El ¡®caso mascarillas¡¯, versi¨®n Estados Unidos
El libro de investigaci¨®n period¨ªstica ¡®Pandemic, Inc.¡¯ detalla c¨®mo mercenarios avariciosos estafaron a los estadounidenses de forma parecida a los casos que est¨¢n siendo desvelados en Espa?a
En los primeros d¨ªas de la pandemia, Robert Stewart Jr. gan¨® dos contratos a dedo para el suministro de mascarillas al Gobierno estadounidense a cambio de 38 millones de d¨®lares. No ten¨ªa ninguna experiencia en el mercado sanitario, pero s¨ª reun¨ªa lo que era necesario por entonces para hacerse con una adjudicaci¨®n millonaria: la direcci¨®n de correo de un empleado del Gobierno y una sociedad registrada. Stewart Jr., de 33 a?os, era el due?o y presidente de Federal Government Experts (FGE) LLC., un nombre pretencioso para una empresa fantasma. Para desgracia de Stewart Jr., sus contratos no iban a pasar desapercibidos. Un periodista de investigaci¨®n de la organizaci¨®n ProPublica, J. David McSwane, sospech¨® cuando los detect¨® en una enorme base de datos gubernamental donde aparec¨ªan las compras de emergencia con motivo de la crisis del coronavirus. Agarr¨® el tel¨¦fono y llam¨® a Stewart Jr., quien estaba en Washington, prepar¨¢ndose para montarse en un jet privado con destino a Chicago, donde supuestamente iba a recibir seis millones de mascarillas. El periodista le pregunt¨® si pod¨ªa acompa?arle y el contratista acept¨®. Era una oportunidad que un buen reportero no pod¨ªa desperdiciar.
McSwane vol¨® con Stewart Jr. el 26 de abril de 2020 y fue testigo directo de un delito de fraude que ha narrado en el libro reci¨¦n publicado Pandemic, Inc., (editorial Atria), junto a otros abusos en las compras durante la pandemia. El periodista de ProPublica cuenta c¨®mo ¡°persigui¨® a los capitalistas y ladrones que se hicieron ricos mientras nos enferm¨¢bamos¡±. A los lectores espa?oles su descripci¨®n de los sucesos en EE UU les evocar¨¢ muchos paralelismos con la situaci¨®n vivida en Espa?a, donde ahora transcurren m¨²ltiples investigaciones que han puesto de relieve el descontrol en las compras y la avaricia de mercenarios que se presentaban como salvadores, pero en realidad buscaban dar el pelotazo de sus vidas.
Stewart Jr. hab¨ªa enga?ado al Gobierno estadounidense. No ten¨ªa mascarillas ni capacidad para obtenerlas. Subidos al avi¨®n, mientras sobrevolaban un pa¨ªs en estado cr¨ªtico, reconoci¨® al periodista que era un ¡°milagro¡± que dos agencias federales le hubieran adjudicado contratos a alguien como ¨¦l y que esperaba no ir a la c¨¢rcel. Estaba desesperado contactando con intermediarios que dec¨ªan saber c¨®mo obtener los cubrebocas a cambio de onerosas comisiones. En pleno vuelo, Stewart Jr. abri¨® una Biblia y ley¨® el vers¨ªculo que pensaba era una analog¨ªa perfecta para su situaci¨®n, Josu¨¦ 24:15: ¡°En cuanto a m¨ª y a mi familia, serviremos al Se?or¡±. El reportero que le acompa?aba cuenta en el libro que si ¨¦l hubiera podido escoger, habr¨ªa optado por otro pasaje, Proverbios 13:16: ¡°El sabio piensa bien lo que hace; el tonto deja ver su estupidez¡±. Un a?o m¨¢s tarde, McSwane se cruz¨® de nuevo con Stewart Jr. en una corte de justicia, donde el joven contratista fue sentenciado a 21 meses de c¨¢rcel por mentir al Gobierno para conseguir los millonarios contratos y otros dos fraudes a agencias federales.
