El Me Too de la pederastia en la Iglesia: empiezan a aflorar testimonios de personajes p¨²blicos
Cada vez m¨¢s personas dan el paso motivadas por el relato de otras v¨ªctimas. ¡°Esta ola de casos me ha empujado. Nunca me habr¨ªa atrevido¡±, cuenta el periodista Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez Soler
Muchas de las v¨ªctimas de la pederastia en la Iglesia no ten¨ªan manera de saber si lo que sufrieron de ni?os eran episodios puntuales o parte de un patr¨®n repetido en colegios y parroquias de Espa?a. Compartir momentos tan dolorosos es dificil¨ªsimo. Han comprendido que el escenario era el segundo, que no pasaba solo en su colegio, cuando muchas de estas v¨ªctimas han contado sus historias, como las 251 que EL PA?S ha recopilado en los ¨²ltimos a?os y que han motivado que el Vaticano abra una investigaci¨®n. Esos relatos empujan a otras personas en la misma situaci¨®n, una ola que ha tomado fuerza en las ¨²ltimas semanas y que recuerda al Me Too, el grito feminista que quebr¨® en 2017 el silencio en torno a las agresiones, el abuso y el acoso sexual a mujeres cometido por hombres en posici¨®n de poder.
¡°Ten¨ªa ocho o nueve a?os [en 1955 o 1956] y llevaba poco tiempo en el colegio. Yo confiaba en ¨¦l¡±, contaba esta semana en La Voz de Almer¨ªa el periodista Jos¨¦ Antonio Mart¨ªnez Soler, sobre lo que le sucedi¨® en el colegio La Salle de Almer¨ªa. El p¨¢rroco que abus¨® de ¨¦l era el hermano Jos¨¦. ¡°Conmigo se mostraba simp¨¢tico y generoso. Me daba caramelos y vales de buen comportamiento para mejorar mis notas o aliviar los castigos. En un momento, pas¨® de acariciarme el cuello y la cara a mis muslos. Yo vest¨ªa pantal¨®n corto. Enrojec¨ª de verg¨¹enza y de impotencia. Me qued¨¦ paralizado. ?l apestaba a sudor seco. Su respiraci¨®n se aceleraba. No pude o no supe reaccionar hasta que me abraz¨® e intent¨® acariciarme el pito. O sea, hacerme una paja. Lleg¨® a tocarlo. Aturdido, salt¨¦ de sus rodillas, a punto estuve de caerme rodando por el suelo, y sal¨ª corriendo, espantado, de aquel despacho/mazmorra¡±.
La pederastia en la Iglesia se ha convertido en las ¨²ltimas semanas en uno de los principales sujetos de la conversaci¨®n pol¨ªtica en Espa?a, lo que est¨¢ ayudando a que muchas personas, como Mart¨ªnez Soler, compartan el relato de los abusos que sufrieron. Buena parte de este impulso se debe a la investigaci¨®n abierta por la Santa Sede a partir del dosier de EL PA?S. Desde entonces se han empezado a mover los poderes p¨²blicos: la Fiscal¨ªa General del Estado ha pedido a las fiscal¨ªas auton¨®micas que recopilen todos los casos de abusos en la Iglesia y el Gobierno est¨¢ buscando la f¨®rmula para articular una investigaci¨®n independiente. El presidente del Ejecutivo apuesta por que el Defensor del Pueblo lidere la iniciativa.
Mart¨ªnez Soler explica por tel¨¦fono a EL PA?S que el revuelo en torno a los abusos en la Iglesia en las ¨²ltimas semanas le ha animado a contar su experiencia p¨²blicamente por primera vez. ¡°Esta ola de casos me ha empujado. Si no es por los primeros, que lo han contado con mucha valent¨ªa, nunca me habr¨ªa atrevido. Yo soy m¨¢s cobarde, pero siento una atm¨®sfera de esperanza, un empe?o de que se persiga a los abusadores y que nunca se repita esto¡±, explica, a sus 75 a?os. Uno de los casos que m¨¢s le han impresionado y que ha ayudado a que cuente p¨²blicamente lo que le pas¨® es el del escritor Alejandro Palomas, tambi¨¦n alumno de otro colegio de La Salle: ¡°Desde febrero de 1975 hasta las Navidades de 1976, sufr¨ª abusos por parte del hermano L.¡±, cont¨® la semana pasada.
Una portavoz de La Salle explica que, ya que el periodista ha preferido no interponer una denuncia, han puesto en marcha una investigaci¨®n interna bas¨¢ndose en lo que ha contado Mart¨ªnez Soler. Preguntada por la posibilidad de que esta investigaci¨®n se ponga en contacto con otros antiguos alumnos coet¨¢neos para saber si sufrieron lo mismo, la portavoz explica que la instituci¨®n ¡°se ci?e¡± a lo que cont¨® el periodista y que ¡°abren las puertas¡± a que otras personas aporten su testimonio. La Salle acumula un total de 26 acusados y al menos 60 v¨ªctimas en 27 de los 115 colegios que la orden tiene en Espa?a, seg¨²n la contabilidad de este peri¨®dico, la ¨²nica existente en Espa?a ante la ausencia de datos oficiales o de la Iglesia.
Mart¨ªnez Soler es un referente period¨ªstico en Espa?a: fund¨® 20 minutos y fue redactor jefe de EL PA?S y Cambio16. Sus investigaciones sobre la c¨²pula de la Guardia Civil en la revista El Dobl¨®n, en la Transici¨®n, le costaron un secuestro en 1976. ¡°Mi mujer es de Boston (Estados Unidos) y es periodista, as¨ª que conoc¨ªa de primera mano la investigaci¨®n de The Boston Globe¡±. Este medio de comunicaci¨®n destap¨® la red de abusos en la Iglesia cat¨®lica de EE UU, una investigaci¨®n que ilustr¨® en 2015 la pel¨ªcula Spotlight. ¡°Siempre me dec¨ªa que ten¨ªa que contar lo que sufr¨ª, que si estaba pasando en Estados Unidos o en Irlanda seguro que tambi¨¦n suced¨ªa en Espa?a. Ten¨ªa raz¨®n¡±.
