El Patriarca: d¨¦cadas de abusos sexuales en la gran entidad de ayuda a toxic¨®manos
Cinco v¨ªctimas y dos exdirectivos de la que fue la mayor organizaci¨®n para tratar a drogodependientes relatan por primera vez las agresiones del fundador. ¡°Hay centenares de casos desconocidos¡±, coinciden
La valenciana C. B. ten¨ªa cuatro a?os cuando desembarc¨® por primera vez en un centro de El Patriarca en Toulouse (Francia). Corr¨ªa 1984 y C. B. se zambull¨® de lleno en la que entonces era la principal organizaci¨®n de rehabilitaci¨®n de toxic¨®manos del mundo. Ten¨ªa 350 sedes en 18 pa¨ªses. Aterriz¨® en esta comunidad de inmaculada reputaci¨®n un a?o despu¨¦s de que ingresaran sus padres para transitar el camino de desengancharse de la hero¨ªna, y permaneci¨® hasta 1998. ¡°Sufr¨ª abusos decenas de veces entre los 12 y 16 a?os. Hay cientos de v¨ªctimas desconocidas en el mundo. Me met¨ªa su miembro en la boca. Siempre era ¨¦l¡±, confiesa.
?l es Lucien Engelmajer, un antiguo vendedor de muebles de barbas blancas fallecido en Belice en 2007 a los 86 a?os, que fund¨® El Patriarca en 1973 y lo pilot¨® hasta 1998. C. B. no es la ¨²nica v¨ªctima que ha decidido hablar por primera vez. EL PA?S ha recabado testimonios in¨¦ditos de cinco afectadas y dos exdirectivos que revelan una realidad inc¨®moda en una organizaci¨®n que trat¨® a 50.000 toxic¨®manos en dos d¨¦cadas. Engelmajer, adem¨¢s, se dedic¨® a montar un enorme mecanismo de evasi¨®n fiscal que ocult¨®, al menos, 77,5 millones de euros en Suiza y Luxemburgo entre 1983 y 1998.
Las pr¨¢cticas sexuales del fundador, denuncia C. B., arrancaron en forma de tocamientos durante un viaje de fin de semana a Suiza con su familia, al que la invit¨® su agresor en 1992. Y se intensificaron en los dos a?os siguientes. El abusador minaba la autoestima de su presa. ¡°Me destruy¨® psicol¨®gicamente con 12 a?os. Me llamaba puta. Era una t¨¦cnica para poder agredirme sexualmente despu¨¦s¡±, apunta C. B.
La v¨ªctima cuenta que sufr¨ªa agresiones sexuales un par de veces a la semana con 13 a?os. Tras rebelarse, Engelmajer forz¨® su destierro a un centro de la organizaci¨®n en Nicaragua. Sus padres, que ya han fallecido, miraron hacia otro lado. ¡°Ellos nunca pensaron en denunciar. Tem¨ªan ser expulsados y volver a caer en la droga¡±, resume. ¡°La comunidad de El Patriarca estaba formada por gente d¨¦bil, en una situaci¨®n de vulnerabilidad¡±, justifica C. B.
T. Mart¨ªn tambi¨¦n entr¨® a formar parte involuntariamente de El Patriarca. Cay¨® en una residencia de la poblaci¨®n francesa de Beaumont-de-Lomagne. Fue en 1991, ten¨ªa nueve a?os y acompa?aba a su madre en el trance de desengancharse de la hero¨ªna. Mart¨ªn denuncia que Engelmajer le daba besos en la boca desde los 11 a?os y que con 13 ya sufri¨® su primera agresi¨®n sexual. ¡°Mi madre me pidi¨® que la acompa?ara a ver a Engelmajer a su residencia francesa en La Motte (Provenza-Alpes-Costa Azul). Cuando entr¨¦, le dijo que ten¨ªa que hacerle una felaci¨®n para que yo aprendiera c¨®mo se hac¨ªa. Me qued¨¦ en shock. Mi madre le hizo esta pr¨¢ctica sexual conmigo delante. Despu¨¦s, ella se fue y yo me qued¨¦ a solas con ¨¦l. Acab¨¦ haci¨¦ndole una felaci¨®n. Engelmajer me advirti¨® de que, de lo contrario, mi madre lo pasar¨ªa mal. Nunca he hablado con ella de esto¡±.
El que fuera hasta 1998 vicepresidente de la organizaci¨®n en Espa?a, Salvador Arcas, tambi¨¦n conoci¨® esta realidad solo visible de puertas hacia dentro. ¡°Lo de los abusos era un secreto a voces. Cuando a una chica le dec¨ªan, ¡®ve a saludar a Lucien¡¯, ya sab¨ªas lo que hab¨ªa. ?l cre¨ªa que estaba salvando a j¨®venes que ven¨ªan de la calle, la droga, prostituci¨®n...¡±, indica este exdirectivo. Arcas explica que la coraza de silencio que blind¨® al fundador se sustent¨® en una estructura ¡°alienante¡± que laminaba a los cr¨ªticos. Tambi¨¦n, en la vulnerabilidad de las v¨ªctimas: toxic¨®manos y sus hijas.
Una captadora de v¨ªctimas al servicio del l¨ªder
La esposa de Arcas, Dolores Juan, que fue tesorera de El Patriarca en Espa?a entre 1993 y 1998, describe tambi¨¦n un esquema de abusos jerarquizado. ¡°Engelmajer ten¨ªa en 1995 una secretaria que actuaba como madame. Le llevaba a las ni?as. Cuando resid¨ªamos en la sede de N¨¢quera (Valencia), a finales de los noventa, le dije a mi hija que si en alguna ocasi¨®n Engelmajer intentaba algo con ella, le pegara una patada en los huevos y gritara¡±, recuerda.
