Un abrazo, compi, amigo
Antonio Franco fue siempre un l¨ªder indiscutible, leal a los suyos, capaz de poner el alma en cuanto hac¨ªa; riguroso a la hora de contar los hechos, agudo al calificarlos

¡°Me gustar¨ªa mucho verte y no para hablar de la desdichada prensa de papel, la floja Espa?a y la tragic¨®mica Catalu?a¡±. Fue el ¨²ltimo mensaje que recib¨ª de ¨¦l hace apenas cinco meses, tras a?os de silencio. Ahora me pesa no haber cumplido mi compromiso de visitarle en Barcelona antes de que el c¨¢ncer le venciera definitivamente.
Conoc¨ª a Antonio en una entrevista para el dominical de El Peri¨®dico. Ya en aquella conversaci¨®n descubr¨ª que ambos particip¨¢bamos de una misma concepci¨®n del periodismo. Cuando decidimos lanzar la edici¨®n catalana de EL PA?S quedamos a almorzar. ?l dirig¨ªa con energ¨ªa y acierto aquel diario que hab¨ªa ayudado a fundar y me interesaba su opini¨®n al respecto m¨¢s que ninguna otra. Me aventur¨¦, sin esperanza, a sugerirle que asumiera la direcci¨®n adjunta de nuestro peri¨®dico, al frente de la edici¨®n barcelonesa. Mi sorpresa fue may¨²scula cuando acept¨® sin dudarlo, pero mayor a¨²n mi satisfacci¨®n. Los peri¨®dicos son como las orquestas sinf¨®nicas: una tarea de equipo. Un buen profesional al frente no basta para triunfar si no es capaz de comprender y coordinar a los solistas.
Antonio fue siempre un l¨ªder indiscutible, leal a los suyos, capaz de poner el alma en cuanto hac¨ªa; riguroso a la hora de contar los hechos, agudo al calificarlos, mordaz cuando hac¨ªa falta; independiente hasta la m¨¦dula. Aprend¨ª mucho de ¨¦l mientras trabajamos juntos, pero tambi¨¦n despu¨¦s. Habl¨¢bamos de Catalu?a de manera incesante. ¡°En Madrid no os dais cuenta de que los catalanes tenemos una especie de faro a?adido en nuestra manera de ver las cosas, por eso os equivoc¨¢is tantas veces al juzgarnos¡±, me dijo un d¨ªa. ¡°Tienes raz¨®n -le contest¨¦- pero no olvid¨¦is tampoco que las miradas hacia Catalu?a desde Madrid son igualmente diferentes. Procurad tambi¨¦n comprenderlas antes que combatirlas¡±.
Fruto de sus ense?anzas alcanzamos a tener una visi¨®n com¨²n. Dese¨¢bamos una Espa?a federal como respuesta a los problemas territoriales del pa¨ªs. Propugnamos la bicapitalidad entre Barcelona y Madrid a fin de promover el desarrollo y la igualdad entre espa?oles. Y quiz¨¢s llegamos a creer que los Juegos del 92 nos dieron la raz¨®n. En abril de 1988 abandon¨® nuestro diario para hacerse cargo nuevamente de El Peri¨®dico. Pocos meses despu¨¦s yo dej¨¦ de dirigir EL PA?S para incorporarme al frente de la empresa. Fueron seis a?os de intensa convivencia, de complicidad y de sue?os. Naturalmente tuvimos controversias, las m¨¢s de las veces menores. Se me quej¨® un d¨ªa, en nombre de su equipo, por la publicaci¨®n de una fotograf¨ªa irreverente y hasta denigrante de Pujol. ¡°?No os dais cuenta de que para muchos catalanes el presidente de la Generalitat es como el rey para los espa?oles?¡± Sobre la organizaci¨®n y estructura del trabajo solo recuerdo una leve discrepancia por la creaci¨®n del Defensor del Lector. Estimaba, como otros mandos de la redacci¨®n, que defensores del lector ¨¦ramos todos. La discusi¨®n dur¨® poco y termin¨® siendo el m¨¢s ferviente colaborador de la nueva figura.
Maestro de nuestra profesi¨®n, lo fue mucho m¨¢s de la vida. Desbordante de humanidad y de afectos, guardo como una reliquia su ¨²ltimo correo: ¡°Nunca podr¨¦ olvidar que estuvimos juntos en el mejor momento del periodismo de papel y muchas toneladas de ilusiones sobre cosas que en algunos casos salieron bien. Compi, te mando un abrazo de verdad¡±.
Otro muy fuerte para ti, donde quiera que est¨¦s. Para Myl¨¨ne y todos los tuyos.
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