Almer¨ªa, la provincia en la que sufri¨® los abusos Mart¨ªnez Soler, era una de las ¨²nicas tres en las que EL PA?S a¨²n no ha encontrado casos de pederastia en la Iglesia. Las otras dos son Soria y Guadalajara. ¡°Pues s¨ª hubo, y muchos. Al compartir esta historia en Facebook varios compa?eros de mi curso han contestado con sus experiencias en primera persona. Otros cuentan que conocen a personas traumatizadas por estos comportamientos¡±. ¡°El problema¡±, contin¨²a el periodista, ¡°es que hemos estado 40 a?os bajo un r¨¦gimen nacional cat¨®lico en que Iglesia era un pilar. Si denunciabas a la Iglesia tus padres pod¨ªan quedarse sin trabajo, si no les pasaba algo peor. El miedo habitaba entre nosotros, no solo por los abusos. Se impon¨ªa una omert¨¢ total¡±, a?ade Mart¨ªnez Soler.
Ese clima es el mismo al que alude Juan Clavero, activista medioambiental muy reconocido en C¨¢diz por su papel en Ecologistas en Acci¨®n. El 29 de enero cont¨® en Diario de C¨¢diz los episodios de abusos que conoci¨® en la d¨¦cada de los setenta en su centro educativo jesuita de Sevilla, el Colegio Inmaculado Coraz¨®n de Mar¨ªa, Portaceli: ¡°Lo peor era la impunidad con que algunos jesuitas abusaban sexualmente de los alumnos. Yo no los sufr¨ª, ellos escog¨ªan a sus v¨ªctimas entre los ni?os con car¨¢cter d¨¦bil y problemas afectivos, necesitados de un amparo paternal. S¨ª sufr¨ª las confesiones de alg¨²n cura pervertido. Todos sab¨ªamos lo que pasaba¡±, escribe. Le expulsaron del centro por denunciar a los curas abusadores. ¡°Hace menos de un mes¡±, explica a EL PA?S, ¡°acced¨ª a mi expediente escolar. Alucin¨¦: no dice nada de que fuese expulsado, solo que me di de baja. Mi padre, que era un cat¨®lico ferviente, crey¨® a los curas y pr¨¢cticamente me repudi¨®¡±.
En la otra punta de Espa?a, en Santiago de Compostela, estudi¨® el periodista Gonzalo Cortizo. ¡°Escuch¨¦ en la SER que hablaban de un tal J.B. [tambi¨¦n incluido en el dosier de este peri¨®dico] que hab¨ªa abusado de varios alumnos en el colegio La Salle de Santiago. Supe inmediatamente qui¨¦n era. Me hab¨ªa dado clase¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica. Este martes public¨® en elDiario.es un texto en primera persona en el que identifica al supuesto abusador, con el que coincidi¨® en los ochenta: ¡°Yo lo reconozco al instante. Joaqu¨ªn Berruguete, el hermano Berruguete. Es jefe de estudios, profesor de F¨ªsica y Qu¨ªmica, aficionado a tocar a los alumnos por debajo de la ropa. Un personaje violento que te pod¨ªa hacer sangrar de un pu?etazo si no entend¨ªas un c¨®digo loco, que casi ninguno entend¨ªamos. Lo que hac¨ªa aquel cura siempre empezaba como una broma y acababa mal. Nosotros no ten¨ªamos cultura sobre abusos pero tampoco ¨¦ramos gilipollas. Aquello formaba parte de un sistema y este es, quiz¨¢s, el aspecto m¨¢s importante de todo: no eran hechos aislados, otros profesores hac¨ªan cosas parecidas. Yo, salvo que mi memoria me haya traicionado para cuidarme, fui de los que se salv¨®¡±.
El nuevo empuje al debate sobre los abusos est¨¢ ayudando a que afloren cada vez m¨¢s denuncias [que este peri¨®dico sigue recibiendo en el correo abusos@elpais.es]. Sin embargo, antes otras muchas personas han ayudado a visibilizar la pederastia en la Iglesia compartiendo sus relatos oscuros del pasado. Por ejemplo, el premio Nobel Mario Vargas Llosa lo revel¨® en su obra El pez en el agua (primera edici¨®n en Planeta, 1993) y lo detall¨® en una entrevista en septiembre de 2021: ¡°Me distanci¨¦ por completo de la religi¨®n, pero chicos de mi barrio no se recuperaron nunca¡±. El director de cine Pedro Almod¨®var cont¨® en otra entrevista en 2019 que un sacerdote hab¨ªa intentado abusar de ¨¦l: ¡°Recuerdo al menos 20 ni?os internos que fueron acosados. Tambi¨¦n lo intentaron conmigo, pero siempre logr¨¦ escaparme. Hab¨ªa un sacerdote que siempre me pon¨ªa la mano en el patio para que se la besase. Nunca lo hice. Siempre hu¨ªa. Ten¨ªamos mucho miedo¡±. El artista y colaborador televisivo Enrique del Pozo sufri¨® abusos cuando ten¨ªa 11 a?os: ¡°Recordarlo me produce una especie de nudo en el est¨®mago¡±.
Todos estos testimonios son de hombres, pero las mujeres tambi¨¦n sufren la pederastia en la iglesia: representan un 14,6% de las v¨ªctimas del dosier que EL PA?S ha entregado al Vaticano.
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
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