En una entrevista telef¨®nica con EL PA?S, McSwane se muestra sorprendido por el inter¨¦s que ha despertado su libro en Europa, ya que solo habla de casos estadounidenses, aunque a?ade que es consciente de que la crisis del coronavirus abri¨® una oportunidad para estafadores de todo el mundo.
Pregunta. ?Ha habido consecuencias pol¨ªticas o judiciales para los pol¨ªticos de EE UU que despilfarraron dinero p¨²blico o cometieron tr¨¢fico de influencias?
Respuesta. No, que yo sepa. Estoy seguro de que ha pasado a nivel de ciudades y estados, pero en el ¨¢mbito nacional no las ha habido, porque tenemos un sistema de responsabilidades pol¨ªticas muy d¨¦bil. El Congreso est¨¢ llevando a cabo una investigaci¨®n desde abril de 2020 cuando surgieron las primeras indicaciones de irregularidades cometidas por el Gobierno de (el expresidente Donald) Trump. Ese subcomit¨¦ liderado por congresistas dem¨®cratas se ha basado en gran parte en reportajes period¨ªsticos como los nuestros. Han obtenido documentos y han reunido los elementos para armar una acusaci¨®n, pero eso no se ha traducido en procesos criminales.
P. Pero en el libro describe evidencias muy claras de que hubo tr¨¢fico de influencias de importantes figuras en el Gobierno de Trump como el asesor de comercio, Peter Navarro, o el yerno del presidente, Jared Kushner.
R. Sin duda hay pruebas de tr¨¢fico de influencias como documentos oficiales o correspondencia de correos electr¨®nicos. Pas¨® a nivel nacional y en otras administraciones menores. Navarro asign¨® contratos a dedo a empresas cercanas salt¨¢ndose la ley. Actuaron como si no pudieran sufrir consecuencias y no s¨¦ si las habr¨¢, m¨¢s all¨¢ de la investigaci¨®n en el Congreso.
P. ?Cu¨¢ntos contratistas e intermediarios de mascarillas han sido condenados?
R. Ha habido unos cuantos que han sido imputados y unos cuantos han ido a la c¨¢rcel. Lo que me he encontrado es que los contratistas de mascarillas era la gente m¨¢s descarada. Era muy f¨¢cil que se salieran con la suya porque est¨¢bamos tan poco preparados por la falta de material de protecci¨®n que mucha gente se aprovech¨®. Todo fue un proceso desordenado y eso har¨¢ muy dif¨ªcil exigir responsabilidades.
P. ?C¨®mo se decide en EE UU que una comisi¨®n es excesiva?
R. Esa es una pregunta complicada porque depende de cada estado y cada uno tiene leyes distintas que castigan la especulaci¨®n en tiempos de emergencia (price gouging). No hay una definici¨®n a nivel federal, por lo tanto deber¨ªa examinarse la conducta de estos comisionistas desde el punto de vista estatal y son los fiscales generales de cada estado los encargados de perseguir estos delitos. Para complicarlo todo, tenemos que tener en cuenta que los precios se dispararon por la demanda de ciudades, estados y el Gobierno federal compitiendo por hacerse con los mismos suministros. As¨ª que es realmente dif¨ªcil determinar el l¨ªmite entre el precio normal del mercado y la especulaci¨®n punible. Parte de mi argumento en el libro es que el Gobierno federal habr¨ªa evitado ese descontrol si hubiera sido previsor en enero de 2020 empleando las leyes vigentes para exigir la producci¨®n de mascarillas a la industria nacional, a empresas como 3M o Honeywell. Pero esa intervenci¨®n gubernamental es abominable para la sensibilidad estadounidense y en su lugar, el Gobierno se apoy¨® en el libre mercado, lo que nos dej¨® a merced de los oportunistas.
