La sala de mandos de la Iglesia contra los abusos sexuales
La Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, ¨®rgano vaticano encargado de supervisar y revisar los procesos de abusos a menores, afronta un periodo de cambios crucial para controlar las investigaciones mundiales
En el viejo Palacio del Santo Oficio, antigua sala de mandos donde la Inquisici¨®n juzgaba y castigaba los pecados de herejes de todo pelaje ¨Dtodav¨ªa se conservan algunos de los artilugios para la tortura y un viejo calabozo¨D, tiene hoy sus oficinas la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe (CDF). Este organismo era hasta ahora el m¨¢s importante jer¨¢rquicamente de la Santa Sede, tanto que en 1965 fue conocido como La Suprema y su prefecto era el propio Pont¨ªfice. Pero la reforma de la Curia que tiene en mente el papa Francisco ¨Dque pondr¨ªa en primer lugar el nuevo gran ministerio de Evangelizaci¨®n¨D y un lento proceso de reestructuraci¨®n, la sit¨²an ahora mismo en un momento de cambio particular. Justo cuando la investigaci¨®n de los abusos a menores por parte del clero est¨¢ adquiriendo m¨¢s relevancia en todo el mundo y se necesitar¨¢ una respuesta m¨¢s din¨¢mica desde Roma. Un momento en que la CDF deber¨¢ decidir si potencia su naturaleza de tribunal o su vertiente teol¨®gica.
Cada viernes por la ma?ana un grupo altos cargos de la CDF se sienta alrededor de la mesa de juntas y debate los casos de abusos que han llegado a Roma. La reuni¨®n de ese d¨ªa es crucial para determinar lo que se est¨¢ haciendo bien o mal en las instancias inferiores (las di¨®cesis de cada pa¨ªs) y para encarrilar procesos o recursos que llegan a Roma. Las decisiones que se toman marcan el nivel de transparencia, disciplina y de castigo de la Iglesia universal en un tema que determinar¨¢ su credibilidad en las pr¨®ximas d¨¦cadas. Pero ni la Iglesia es una organizaci¨®n piramidal ni este dicasterio tiene, a veces, m¨¢s poder que un obispo de provincia. De ah¨ª que tantas veces se cree la sensaci¨®n de que no se acatan las decisiones tomadas en Roma.
La respuesta a este problema es antigua y forma parte del secreto de la longevidad de esta instituci¨®n, tal y como se?ala un alto cargo de la curia. ¡°La Iglesia est¨¢ estructurada como un colegio apost¨®lico. Es decir, como Pedro y los 11 ap¨®stoles. Los obispos son los sucesores de los ap¨®stoles y el obispo de Roma ¨Del Papa¨D es el de Pedro. Todos tienen potestad plena en sus di¨®cesis. Est¨¢n tutelados y acompa?ados por Pedro, pero no se pueden imponer las decisiones. No son sus vicarios, no tienen potestad delegada. Tienen potestad propia. Lo que puede hacer la curia es ayudar al Papa en esa vigilancia, pero no se pueden imponer. No es una estructura de este tipo. Luego ellos pueden hacer caso, no hacerlo¡ Y lo mismo pasa en las conferencias episcopales. Quien tiene la responsabilidad son los obispos¡±, aclara. Una estructura de este tipo tiene ventajas: permite sobrevivir muchos a?os evitando choques frontales. Pero tambi¨¦n genera situaciones en las que la responsabilidad particular queda diluida. Como en el problema de los abusos.
La CDF se ocupa de los asuntos doctrinales y los delitos contra la fe. Pero, fundamentalmente, eval¨²a los cr¨ªmenes de abusos a menores o a adultos con uso deficiente de la raz¨®n habitual con un equipo de una veintena de oficiales repartidos por zonas geogr¨¢ficas y lenguas: dos espa?oles, dos latinoamericanos (un argentino y un mexicano), dos estadounidenses, un franc¨¦s, tres italianos, tres polacos, dos indios, dos alemanes o un austriaco. Solo se hace en segunda y tercera instancia. Es decir, la primera investigaci¨®n se hace en las di¨®cesis correspondientes y el Vaticano supervisa que se haya hecho bien luego o juzga los recursos que pueda haber. Se respeta el principio de subsidiariedad siempre, seg¨²n el cual si se puede hacer en instancias inferiores, el Vaticano no entra. Solo en algunos casos que el propio Papa ordena ¨Del de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, en M¨¦xico o los casos de Chile¨D la Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe toma las riendas del proceso, llegando a desplazar a un equipo.
