Kelley Robinson: ¡°Han declarado una guerra cultural contra nuestros hijos¡±
La activista asume la presidencia de la organizaci¨®n de derechos civiles de los colectivos LGTBI m¨¢s poderosa de Estados Unidos tras la ¨²ltima matanza en un club gay de Colorado Springs. ¡°El odio va en aumento en este pa¨ªs¡±, advierte
La activista Kelley Robinson se estrena este lunes como presidenta de Human Rights Campaign (HRC), la organizaci¨®n de derechos civiles de los colectivos LGTBI m¨¢s poderosa de Estados Unidos, con tres millones de miembros y simpatizantes. La semana pasada pudo comprobar que el aterrizaje no ser¨¢ f¨¢cil: el tiroteo masivo que se llev¨® por delante la vida de cinco personas en un club gay ...
La activista Kelley Robinson se estrena este lunes como presidenta de Human Rights Campaign (HRC), la organizaci¨®n de derechos civiles de los colectivos LGTBI m¨¢s poderosa de Estados Unidos, con tres millones de miembros y simpatizantes. La semana pasada pudo comprobar que el aterrizaje no ser¨¢ f¨¢cil: el tiroteo masivo que se llev¨® por delante la vida de cinco personas en un club gay de Colorado Springs la oblig¨® a arremangarse antes de tiempo. ¡°Sabemos que el odio anti LGTBI va en aumento y que la violencia armada, alimentada por el extremismo pol¨ªtico, afecta a nuestra comunidad de un modo devastador¡±, declar¨®. ¡°Nos han robado muchas vidas, desde Pulse [discoteca de Orlando en la que un tirador asesin¨® en 2016 a 49 personas en el ataque hom¨®fobo m¨¢s mort¨ªfero de la historia del pa¨ªs] a Colorado Springs. Esto lleva ocurriendo desde hace demasiado tiempo¡±.
Robinson, de 36 a?os, concedi¨® a EL PA?S una entrevista en Washington antes de la tragedia, la ¨²ltima en engordar una macabra cuenta: HRC calcula que en la ¨²ltima d¨¦cada se han registrado ¡°al menos 300 muertes violentas de personas transg¨¦nero y de g¨¦nero no conforme, incluidas las 32 de 2022¡å. Hasta ahora, trabajaba como directora ejecutiva de Planned Parenthood Action Fund, el brazo dedicado a la pol¨ªtica y la abogac¨ªa de la principal organizaci¨®n estadounidense en defensa por el derecho al aborto.
Toma los mandos de HRC m¨¢s de un a?o despu¨¦s del despido de su predecesor en el cargo, Alphonso David, tras conocerse que hab¨ªa asesorado al exgobernador dem¨®crata de Nueva York, Andrew Cuomo, sobre la mejor manera de salir al paso de las acusaciones de acoso sexual que acabaron con la dimisi¨®n de este. Robinson ser¨¢ la primera mujer afroamericana abiertamente queer en presidir una organizaci¨®n que ha recibido cr¨ªticas por centrar demasiado sus desvelos en el colectivo de los hombres blancos gais. Su nombramiento refleja las urgencias de diversidad del poder en Estados Unidos.
¡°La representaci¨®n es importante¡±, considera Robinson. ¡°Una de mis mayores prioridades ser¨¢ atraer a m¨¢s personas no blancas al movimiento y crear oportunidades de liderazgo para ellas. Me alegra encadenar mi trabajo anterior con este. Son luchas interconectadas, ambas tienen que ver con la autonom¨ªa corporal; ya sea porque decidas acceder al aborto o porque quieras amar a quien te d¨¦ la gana¡±.
Esa interconexi¨®n tambi¨¦n existe en la mente de Clarence Thomas, tal vez el juez m¨¢s conservador del Tribunal Supremo m¨¢s a la derecha en ocho d¨¦cadas. La sentencia que tumb¨® en junio el derecho federal el aborto garantizado por el fallo Roe contra Wade (1973) incorporaba una opini¨®n concurrente de Thomas en la que propon¨ªa revisar los precedentes de tres sentencias basadas, como aquella, en el derecho a la intimidad: la que en 2015 legaliz¨® el matrimonio homosexual, la que enterr¨® la prohibici¨®n de las relaciones entre personas del mismo sexo (2003) y la que permiti¨® a las parejas casadas el uso de anticonceptivos en 1965. El primero de esos fallos fue el que permiti¨® hace dos a?os a Robinson casarse con su esposa, Becky George, activista en favor del control de armas. ¡°Fue, en gran parte, debido a la covid¡±, reconoce. Pensaron que si una de ellas enfermaba y acababa en el hospital, la otra no podr¨ªa siquiera visitarla. Tienen un hijo de un a?o.
¡°Con este Supremo no podemos dar ning¨²n derecho que derive de los tribunales por sentado¡±, dice Robinson, que considera que es ¡°urgente¡± codificar la libertad reproductiva aprobando el proyecto de la Ley para la Protecci¨®n de la Salud de la Mujer, que pas¨® el tr¨¢mite del Congreso antes de verano y se estrell¨® contra el veto republicano en el Senado. ¡°Incluso con Roe en vigor, el aborto era en muchos sentidos un derecho solo nominal. La gente no pod¨ªa pedir un permiso en el trabajo para interrumpir su embarazo. Exist¨ªan periodos de espera obligatorios entre el examen m¨¦dico y la intervenci¨®n, as¨ª como reglamentaciones dirigidas a dificultar el trabajo de los proveedores. Una ley como la que est¨¢ en proceso arreglar¨ªa todo eso¡±. Cuando se celebr¨® la entrevista, Robinson era optimista sobre la posibilidad de que las urnas dieran a los dem¨®cratas una mayor¨ªa suficiente que no lleg¨®; conservaron el Senado, pero no la C¨¢mara de Representantes, as¨ª que la tramitaci¨®n de esa norma tendr¨¢ que esperar, si es que alg¨²n d¨ªa llega.