P. Aqu¨ª en Espa?a, sin embargo, no tenemos grandes fabricantes, as¨ª que nuestra ¨²nica opci¨®n fue recurrir a contratistas para que compraran en China, como tambi¨¦n acab¨® haciendo EEUU.
R. Hace tiempo que nosotros tambi¨¦n dejamos de fabricar la mayor¨ªa de productos esenciales para comprarlos en China o M¨¦xico, pero nosotros s¨ª conservamos fabricaci¨®n nacional de mascarillas. Si hubi¨¦ramos actuado a tiempo, habr¨ªamos conseguido todo lo que necesit¨¢bamos, pero acabamos dependiendo de China porque no nos tomamos el virus en serio. De hecho, China compr¨® nuestro material a comienzos de 2020. No tenemos excusa porque vimos la ola que afect¨® a Italia y no reaccionamos. Deber¨ªamos haber estado mejor preparados que el resto.
P. ?C¨®mo entr¨® en contacto gente sin experiencia con los encargados de compras p¨²blicas?
R. Ser contratista del Gobierno aqu¨ª es un gran negocio. Nos encanta externalizar cosas y s¨¦ que eso pasa en otros pa¨ªses, pero nuestro aparato era enorme y preexistente. Tenemos portales online donde las empresas pueden hacer ofertas, pero alguna gente astuta se dio cuenta de que en lugar de ir por el canal oficial, pod¨ªan conectar directamente con las agencias gubernamentales o en algunos casos a los pol¨ªticos.
P. Menciona el caso de un tuitero con 75 seguidores que le hizo una propuesta a Trump en esa red social y recibi¨® un contrato. Trump hab¨ªa escrito un tuit acusando a Ford y General Motors: ¡°EMPEZAD A FABRICAR RESPIRADORES, YA!!!!!!¡±
R. As¨ª es. Esta persona, un ingeniero de Silicon Valley llamado Yaron Oren-Pines, respondi¨® a Trump dici¨¦ndole que ¨¦l pod¨ªa encargarse de suministrar los respiradores. Entonces el yerno del presidente, Kushner, y su equipo en la Casa Blanca de j¨®venes aficionados al capitalismo pusieron en contacto a ese tipo con el estado de Nueva York. Recibi¨® un contrato de 86 millones de d¨®lares por 1.450 respiradores, un sobreprecio de tres o cuatro veces el coste de una de estas m¨¢quinas. Ahora Nueva York le ha llevado a los tribunales porque no cumpli¨® y quieren recuperar el dinero. Creo que eso no hubiera podido pasar con otro Gobierno, pero a Trump no le importaban las reglas y ese fue su modus operandi.
P. Aborda el dilema moral al que se enfrentaban los encargados de las compras p¨²blicas. ?Podemos responsabilizarles?
R. Ten¨ªan un reto dif¨ªcil y creo que por eso no han sido imputados. Est¨¢bamos tan poco preparados que no pod¨ªamos hacer nada y yo me compadezco por estos funcionarios. Si desestimaban una oferta, pod¨ªan ser acusados de no hacer lo suficiente para salvar vidas, pero si se equivocaban y daban contratos a estafadores, pod¨ªan meterse en l¨ªos y gente como yo iba a escribir sobre ellos.
P. ?Qu¨¦ lecci¨®n podemos extraer de todo este episodio?
R. Siempre va a haber codicia y especulaci¨®n. Eso es parte del comportamiento humano y por eso estamos hablando, ya que viste las mismas cosas en Espa?a, pero lo que podemos hacer es prestar atenci¨®n a las advertencias. Sab¨ªamos que esto pod¨ªa pasar. Ten¨ªamos informes cient¨ªficos y gubernamentales que advert¨ªan de que ¨ªbamos a pelearnos por las mascarillas. Deber¨ªamos asegurarnos de que la pr¨®xima vez que haya una emergencia no seremos dependientes de gente que emerge de la oscuridad, porque eso fue lo que nos ocurri¨®. Acabamos dependiendo de mercenarios para vencer al virus.
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