Colegialas hermanadas que justifican los insultos machistas: ¡°No nos ofenden. Pobrecillos, es una tradici¨®n¡±
Los estudiantes del El¨ªas Ahuja avisaron a sus vecinas de los gritos, que consideran una tradici¨®n
Han terminado las clases de la ma?ana y una veintena de residentes en el colegio mayor Santa M¨®nica se congregan este jueves a la puerta del centro, indignadas con la prensa. No quieren dar su nombre y no permiten grabar ¨Dlo comprueban ellas mismas¨D pero quieren dejar clar¨ªsimo que no se han sentido ¡°ofendidas¡± por los c¨¢nticos de sus vecinos del colegio mayor Ahuja: ¡°Putas, salid de vuestras madrigueras¡±, les gritaron. Una decena de ellas se explica ante este peri¨®dico. ¡°A m¨ª si me llaman puta o ninf¨®mana por la calle, claro que me ofendo, pero ellos son nuestros amigos¡±, cuenta una de las chicas con gran enfado. ¡°Sab¨ªamos que la Granja [as¨ª llaman a esta pr¨¢ctica machista] iba a ser el domingo a la medianoche. A menos diez est¨¢bamos ya todas preparadas. ?Si nos ofendiera ¨ªbamos a estar all¨ª?¡±, razona la misma estudiante, que toma la voz cantante. Ellas contestan con las canciones del colegio. ¡°Estamos todos, los 200 de un colegio y los 200 del otro¡±.
¡°Pobrecillos, es una tradici¨®n. Esto se hace de siempre. Si acaso, que se castigase a los que empezaron a hacerlo hace 40 a?os¡±, contin¨²a otra compa?era. El colegio Ahuja se fund¨® hace medio siglo. ¡°Son nuestros amigos. Les conocemos a todos. Somos una hermandad, todos de la orden de San Agust¨ªn¡±, a?ade. Muchos padres de las alumnas residieron en los colegios y mandan a sus hijos varones al Ahuja y a las mujeres, al Santa M¨®nica. ¡°Son nuestros hermanos y primos¡±, resumen. ¡°La prensa nos quieren demonizar, por el tipo de chicos que somos¡±, prosigue la m¨¢s locuaz. ?Qu¨¦ tipo de chicos?, le pregunta la periodista. Sonr¨ªe y baja la cabeza indicando su vestimenta, muy cl¨¢sica y cuidada. Algunas universitarias, que pagan 1.200 euros al mes por el alojamiento, llevan una cinta con la bandera de Espa?a. ¡°No somos un colegio de Vox como hemos le¨ªdo¡±, aseguran.
Julia, una de las colegialas con las que ha hablado este diario, ha colgado en su cuenta de Twitter un comunicado en nombre de las alumnas del Santa M¨®nica en el que muestran su solidaridad con sus vecinos del Ahuja. ¡°Un v¨ªdeo viralizado sin entender el contexto es f¨¢cil de malinterpretar¡±. Creen que se traslada una imagen de ¡°odio y machismo que est¨¢ muy alejada de la realidad¡± pues conocen bien ¡°los principios y valores¡± de los colegiales, en muchos casos familiares.
Opini¨®n de las colegialas del colegio mayor Santa Monica frente a la pol¨¦mica con el colegio mayor Elias Ahuja #ahuja #colegiomayor #eliasahuja pic.twitter.com/2DxxsTpZUr
— Julia (@juliamoronb) October 6, 2022
La sensaci¨®n general entre las colegialas del Santa M¨®nica es que el tema se ha ¡°politizado debido a qui¨¦n gobierna¡±. Tanto el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, como el ministro Joan Subirats han condenado los hechos. Tambi¨¦n el presidente del PP, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, que en su cuenta de Twitter ha calificado lo ocurrido de ¡°inadmisible¡±. Pero las colegialas del Santa M¨®nica defienden a los del Ahuja: ¡°No han violado a nadie. Pobrecillos¡±. ¡°Esta ma?ana han aparecido dos chicas con una pancarta de ¡®Stop violaci¨®n¡±, relatan asqueadas. Las pol¨ªticas de igualdad de g¨¦nero les suenan a chino.
En el colegio de enfrente, los residentes del colegio mayor Ahuja reh¨²yen a la prensa. Devuelven como mucho el saludo con cortes¨ªa. Pero hay dos estudiantes, colegiales desde hace tres a?os, que afirman no haber participado y que han decidido dar la cara para ¡°lamentar¡± los c¨¢nticos sexistas y remarcar la excelente relaci¨®n con las colegialas del Santa M¨®nica, con las que comparten ¡°miles de actividades¡±. ¡°Antes se hac¨ªan ruidos de animales para captar su inter¨¦s y luego se cantaban canciones de f¨²tbol cambiando la letra¡±, explica Juan Melo. ¡°Por ejemplo, en vez de Real Madrid se dec¨ªa Ahuja. Y aun as¨ª, si hab¨ªa alguna clase de insultos se tomaban medidas¡±, prosigue Melo sin detallar el castigo.
Melo y su compa?ero Pascual Antillach no creen que sea una tradici¨®n: ¡°No pasa todos los a?os¡±. Las colegialas dicen, sin embargo, lo contrario con j¨²bilo. Ellos describen el ambiente ahora en el colegio de ¡°culpa y arrepentimiento¡±. Ambos piden en nombre de la instituci¨®n perd¨®n al Santa M¨®nica, pero creen ¨Dcomo ellas¨D que la reacci¨®n de los medios ha sido desmedida. ¡°Hombre, tampoco creo que les haya sentado bien¡±, reconoce Antillach. Al pasar grupos de colegiales, les dan a ambos palmadas en la espalda en se?al de apoyo, pero sin mediar palabra con la prensa.
La direcci¨®n del colegio Santa M¨®nica no ha reunido a las residentes y, seg¨²n ellas, les han dado libertad para hablar con los medios. En el colegio masculino, sin embargo, tendr¨¢n que asistir a un curso de igualdad de g¨¦nero y participar en actividades solidarias.
Por la acera que lleva al Santa M¨®nica pasan ¡°con alivio¡± Paula, Carmen y Marta. Est¨¢n en primero de carrera y en su colegio mayor, Mendel, contiguo al Ahuja y mixto desde hace seis a?os, no hay ni rastro de este tipo de pr¨¢cticas. ¡°Son muy estrictos con eso. Al rev¨¦s, los mayores nos han acogido genial¡±, cuentan. Durante dos semanas han hecho planes conjuntos ¨Dvisitas a museos, al parque de atracciones, ca?as¡¨D que les han permitido conocerse. Adem¨¢s, a los nuevos colegiales, unos noventa, la direcci¨®n les ha insistido mucho en las normas de convivencia y el abuso de las novatadas. El Mendel cuenta tambi¨¦n con su propio protocolo de acoso.
Las tres amigas del Mendel dejan claro que ni han participado ni han visto novatadas en otros centros, pues ser testigo se considera tambi¨¦n una falta que ser¨ªa castigada por el colegio. Otros compa?eros de clase las han sufrido, pero describen estas pr¨¢cticas como ¡°un tab¨²¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.