Sean Ryan, el juez que dirigi¨® la investigaci¨®n de la pederastia en Irlanda: ¡°Si la Iglesia espa?ola se niega a colaborar, el bochorno puede ser may¨²sculo¡±
El magistrado se?ala que el Defensor del Pueblo debe buscar una forma para llamar a declarar a los responsables de haber permitido los abusos en el clero y a?ade que su trabajo ser¨¢ ¡°complicado¡± al no tener ¡°el poder de la ley y de los tribunales¡±
El juez irland¨¦s Sean Ryan (Dubl¨ªn, 74 a?os) acude a la cita puntual. Es elegante y serio, una imagen inicial que no tarda en dejar paso a un humor ¨¢cido y peculiar. Ryan lider¨® la comisi¨®n de investigaci¨®n independiente impulsada por el Gobierno irland¨¦s que, tras 10 a?os de averiguaciones, document¨® en mayo de 2009 que miles de menores, fundamentalmente ni?os, hab¨ªan sido vulnerados sexual, psicol¨®gica y f¨ªsicamente en centros religiosos de Irlanda desde 1936. La investigaci¨®n, adem¨¢s, concluy¨® que la Iglesia irlandesa hab¨ªa tratado de esconder el esc¨¢ndalo. Esta comisi¨®n ha servido como modelo para otros pa¨ªses. Ryan, presidente de la Corte de Apelaciones de la Rep¨²blica de Irlanda (desde 2014 hasta 2018) y juez del Tribunal Supremo entre 2003 y 2014, reconoce que hoy en d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil que la Iglesia se niegue a colaborar por el cambio social que se ha producido y reconoce que el Defensor del Pueblo espa?ol lo va a tener complicado porque no tiene ¡°el poder de la ley y de los tribunales¡±.
Pregunta. Han pasado 13 a?os desde la publicaci¨®n del conocido como Informe Ryan. ?Qu¨¦ impacto ha tenido dentro y fuera de Irlanda?
Respuesta. Si le soy sincero, el d¨ªa en que publicamos el informe, me qued¨¦ muy sorprendido al ver tantas televisiones y periodistas. Nos dimos cuenta de que [el problema de los abusos] iba a ser algo muy relevante, pero en aquel momento no fuimos conscientes de cu¨¢nto.
P. En Espa?a ha habido discrepancias con el modo de realizar esta investigaci¨®n. ?Ocurri¨® lo mismo en Irlanda?
R. En Irlanda ocurrieron dos cosas. Por un lado, el Gobierno decidi¨® responder a los supervivientes de abusos y, por otro, la ciudadan¨ªa empez¨® a denunciar al Estado. Entonces, la Administraci¨®n se dio cuenta de que los tribunales pod¨ªan terminar bloqueados durante a?os, as¨ª que crearon una comisi¨®n liderada por un juez para que fallara a favor de uno u otro. La idea fue bien acogida, la mayor¨ªa se mostr¨® satisfecha. Nadie cuestion¨® el sistema elegido. Siempre cont¨® con recursos y presupuesto.
P. Al ser una investigaci¨®n liderada por un juez, ten¨ªa potestad para llamar a testificar a congregaciones y otros responsables. En Espa?a, ser¨¢ el Defensor del Pueblo el que encabezar¨¢ la comisi¨®n. ?La Iglesia acceder¨¢ a ser interrogada?
R. Al tener el poder de la ley y los tribunales, tuvimos dos cosas importantes: potestad para llamar a testigos y solicitar documentos. Es complicado si no dispones de esa opci¨®n, as¨ª que supongo que el defensor tendr¨¢ que buscar una forma para llamar a declarar a los responsables de los abusos en el clero. Si un testigo da un paso al frente y cuenta su historia, y la persona acusada de cometer esos abusos responde que no es verdad, alguien tendr¨¢ que decidir. Ah¨ª es donde entraba yo o el jurado.
P. ?Prev¨¦ entonces muchas dificultades con una comisi¨®n liderada por el Defensor del Pueblo?
R. S¨ª, creo que es complicado.
P. ?C¨®mo deber¨ªa llevarse a cabo?
R. No quiero decirle a nadie c¨®mo debe hacer su trabajo, pero s¨ª avisarle de que todo aquel que emprende una investigaci¨®n de este tipo se enfrenta a, al menos, dos problemas. El primero son los n¨²meros, el elevado n¨²mero de personas denunciantes. Hay que preguntarse, ?puedo escuchar cada uno de los casos? Nosotros decidimos que ¨ªbamos a escuchar a todos. Eso, en los tribunales es imposible de realizar. As¨ª que empezamos por reunirnos con todas las partes para conocer sus propuestas y luego convocamos una reuni¨®n p¨²blica en un hotel. Hab¨ªa cientos de personas all¨ª fuera. Les explicamos cu¨¢les eran los problemas a los que nos enfrent¨¢bamos y la propuesta que ten¨ªamos. Decidimos escoger a personas representativas de cada instituci¨®n y de la d¨¦cada en la que estuvieron estudiando all¨ª. Es decir, no todos comparecieron ante el comit¨¦ de investigaci¨®n, aunque s¨ª ante alguno de los abogados. Si este detectaba algo inusual, ese testigo tambi¨¦n comparecer¨ªa ante la comisi¨®n.
