Dos polic¨ªas que violaron a una chica de 18 a?os evitan la c¨¢rcel tras un pacto entre la Fiscal¨ªa y las partes a cambio de un curso de educaci¨®n sexual
Los agentes, de la Polic¨ªa Local de Estepona, fueron condenados en primavera a dos a?os de prisi¨®n, pero su pena se ha suspendido gracias al acuerdo de todas las partes
La Audiencia Provincial de M¨¢laga ha suspendido la condena de dos a?os de prisi¨®n a dos polic¨ªas de Estepona por un delito contra la libertad sexual. Lo ha hecho bajo la condici¨®n de que no vuelvan a cometer ning¨²n delito en tres a?os y que participen en un curso de educaci¨®n sexual. Fue este tribunal el que consider¨® probado que Juan Carlos G. y Vicente Juli¨¢n P., ambos vestidos de uniforme oficial, abusaron sexualmente de una chica de 18 a?os a cuyo veh¨ªculo hab¨ªan dado el alto minutos antes. Uno de ellos le introdujo varios dedos en la vagina y el otro la penetr¨® sin su consentimiento a pesar de que la v¨ªctima presentaba signos de haber consumido alcohol, seg¨²n la sentencia. Esta fue originada tras un acuerdo previo al juicio entre la Fiscal¨ªa ¡ªque hab¨ªa pedido inicialmente 30 a?os de c¨¢rcel¡ª y la acusaci¨®n particular ¡ªque pidi¨® 33¡ª con las defensas. Todas las partes manifestaron que no se opondr¨ªan a la suspensi¨®n de la pena, como finalmente ha decidido la secci¨®n octava de la audiencia malague?a. La v¨ªctima necesit¨® de tratamiento m¨¦dico farmacol¨®gico y psicoterap¨¦utico tras padecer un s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico.
Los dos polic¨ªas fueron detenidos en verano de 2018 e ingresaron de manera provisional en la prisi¨®n malague?a de Alhaur¨ªn de la Torre, de donde salieron bajo fianza. El Ayuntamiento de Estepona les suspendi¨® entonces de empleo y sueldo, decisi¨®n que mantiene a¨²n hoy. Esta primavera, la Fiscal¨ªa de M¨¢laga solicit¨® 30 a?os de c¨¢rcel para cada agente por un delito de agresi¨®n sexual, mientras que la acusaci¨®n particular ped¨ªa tres m¨¢s ¡ª33 en total¡ª porque consideraba que hab¨ªan obligado a la joven a consumir coca¨ªna contra su voluntad. El juicio no se lleg¨® a celebrar porque en la vista previa, el 22 de abril, la acusaci¨®n particular, las defensas y el Ministerio Fiscal presentaron un escrito conjunto tras llegar a un acuerdo. El juez dict¨® entonces una sentencia de conformidad en la que los acusados aceptaban dos a?os de prisi¨®n e inhabilitaci¨®n durante otros dos a?os para un empleo p¨²blico, as¨ª como libertad vigilada durante cinco a?os y prohibici¨®n de acercarse a 500 metros de la v¨ªctima, adem¨¢s de pagarle 80.000 euros de indemnizaci¨®n, deuda que ya han sufragado.
Ni la Fiscal¨ªa ni la acusaci¨®n particular ¡ªes decir, la v¨ªctima¡ª se opon¨ªan entonces a la concesi¨®n de los beneficios de la suspensi¨®n de la condena, como finalmente ha ocurrido. En la ejecutoria de la sentencia, dictada el 10 de mayo, los miembros de la secci¨®n octava de la Audiencia Provincial de M¨¢laga acuerdan conceder ¡°el beneficio de suspensi¨®n de condena condicionado a que no vuelvan a cometer delito en un plazo de tres a?os y a que ambos se sometan a un programa de educaci¨®n sexual¡±.