La marsellesa Dominique P¨¦rez nunca pens¨® que su desembarco en la residencia de El Patriarca de la poblaci¨®n francesa de La Motte en 1980 devendr¨ªa en pesadilla. Forzada por su hermana a ingresar en el centro ¨Dera el ¨²ltimo cartucho para desengancharse de la hero¨ªna¨D, P¨¦rez vivi¨® sus primeros abusos en pleno mono mientras se deshidrataba. ¡°Me llevaba a su casa ¨Duna dependencia dentro del centro¨D y me tocaba por todos los sitios. En otras ocasiones, Engelmajer le dec¨ªa a su esposa que se fuera de la casa para manosearme¡±. ¡°Nunca lleg¨® a penetrarme por miedo a infectarse de sida¡±, afirma.
P¨¦rez se enfrent¨® al l¨ªder. Un gesto que forz¨® su destierro a otras residencias de la organizaci¨®n en Benig¨¢nim (Valencia), Castell¨®n, Valladolid y Barcelona. ¡°Hay m¨¢s de cien v¨ªctimas en todo el mundo¡±, coincide esta mujer, que encaden¨® crisis de ansiedad y una depresi¨®n nerviosa tras abandonar el centro. Y que explica que no denunci¨® en los tribunales por miedo a ser expulsada. ¡°Te dec¨ªa, si no est¨¢s de acuerdo, ah¨ª tienes la puerta¡±, relata desde su casa de la poblaci¨®n gala de Rocbaron.
Mar¨ªa (nombre figurado) tuvo m¨¢s suerte que sus compa?eras durante los 11 a?os que pas¨® en la comuna. Asegura que Engelmajer trat¨® de abusar de ella tres veces desde que entr¨® a inicios de los ochenta. Ten¨ªa 17 a?os y consigui¨® pararle los pies. Los intentos se fraguaron en centros de Toulouse, Miami y Nicaragua despu¨¦s de la muerte por sida de su novio. ¡°Un d¨ªa fui a llevarle una tisana. Cuando entr¨¦ en su habitaci¨®n, me dijo ¡®toca mi piel, mira qu¨¦ fina la tengo¡¯, y not¨¦ que ten¨ªa una erecci¨®n. Me qued¨¦ bloqueada. Le dije que ¨¦l para m¨ª era como mi padre. Me contest¨® ¡®l¨¢rgate¡¯ y me dio un empuj¨®n¡±, cuenta esta gallega, que empez¨® a tomar drogas cuando estudiaba Psicolog¨ªa en la Universidad de Santiago.
Mar¨ªa sostiene que las pr¨¢cticas de Engelmajer eran vox populi. ¡°Lo sab¨ªa todo dios. Era una situaci¨®n asquerosa. Lo intentaba con todas, con la madre y con la hija. Era un obseso. Presum¨ªa siempre. Te dec¨ªa: ¡®Hoy lo he hecho con una, ayer con otra...¡±, concluye esta v¨ªctima que tampoco denunci¨®. ¡°?Para qu¨¦? Yo pensaba que me iba a morir...¡±.
La nicarag¨¹ense Laura (nombre figurado) tambi¨¦n frustr¨® los abusos de Engelmajer. El fundador de El Patriarca, cuenta, trat¨® de agredirla sexualmente en 1994 durante una visita oficial a Managua para promocionar la sede nacional. ¡°Me pidieron que fuera a llevarle unas pel¨ªculas al hotel donde se hospedaba. Hab¨ªa rechazado alojarse en la residencia de El Patriarca. Cuando estaba en la habitaci¨®n, me cogi¨® la mano, me pidi¨® que le acariciara y que le ayudara a desvestirse. Entr¨¦ al ba?o y me fui con la excusa de que me hab¨ªan llamado. Me dio un beso en la boca al salir¡±, recuerda.
Tras el frustrado intento de agresi¨®n, Laura vio c¨®mo su pareja ¨Dun directivo de la asociaci¨®n que ocup¨® responsabilidades en M¨¦xico¨D ca¨ªa en desgracia y era degradado. ¡°Lo desterraron, le quitaron responsabilidades¡±, relata esta mujer, de 54 a?os y residente en Espa?a.
Junto a los abusos, el grupo creado por Engelmajer recurri¨® a un monumental esquema financiero para evadir el pago de impuestos. Su mecanismo ocult¨®, al menos, 77,5 millones en Suiza y Luxemburgo a trav¨¦s de una tupida madeja de sociedades pantalla, seg¨²n revel¨® este peri¨®dico. El dinero eludido proced¨ªa de ingresos no declarados entre 1983 y 1998, como donaciones privadas y la venta callejera de libros y revistas. El entramado permiti¨® tambi¨¦n controlar 242 propiedades en 14 pa¨ªses.
El Patriarca cambi¨® su nombre por Dianova en 1998. Y, desde entonces, opera en Espa?a como ¡°una ONG de acci¨®n sin ¨¢nimo de lucro¡± que tiene acuerdos con administraciones p¨²blicas como la Diputaci¨®n de ?lava, la Generalitat de Catalu?a o la Comunidad de Madrid, que le ha concedido 4,4 millones de euros en ayudas desde 2016 para acoger a menores y tratar a toxic¨®manos.
La directora de Dianova en Espa?a, Gisela Hansen, niega que esta ONG haya recibido reclamaciones o que se haya visto envuelta en investigaciones judiciales por los abusos de Engelmajer.
investigacion@elpais.es
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