunca lo acusaron ni declararon en su contra. ¡°Solo hizo lo que le pedimos: que mi madre no sufriera¡±, relat¨® el hijo a EL PA?S en 2009, cuatro a?os despu¨¦s de la muerte de la mujer. Pero el m¨¦dico fue denunciado por los responsables del Hospital de Mora d¡¯Ebre (Tarragona) donde trabajaba y, desde aquel momento, rememora en su libro Morir viviendo, vivir muriendo, ¡°un acto de amor se transformar¨ªa en una pesadilla¡±.
Hourmann nunca lleg¨® a entrar en la c¨¢rcel: pact¨® con la Fiscal¨ªa declararse culpable para reducir la pena de prisi¨®n de 10 a un a?o ¡ªsin antecedentes, no entra en prisi¨®n¡ª y no ser inhabilitado como m¨¦dico. Durante el proceso judicial, se fue al Reino Unido, donde ejerci¨® hasta que los tabloides brit¨¢nicos descubrieron su caso y lo apodaron el Doctor Muerte. En 2010 volvi¨® definitivamente a Espa?a y hoy combina su trabajo como facultativo en el control sanitario covid del aeropuerto de El Prat y las urgencias domiciliarias en el Garraf, al sur de Barcelona, con una gira por Espa?a de su obra teatral Celebrar¨¦ mi muerte, donde se expone al veredicto que nunca recibi¨® del jurado popular.
Precisamente, la aprobaci¨®n de la ley de la eutanasia en el Congreso de los Diputados el pasado diciembre lo pill¨® actuando en Valladolid. Con el coraz¨®n en un pu?o y ¡°una felicidad contenida¡±, afirma, se subi¨® al escenario aquel d¨ªa para contar su historia otra vez mientras Espa?a daba el primer paso para despenalizar ¡ªen los casos especificados en la nueva ley¡ª el delito por el que ¨¦l fue condenado. La norma, dice, le da tranquilidad, pero tambi¨¦n lo preocupa c¨®mo la recibir¨¢ la poblaci¨®n.
Pregunta. ?C¨®mo empez¨® todo?
Respuesta. Con Carmen, una paciente que vino cuando yo estaba de guardia. Ten¨ªa varias enfermedades graves y me pidi¨® morir, no quer¨ªa sufrir m¨¢s y, mucho menos, ver sufrir a su hija. No hice caso al pedido de la madre. Intent¨¦ sacarla adelante hasta que no pude y le dije a la hija que hab¨ªa que sedarla porque la situaci¨®n m¨¦dica era irreversible. La sed¨¦ y a los 40 minutos volvi¨® a llamarme la hija, [para decirme] que no pod¨ªa aguantar m¨¢s el sufrimiento de la madre, que hiciera algo. Y ah¨ª decid¨ª cargar el cloruro pot¨¢sico y terminar con la vida de la paciente. Hice un auto de eutanasia. Escuchar el pedido de algo que era insoportable ante una situaci¨®n de incurabilidad m¨¢s que terminal. El mayor acto de amor que hice en mi vida se convirti¨® en una pesadilla, en el tsunami que arras¨® nuestras vidas.
P. ?Tuvo alguna duda antes de hacerlo?
R. No. Ni lo pens¨¦. No fue un acto premeditado. Cuando volv¨ª esa segunda vez, me encontr¨¦ con la cara de esa hija y no pens¨¦ en nada m¨¢s, ni pens¨¦ en que me iba a pasar todo lo que me pas¨®. Fue un acto humano. No hace falta sufrir ni un solo segundo m¨¢s, no hay nada que hacer.
P. ?Por qu¨¦ dej¨® constancia en el informe m¨¦dico?
R. Es consecuencia de lo que dije antes. Al poner el potasio no pensaba que estuviera cometiendo un delito. S¨¦ perfectamente que no se pone de esa manera porque si lo cargas en dosis altas y lo aplicas en bolo [una infusi¨®n directa, sin diluir], provoca la muerte instant¨¢nea. Lo hice como consecuencia de pensar que no ten¨ªa que sufrir m¨¢s. Le cargo el potasio, lo hago y lo escribo porque no considero en ning¨²n momento que tenga que esconderme, ni mentir. Estaba haciendo el mejor acto humano de mi vida y fue la condena de mi vida.
Estaba haciendo el mejor acto humano de mi vida y fue la condena de mi vidaMarcos Hourmann
P. ?Qu¨¦ recuerdo le queda de esa ¨¦poca y todo el proceso judicial que vino despu¨¦s?
R. Lo que m¨¢s me ha dolido es la injusticia de todo esto. Es injusto, aunque est¨¦ en la ley. Yo s¨¦ que comet¨ª un delito, que eso no se puede hacer, pero es injusto igual. Yo no mat¨¦ a nadie y estoy condenado como un homicida. Ese t¨ªtulo duele, es pesado. Yo nunca me he considerado eso.