Las costuras del viejo Santo Oficio, en un momento crucial, comienzan a apretar al sistema. El prefecto del dicasterio, el jesuita espa?ol, Luis Ladaria, tiene 78 a?os y un perfil quiz¨¢ m¨¢s teol¨®gico que jur¨ªdico. El mallorqu¨ªn, adem¨¢s, fue acusado en 2018 de intentar silenciar dos casos de abusos para ¡°evitar un esc¨¢ndalo p¨²blico¡±, tal y como ¨¦l mismo escribi¨® en sendas cartas en los casos que afectaban a un cura franc¨¦s y a un italiano (esta semana el peri¨®dico italiano Domani ha desempolvado la historia). El tribunal de Lyon, en el primero, pidi¨® que Ladaria declarase en el juicio contra el cardenal Philippe Barbarin, acusado de encubrir abusos del sacerdote depredador Bernard Preynat, finalmente condenado a seis meses de c¨¢rcel. El Vaticano, sin embargo, evit¨® que el cardenal espa?ol declarase invocando su inmunidad diplom¨¢tica. La jugada no le dej¨® en muy buen lugar, pero Ladaria goza de la confianza del Papa, que se re¨²ne con ¨¦l peri¨®dicamente.
La estructura por debajo del prefecto deber¨ªa apoyarse en el secretario del dicasterio. Pero Giacomo Morandi, el ¨²ltimo que ejerci¨® esa funci¨®n, fue apartado por Francisco hace dos meses ¨Dlo mand¨® a la di¨®cesis de Reggio Emilia-Guastalla, en la regi¨®n italiana de la Emilia-Roma?a, al norte del pa¨ªs¨D y todav¨ªa no ha sido sustituido. Su papel es crucial en la organizaci¨®n de la Congregaci¨®n, pero hubo algunos incidentes que pusieron en aprietos la visi¨®n p¨²blica del Pont¨ªfice respecto a la acogida de los homosexuales en la Iglesia cat¨®lica (Morandi public¨® un documento oficial en el que negaba la bendici¨®n a las parejas gais en plena apertura de Francisco a esa realidad). Por debajo se encuentran dos secretarios adjuntos: el estadounidense Joseph Augustine Di Noia y el malt¨¦s Charles Scicluna. Este ¨²ltimo, conocido como el cazador de pederastas, es un uno de los m¨¢ximos expertos de la Iglesia en la investigaci¨®n procesos contra abusadores y lider¨® los casos de Maciel y de la Iglesia chilena.
Scicluna, sin embargo, tiene adem¨¢s gran conocimiento doctrinal y apoy¨® al Papa cuando arreciaron las cr¨ªticas por la Exhortaci¨®n Apost¨®lica Amoris Laetitia (que abr¨ªa la puerta de la comuni¨®n a divorciados) y la Congregaci¨®n por la Doctrina de la Fe, con Ladaria y Morandi a la cabeza, se puso de perfil. Scicluna, fundamental tambi¨¦n en la investigaci¨®n sobre el cardenal Theodore McCarrick que salpic¨® en un primer momento a Francisco y en el ¨¦xito de la cumbre sinodal dedicada a los abusos en 2019, podr¨ªa ser una pieza crucial en el futuro de la Congregaci¨®n. Hoy, sin embargo, vive en Malta, de donde es arzobispo (el Papa visitar¨¢ el pa¨ªs a comienzos de abril). Las reformas en este departamento ser¨¢n cruciales para afrontar la cuesti¨®n en los pr¨®ximos a?os.
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.