¡°No fue culpa m¨ªa¡±, el grito de unas actrices que sufrieron abusos de ni?as en una escuela de teatro en Lleida
Isabel Coixet pone voz y rostro a un grupo de mujeres en el documental ¡®El techo amarillo¡¯, que se estrena en el Festival de San Sebasti¨¢n
Lo ¨²nico que recordaba claramente Cristina es que el techo de esa habitaci¨®n era de color amarillo. Ah¨ª, compartiendo cama con el profesor m¨¢s venerado y querido de su escuela, Antonio G¨®mez, no sab¨ªa lo que le pasaba. Ten¨ªa 14 o 15 a?os. ?l ya pasaba de los 30. Cristina puso color a ese recuerdo, pero muchas de sus compa?eras, que vivieron la misma situaci¨®n, han ido dibujando y pintando el dolor y el horror con el transcurso de los a?os. El techo amarillo es el t¨ªtulo del documental que Isabel Coixet estrena en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, el pr¨®ximo mes de septiembre, y en el que las propias v¨ªctimas reconstruyen los abusos sexuales que durante m¨¢s de 20 a?os sufrieron alumnos y alumnas en el Aula de Teatre de Lleida, un centro con financiaci¨®n municipal. Son siete las mujeres que ponen su voz y su rostro para denunciar los a?os de humillaciones, abusos y maltratos que sufrieron de ni?as cuando ellas ni siquiera sab¨ªan poner palabras a aquello que estaban pasando. Su grito un¨¢nime ahora es: ¡°No fue culpa m¨ªa¡±.
Impresionada por la lectura de la investigaci¨®n que el diario Ara desarroll¨® sobre las barbaridades que sucedieron en esa peque?a escuela de teatro, en Lleida, Isabel Coixet quiso conocer a las mujeres que en el a?o 2018 se atrevieron a denunciar a dos profesores, uno de ellos el director del centro, por abusos sexuales continuados entre los a?os 2001 y 2008 (aunque los abusos continuaron supuestamente hasta 2019), un caso que termin¨® archivado. ¡°Quise conocerlas, pero solo me decid¨ª a hacer el documental cuando vi la manera tan clara de contarlo, c¨®mo eran capaces de poner palabras a aquello que hab¨ªan vivido sin ¨¢pice de autocompasi¨®n, a lo que se a?adi¨® el silencio que les rode¨® a pesar de la valent¨ªa de su denuncia. Les hicieron creer que perturbaban la comunidad social¡±, explica por tel¨¦fono la directora desde un peque?o pueblo de Francia, donde pasa unos d¨ªas de descanso.
A sus 62 a?os, Coixet ten¨ªa claro que su trabajo deb¨ªa estar alejado de cualquier tentaci¨®n lacrim¨®gena. ¡°Para ellas ha sido especialmente duro. Desde el principio les dije que ten¨ªan que sentirse c¨®modas con lo que est¨¢bamos haciendo. Recuerdo el d¨ªa en que, tras llamar a muchas puertas que nos iban cerrando, conseguimos rodar en la misma escuela y en un aula del s¨®tano donde se perpetraron algunos de los abusos sufridos. No hab¨ªan vuelto nunca a la escuela, incluso algunas daban un rodeo para no pasar por all¨ª. Son mujeres que buscan apoyarse y seguir adelante¡±, a?ade la directora.
Dividido en cap¨ªtulos, El techo amarillo, con im¨¢genes reales de la ¨¦poca y entrevistas con responsables de la escuela en televisiones locales, muestra c¨®mo las clases que impart¨ªa Antonio G¨®mez iban mucho m¨¢s all¨¢ de unas ense?anzas teatrales, m¨¢s o menos osadas, y c¨®mo este profesor, que luego dirigi¨® el centro durante a?os, utilizaba sus herramientas personales para atraer la atenci¨®n de las ni?as. ¡°Era nuestro ¨ªdolo¡±, ¡°muy enrollado¡±, ¡°todo lo que dec¨ªa se hac¨ªa¡±, ¡°ten¨ªamos 14 a?os¡±, ¡°yo cre¨ªa que estaba enamorado de m¨ª¡±, ¡°me mandaba mensajitos¡±, ¡°era un manipulador, nosotras ¨¦ramos unas ni?as¡± son algunas de las confesiones que estas mujeres, entonces ni?as, cuentan delante de la c¨¢mara sobre el que fue durante muchos a?os su maestro.