P. ?Se arrepiente de haberlo hecho?
R. No me arrepiento, pero no lo volver¨ªa hacer. Eso no significa que cambiar¨ªa un pelo de lo que hice, pero si hubiera sabido que me iba a pasar todo esto, no lo habr¨ªa hecho.
P. ?Qu¨¦ se le pasa por la cabeza ahora que est¨¢ a punto de entrar en vigor una ley que despenaliza el delito por el que fue condenado?
R. Tengo muchas dudas. Veremos qu¨¦ pasa con la ley. Veremos si los m¨¦dicos damos la talla en estas circunstancias, si los objetores registrados no contagian a los que quieren hacerlo, que no pase como con la ley del aborto. Ese es mi gran interrogante. El tiempo dir¨¢ c¨®mo va a ser la aplicaci¨®n de la ley, el tiempo dir¨¢ si en un hospital, el doctor D¨ªaz hace un auto eutan¨¢sico con todas las condiciones que dice la ley, y no lo estigmatizan como el Doctor Muerte, como me llamaron a m¨ª. Hay muchos interrogantes y la aplicaci¨®n no va a ser f¨¢cil.
P. ?Ser¨¢ objetor o lo volver¨ªa a hacer con la ley?
R. Yo lo har¨ªa con la ley, por supuesto. Lo har¨ªa, aunque hay un aspecto de la ley que no me gusta: la comisi¨®n evaluadora posterior al acto eutan¨¢sico [la comisi¨®n de garant¨ªas tiene que verificar, en el plazo de dos meses, si la prestaci¨®n de ayuda a morir se hizo de acuerdo a los procedimientos de la ley]. Esto puede crear muchas dudas. ?Para qu¨¦ hay una revisi¨®n posterior? ?Qu¨¦ quieren comprobar? ?Un papelito que falt¨®? Estoy muy en contra de la comisi¨®n evaluadora despu¨¦s de que el paciente fallezca. Prefiero luchar con el paciente vivo, que es mi defensa. Pero cuando se haga el acto de ayudar a morir a esa persona, que ah¨ª termine todo.
P. ?Los profesionales est¨¢n preparados para acompa?ar a morir?
R. No, no estamos preparados para acompa?ar a la muerte. Pero no solo el mundo sanitario, sino tambi¨¦n las familias: no se habla, nadie est¨¢ preparado para enfrentar algo que es la ¨²nica verdad de esta vida. Yo estoy muy tranquilo desde la ley porque yo s¨¦ que cuando me pase algo grave, no esperar¨¦ a estar decr¨¦pito. A m¨ª la ley me da una tranquilidad, nos la da a los que opinamos que no queremos llegar hasta el final.
P. Usted habla en su libro del bien morir. ?Esta ley ayuda a eso?
R. La ley ayuda, es un primer paso para morir mejor, para los que quieren morir as¨ª. Ha costado, pero es muy positiva dentro de lo que se esperaba.
Falta que alguien escuche al paciente cuando no haya nada que hacerMarcos Hourmann
P. ?Qu¨¦ falta para que tener cubiertas todas las necesidades al final de la vida?
R. Que me importe lo que te pase a ti. Que de verdad me importe. El sistema tiene que amarte y entenderte, y no solo operarte con la mejor cirug¨ªa rob¨®tica. Falta que alguien escuche al paciente cuando no haya nada que hacer.
P. Los opositores a la ley reclaman, en lugar de esta norma, una buena ley de cuidados paliativos.
R. Los cuidados paliativos tienen una funci¨®n y no se contraponen con una ley de final de vida. Los paliativos est¨¢n para que antes del final de la vida no sufras, no tengas sintomatolog¨ªa que haga tu vida insoportable. Los paliativos van durante un tiempo en paralelo a la ley. No se contraponen, ni la inhiben, ni la inhabilitan. Tienen que ir hermanadas al final, cuando para el paciente no hay paliativos que valgan y pide morir, ah¨ª es donde la ley de eutanasia tiene que unirse y hermanarse.
P. ?Cree que habr¨¢ muchas peticiones?
R. No lo s¨¦. Pero no importa el n¨²mero: con que haya uno que la necesite, ya es suficiente.
P. ?Y objetores? ?Habr¨¢ muchos?
R. S¨ª, creo que s¨ª. Y est¨¢ bien que se respete a los objetores, pero tambi¨¦n que los que hagan eutanasias no se sientan ni culpables ni marcados dentro de la instituci¨®n. Y esto puede pasar, pero esperamos que los que respetan a los que no quieren, dejen actuar a los que s¨ª quieren.