Para Mar¨ªa ?ngeles Jaime de Pablo, integrante de la Asociaci¨®n Mujeres Juristas Themis, la decisi¨®n ¡°hay que respetarla¡±, pero cree que la condena inicial de dos a?os fue la m¨¢s leve posible, y que se podr¨ªan haber incluido agravantes como abuso de superioridad, intimidaci¨®n ambiental o prevalimiento de funci¨®n p¨²blica, que tienen penas de entre 4 y 10 a?os. Y, de hecho, subraya que en la llamada ley del solo s¨ª es s¨ª ¡ªahora en el Senado¡ª, la penetraci¨®n probada podr¨ªa haber sido declarada violaci¨®n. Tampoco entiende que la sentencia solo inhabilite a los polic¨ªas durante dos a?os, porque salvo que sean expulsados del cuerpo municipal ¡ªseg¨²n fuentes municipales, Estepona solo les ha suspendido de empleo y sueldo¡ª, podr¨ªan volver a ejercer. Uno de ellos, que estaba en comisi¨®n de servicio, ya trabaja para otro ayuntamiento.
La ejecutoria incluye el voto particular del presidente de la secci¨®n octava, Pedro Molero, quien explica su parecer sobre la decisi¨®n tomada, que respeta pero no comparte. Molero destaca que los hechos juzgados ¡°revelan una acusada peligrosidad criminal en sus autores¡± y que ¡°no se contiene dato alguno que permita realizar un pron¨®stico de escasa probabilidad de que ninguno de los penados vuelva a cometer hechos de similar naturaleza en el futuro¡±. Es decir, que cree que existe el riesgo de que reincidan. ¡°No cabe descartar la concurrencia en los condenados de un pron¨®stico de peligrosidad criminal en relaci¨®n con delitos contra la libertad sexual, por lo que proced¨ªa denegar la suspensi¨®n de la ejecuci¨®n de la pena de prisi¨®n impuesta¡±, afirma tajante.
Molero, adem¨¢s, opina que, aunque todas las partes est¨¦n de acuerdo, incluida la v¨ªctima, lo sucedido no es del ¨¢mbito privado y s¨ª de un ¡°marcado inter¨¦s p¨²blico¡± donde est¨¢n comprometidos ¡°valores muy importantes¡±. Y destaca ah¨ª ¡°el general de toda sociedad de prevenir la comisi¨®n de delitos como es el que ha sido objeto de condena, y el particular de defensa y protecci¨®n de la mujer y de su capacidad de decisi¨®n¡±. ¡°Estoy de acuerdo con ¨¦l: es cierto que la primera v¨ªctima es la que sufre el abuso, pero de alguna manera estos delitos nos afectan a toda la sociedad¡±, se?ala Jaime de Pablo, que cree ¡°espeluznante¡± el relato de los hechos que hace la sentencia y ¡°repugnante¡± que los autores sean dos agentes, ¡°que son quienes deber¨ªan evitar la comisi¨®n de delitos como este¡±.
C¨®mo decir no a un polic¨ªa
La sentencia de abril considera probados los hechos por lo que ambos polic¨ªas fueron condenados, que ocurrieron en la madrugada del 10 de junio de 2018. Aquella noche, la v¨ªctima hab¨ªa viajado en su Peugeot 208 a Estepona junto a un amigo y una amiga para celebrar que hab¨ªa acabado el Bachillerato en Madrid, donde reside. Se alojaron en el apartamento que poseen sus padres en la localidad malague?a y salieron de fiesta la noche del 9 de junio. Sobre la una y media de la madrugada, a las puertas de la discoteca Mosaic, tomaron cuatro copas de ron con Coca Cola cada uno. Cuando salieron del local, cerca de las seis de la ma?ana, se encontraban afectados. Especialmente ella, que seg¨²n se relata en la sentencia ,¡°se encontraba especialmente ebria, se tambaleaba y le costaba hablar con fluidez¡±.