Todas las congregaciones guardan registros, informes, sobre lo que sucede en los centros, incluyendo las medidas disciplinarias a los menores¡±
P. ?Y el segundo problema?
R. La segunda gran pregunta fue: ?nombramos a los agresores? Nuestra legislaci¨®n no lo permit¨ªa y les terminamos dando pseud¨®nimos a todos, ten¨ªamos centenares de nombres aleatorios. Tambi¨¦n anunciamos esta decisi¨®n p¨²blicamente. Las v¨ªctimas quer¨ªan que se dieran a conocer los nombres, pero las personas acusadas tienen derecho a defenderse, a exigir pruebas. Adem¨¢s, debe existir un equilibrio entre la necesidad de escuchar a todos y encontrar una forma de analizar los casos y elaborar un informe. Todo esto, sabiendo que no hay investigaci¨®n perfecta, hay que aprender a vivir con ello. S¨ª, soy pragm¨¢tico [se r¨ªe]. Nosotros nombramos todo lo que ocurri¨®. Lo ¨²nico que no hicimos fue nombrar a los agresores de forma individual, pero s¨ª que avisamos de que, si eso se lo hab¨ªan hecho a un superviviente, era probable que se lo hubieran hecho a otro.
P. Hubo quien le acus¨® de pactar con la Iglesia, en concreto con la congregaci¨®n de Hermanos Cristianos, para no hacer p¨²blicos los nombres.
R. Durante la primera fase de las audiencias, la congregaci¨®n de Hermanos Cristianos anunci¨® que hab¨ªan descubierto documentos relativos al caso y que iban a presentarlos a la comisi¨®n. Algunos opinaron que solo lo hab¨ªan hecho porque la comisi¨®n hab¨ªa acordado no mencionar los nombres de los agresores, que hab¨ªamos hecho alguna especie de pacto. No lo hice. En cualquier caso, esos documentos reflejaron much¨ªsimos abusos. Desvelaron que hab¨ªa m¨¢s personas que sab¨ªan lo que hab¨ªa ocurrido y que exist¨ªan los conocidos como ¡°libros de castigo¡± donde se registraban las medidas disciplinarias. Se cre¨ªa que cada instituci¨®n ten¨ªa un libro, pero nadie sabe qu¨¦ ha sido de ellos. Encontramos uno o dos que terminaron convirti¨¦ndose en una importante prueba porque reflejaron abusos muy severos.
P. ?C¨®mo se investig¨® cada caso?
R. Todas las congregaciones guardan registros, informes, sobre lo que sucede en los centros, incluyendo las medidas disciplinarias a los menores. En uno de ellos, digamos que se menciona que un tal hermano Sean lo ha vuelto a hacer y que su traslado de un centro a otro no ha dado resultado. As¨ª que seguimos el rastro. A menos que tengamos evidencia de que ha dejado de hacerlo, se asume que el religioso sigue actuando igual. Preguntamos entonces a los denunciantes: confirman la informaci¨®n, vale. Sin embargo, la congregaci¨®n alega que no hay pruebas reales de lo ocurrido. Vale, acepto que no hay un v¨ªdeo del hermano vulnerando a un menor, pero tenemos al hombre, el informe y los testimonios. As¨ª que concluimos que este hombre cometi¨® determinados abusos.
P. Su investigaci¨®n dur¨® cerca de 10 a?os. ?Considera necesario fijar un tiempo m¨¢ximo para la realizaci¨®n de la espa?ola?
R. No puedes limitar el tiempo porque dependiendo del n¨²mero de denunciantes, no va a funcionar. Adem¨¢s, hay que tener en cuenta que, si se decide nombrar a los agresores, tienes que garantizar su derecho a defensa. Es el cuento de nunca acabar. Por otra parte, tendr¨ªas much¨ªsimos veredictos no culpables porque los denunciantes pueden cometer errores al recordar lo sucedido. Por ejemplo, en fechas o localizaciones.
P. ?Cree que la investigaci¨®n llevada a cabo por EL PA?S y su base de datos ser¨¢ clave para la del Defensor del Pueblo o deber¨¢ obtenerlos directamente de la Iglesia?
R. No puedo decirle al Defensor c¨®mo hacer su trabajo, pero si yo fuera ¨¦l, lo primero que har¨ªa es ir a la congregaci¨®n y preguntarle: ?Puedo tener acceso a tus registros? ?No? Vale, pues voy al Vaticano. De nuevo, ?pueden darme acceso a esos archivos? Y si se niegan porque es una instituci¨®n no gubernamental, denunciar p¨²blicamente que se est¨¢ encubriendo un delito, m¨¢s si cabe cuando el Papa ya ha manifestado que las di¨®cesis deben ayudar a esclarecer estos delitos. Adem¨¢s, si se publica en alg¨²n medio, la negativa de la Iglesia a colaborar, ser¨¢ cada vez m¨¢s vergonzoso para la instituci¨®n. En estos momentos es ya muy dif¨ªcil que se nieguen, tanto la Iglesia como otras grandes organizaciones o congregaciones por el cambio social que se ha generado. Si la Iglesia se niega a colaborar y el Defensor del Pueblo se rodea de buenos abogados y periodistas, el bochorno puede ser may¨²sculo.
P. ?C¨®mo debe lidiar el Defensor del Pueblo con la Iglesia?
R. Estamos pensando en una situaci¨®n en la que un obispo te puede plantear, oye, ?por qu¨¦ te centras en un abuso cometido por curas, monjas o laicos cuando el abuso est¨¢ tan extendido en la sociedad? Bueno, pues le dir¨ªa, punto uno, mi trabajo es investigar el abuso cometido en el seno de la iglesia, no el resto. Punto dos, ?est¨¢s defendiendo el abuso?, ?c¨®mo puede alguien negarse a colaborar en el esclarecimiento de un abuso que sabe que ocurri¨®? Al final, aunque es dif¨ªcil, habr¨¢ una grieta en el sistema, un peque?o agujero, y se encontrar¨¢ algo. Siempre aflora alguna historia porque es dif¨ªcil suprimirlas todas completamente.
Si conoce un caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos a abusos@elpais.es
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