En lo m¨¢s alto de las prioridades de Robinson para su nuevo trabajo est¨¢n los derechos de las personas transg¨¦nero. ¡°El a?o pasado fue el m¨¢s mort¨ªfero para las vidas trans. Las mujeres negras se llevan la peor parte: salen cada d¨ªa a la calle, van a trabajar, a la escuela o a la iglesia sin la seguridad de que llegar¨¢n vivas a casa. Por eso es importante que sepan que las defenderemos¡±, aclara. Ese clima ¡°peligroso¡± lo relaciona con los ¡°ataques pol¨ªticos a la comunidad¡± que han llegado este a?o en la forma de ¡°leyes en algunos Estados del Sur¡±.
Entre ellas, la m¨¢s famosa es la impulsada por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que obtuvo un fenomenal triunfo en su reelecci¨®n y suena con fuerza como candidato a la Casa Blanca. Sus detractores la llaman la Ley No Digas Gay, porque proh¨ªbe hasta la edad de nueve a?os la discusi¨®n en clase entre profesores y alumnos sobre orientaci¨®n sexual e identidad de g¨¦nero, la permite en cursos posteriores, pero solo cuando se considere que es ¡°apropiada para la edad o el desarrollo¡± de los estudiantes, provisi¨®n imprecisa, y alienta a los padres a que denuncien a los docentes que se la salten. ¡°Cuando empez¨® su tramitaci¨®n observamos un aumento del 400% de la desinformaci¨®n y el acoso en Internet a los ni?os LGTBI¡±, recuerda Robinson. ¡°Han declarado una guerra cultural contra nuestros hijos. Los pol¨ªticos abren la veda para que se les ataque¡±.
La activista creci¨® en un ambiente de clase media en Chicago. Desciende de la primera familia negra de Muscatine (Iowa): sus antepasados emigraron desde Misisipi al norte, en Iowa, el primer Estado del pa¨ªs en derogar las leyes esclavistas (luego ser¨ªa el tercero en legalizar el matrimonio homosexual).
De ni?a, pronto descubri¨® lo que era el racismo. ¡°Los padres te dec¨ªan cosas como que nunca entraras en una tienda con las manos en los bolsillos, para que no pensaran que hab¨ªas robado¡±, recuerda. Aunque la primera ¡°experiencia realmente negativa¡± no lleg¨® hasta sus d¨ªas universitarios. Fue en Misuri. ¡°Observ¨¦ una sutileza en el racismo que no esperaba; personas que eran amigas tuyas en clase, y que se comportaban de un modo muy distinto si te ve¨ªan en un bar por la noche. Hubo un incidente en particular: algunos estudiantes blancos colocaron bolas de algod¨®n fuera del Centro de Cultura Negra. Recoger algod¨®n es parte de la experiencia de la esclavitud en Estados Unidos. Cuando nos quejamos, la administraci¨®n dijo que est¨¢bamos exagerando¡±.
Esas experiencias la empujaron a abandonar la universidad. Trabaj¨® como camarera y como ¡°luchadora de artes marciales mixtas¡±. Hasta que recibi¨® la llamada de la campa?a que llev¨® a Obama a La Casa Blanca en 2008, durante la que registr¨® a m¨¢s del 30% de los j¨®venes que votaron en Misuri por el expresidente. Y as¨ª fue como ¡°las cosas hicieron clic¡±. En 2009, empez¨® a trabajar en la filial de Planned Parenthood que da servicio a parte del Medio Oeste.
Tanto tiempo despu¨¦s, considera que ¡°este es un momento aterrador para Estados Unidos¡±. ¡°Est¨¢ en peligro la democracia, y el pa¨ªs por el que pelearon mis antepasados. Aquellos que defienden hacer Am¨¦rica grande de nuevo [Make America Great Again, lema del movimiento que abandera Donald Trump] en realidad quieren regresar a un tiempo en el que los que son como yo no ten¨ªan los mismos derechos que los blancos. Es nuestra obligaci¨®n recordarles que no son la mayor¨ªa¡±.
Su ¨²ltimo servicio en Planned Parenthood Action Fund consisti¨® precisamente en eso, durante la campa?a de las elecciones legislativas reci¨¦n celebradas. La labor de la organizaci¨®n se ha enfocado en estas legislativas en contribuir al triunfo de candidatos favorables a la protecci¨®n del aborto, especialmente al nivel de los gobernadores, y a ganar los referendos que en cinco Estados buscaban blindar esa protecci¨®n. Lo lograron ampliamente, lo cual demuestra, dice, que ¡°la decisi¨®n del Supremo no refleja el sentir de la sociedad¡±.
Las victorias parciales no deben dar una impresi¨®n err¨®nea, advierte: a¨²n queda ¡°mucho por hacer¡± para garantizar la ¡°supervivencia del experimento estadounidense¡±. A Robinson le preocupa que est¨¦ regido por un sistema que el paso del tiempo solo har¨¢ m¨¢s imperfecto. ¡°En 2040, el 70% de la poblaci¨®n se concentrar¨¢ en 20 estados. O cambiamos el reparto de senadores [dos por Estado, independientemente de su poblaci¨®n] o Estados Unidos va camino de dejar de ser una democracia representativa¡±.