Camino de casa, en el veh¨ªculo, los amigos se toparon con un control de la Polic¨ªa Local en la avenida Puerta del Mar. Lo vieron de lejos, as¨ª que decidieron estacionar el veh¨ªculo para evitar ser multados por el consumo de alcohol. Antes de acabar la maniobra, un coche policial les da el alto y pide a los tres j¨®venes que bajen del veh¨ªculo. Los dos agentes de la Polic¨ªa Local, uniformados y en plena jornada laboral, les dijeron que no pod¨ªan llevarse el coche y, acto seguido, pidieron el tel¨¦fono m¨®vil a la chica para quedar con ella al terminar su jornada laboral, ¡°llegando a manifestarles que ten¨ªa dos opciones, ir con ellos o que ellos fueran a su casa¡±. Ella no se lo dio porque ni ten¨ªa bater¨ªa ni quer¨ªa quedar con ellos. Su amigo, sin embargo, le dio el suyo para que le enviaran la ubicaci¨®n para poder recoger el coche el d¨ªa siguiente. Uno de los polic¨ªas llam¨® a un taxi para que recogieran a los j¨®venes y, m¨¢s tarde, tanto ¨¦l como su compa?ero se personaron en el apartamento de los padres de la v¨ªctima. ¡°Ya estamos aqu¨ª¡±, escribieron por WhatsApp al tel¨¦fono de su amigo.
Los chicos esperaron a los polic¨ªas en el portal del edificio. Ella no quer¨ªa, pero su amigo le pidi¨® que se quedara porque tem¨ªa una multa policial. ¡°Son polic¨ªas y como no hagamos lo que quieren se nos va a caer el pelo¡±, le dijo, seg¨²n el relato de la sentencia. El documento recoge que la chica se sinti¨® confusa porque no sab¨ªa c¨®mo decir que no a un polic¨ªa. Cuando llegaron los agentes, vestidos de uniforme, quer¨ªan llevarse a la chica a su casa, pero su amiga se neg¨®.
¡°Vale, pues todos para arriba¡±, dijo uno de los agentes, que seg¨²n el documento judicial, queda probado que iba ¡°con la idea ya perge?ada de mantener relaciones sexuales con ella y con ¨¢nimo libidinoso¡±. Ya en la vivienda, uno de ellos comenz¨® a colocar rayas de coca¨ªna sobre la encimera de la cocina.
Mientras la amiga de la v¨ªctima se fue a su habitaci¨®n para cambiarse e irse de la vivienda, los agentes, ¡°con ¨¢nimo de satisfacer sus apetitos sexuales¡±, lograron que la chica se desnudara y se tumbara en la encimera de la cocina. Entonces, uno de ellos, ¡°aprovechando la situaci¨®n de prevalimiento que su diferencia de edad y su condici¨®n de polic¨ªa le otorgaba, sin que mediara expreso consentimiento para ello, empez¨® a tocarle los pechos, para seguidamente introducir varios dedos en la vagina de la joven empujando el tampax hacia dentro¡±, seg¨²n la sentencia. La otra chica entonces sali¨® corriendo de la casa y pidi¨® ayuda a un sanitario que encontr¨®, quien llam¨® a la Polic¨ªa Nacional. Mientras el primer polic¨ªa abandonaba tambi¨¦n el interior de la casa, el otro la penetr¨® vaginalmente ¡°sin preservativo y sin consentimiento, soportando [la v¨ªctima] de forma pasiva la penetraci¨®n¡±. La v¨ªctima tom¨® esa actitud y no opuso resistencia, seg¨²n la sentencia, porque asumi¨® ¡°que iba a ocurrir otro episodio de abuso sexual y pese a no desear mantener relaciones ¨ªntimas¡±, siempre ¡°bajo la situaci¨®n de superioridad que la condici¨®n de polic¨ªa¡± le daba al agresor. La chica denunci¨® lo ocurrido m¨¢s tarde y requiri¨® de tratamiento m¨¦dico farmacol¨®gico y psicoterap¨¦utico, presentando s¨ªndrome de estr¨¦s postraum¨¢tico.
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