Sexualizaci¨®n en las clases
En las aulas se repet¨ªa un doble patr¨®n: la fuerte sexualizaci¨®n dentro de las clases y el total abuso de poder por parte de este profesor. Cuentan c¨®mo les hac¨ªan tocarse a oscuras entre ellos, como un juego, en el que participaba el propio Antonio G¨®mez, que tambi¨¦n tocaba por debajo de la ropa. Tambi¨¦n c¨®mo las llevaban de giras teatrales y se hospedaban en hoteles compartiendo cama matrimonial con el mismo profesor. ¡°A m¨ª me toc¨® dormir una vez con ¨¦l y no pude conciliar el sue?o en toda la noche¡±, explica por tel¨¦fono Mireia Casado. Ahora tiene 32 a?os y fue alumna del Aula de Teatre desde los 14 a los 19. ¡°Quedaban dos meses para final de curso y pet¨¦. No pod¨ªa m¨¢s. Antonio me trataba mal, desde que empec¨¦ a decirle que se buscara chicas de su edad. Me oblig¨® a hacer una escena de besos con mi exnovio, sabiendo que me dol¨ªa much¨ªsimo. Llor¨¦ lo que no est¨¢ escrito¡±, a?ade Casado, que se muestra indignada por la falta de control por parte de los responsables de la escuela y los otros profesores ante esta sarta de abusos. ¡°Le dejaron campar a sus anchas. Otros profesores deb¨ªan haber velado por nosotras, ?c¨®mo no iban a saber que Antonio dorm¨ªa con una de nosotras en una cama?¡±, confiesa Casado, que a?os m¨¢s tarde hizo un espect¨¢culo, La verdad de Martina, en la que, con nombre y apellidos, contaba todas las terribles tropel¨ªas que sufrieron.
¡°Tardamos mucho en darnos cuenta. El grave problema es que lo ve¨ªamos como a un igual. La intimidad que ten¨ªamos con ¨¦l no era normal¡±. Goretti Narc¨ªs lo tiene claro. De 35 a?os y madre de dos ni?as, esta actriz fue la que prendi¨® la mecha para la denuncia judicial. Fue en un encuentro de Dones A Escena, en la que ella habl¨® por primera vez de lo que hab¨ªa vivido desde los 13 a los 19 a?os. Fue el detonante m¨¢s explosivo. A ella se fueron uniendo compa?eras hasta conseguir nueve firmas que presentar al juzgado cuando el delito ya estaba prescrito. No todas aparecen en el documental, pero s¨ª han puesto su voz otras que no firmaron aquella denuncia.
Antonio G¨®mez fue despedido del Aula de Teatre de Lleida, pero con una indemnizaci¨®n de 59.000 euros. Ahora, parece que est¨¢ en Brasil dando clases en una escuela. El equipo de Isabel Coixet intent¨® contactar con ¨¦l y solo lo consigui¨® una vez. Colg¨® inmediatamente y nunca m¨¢s volvi¨® a coger el tel¨¦fono. ¡°Sabemos que el delito est¨¢ prescrito, pero queremos que el caso se conozca para que se hable y se denuncien situaciones como la nuestra. Hoy parece que hay m¨¢s informaci¨®n. A nivel personal me gustar¨ªa que si hay alguna persona que est¨¢ en el mismo lugar que nosotras estuvimos, sepan que es abuso y les demos la fuerza para hablarlo y denunciarlo. Las disculpas ahora no las quiero para m¨ª, sino para mis padres¡±, dice Goretti Narc¨ªs, mientras que su compa?era Mireia Casado conf¨ªa en que delitos tan graves como estos no prescriban a los 10 a?os. ¡°Hay que cambiar la ley. Hay que juzgar a gente como Antonio G¨®mez¡±.
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