¡°Hoy nos junta esa emoci¨®n: / celebrar el periodismo, / aunque temamos que un sismo / lo sacuda y lo derribe¡±
Discurso ¨ªntegro que el periodista Mart¨ªn Caparr¨®s pronunci¨®, en verso, durante la ceremonia de entrega de los Premios Ortega y Gasset, en la que recibi¨® el galard¨®n a la trayectoria
Lamento decepcionarlos,
mis queridos anfitriones,
si esperaban las lecciones
y consejos de este viejo
y hoy topan con su festejo
en versos casi guasones.
Ustedes disculpar¨¢n
o quiz¨¢ no, qui¨¦n lo sabe,
que por ser, si lo soy, ave
de tan distinto corral
hoy les ofrezca este mal
remedo de un gaucho suave.
Distinto corral he dicho:
un pich¨®n de la gauchesca
mudado a la picaresca
tierra donde naci¨® tanto.
Naci¨®, sin duda, este canto
y sus tonadas burlescas.
Aunque tiene una artima?a
el cuento que aura les doy.
Soy gauchesco y no lo soy:
mi padre naci¨® en Espa?a
y despu¨¦s pudo la sa?a
de un caudillo y sus peleles
echarlo pa¡¯donde duele:
al destierro. Entonces yo
nac¨ª donde ¨¦l encontr¨®
un pa¨ªs que lo consuele.
Yo soy uno de dos tierras:
de Espa?a soy, y argentino,
en una viv¨ª y no vivo,
en la otra vivo ahora.
Las dos son pa¡¯mi la aurora,
y el ocaso y mi destino.
Pero eso son frusler¨ªas.
Lo que hoy aqu¨ª nos ayunta
es el error que una junta
de notables cometi¨®:
decir que puedo ser yo
un periodista de punta.
De punta y filo, quiz¨¢,
y m¨¢s de pluma, si acaso;
el error, con ser tan craso,
me ha llenado de alegr¨ªa,
me ha dado tanta energ¨ªa,
me ha vuelto un poco payaso.
Tom¨¢s Eloy, Soledad,
M¨®nica, Carlos Fernando,
gente que llevo admirando
y queriendo muchos a?os:
no imaginan cu¨¢n extra?o
es ser banda de ese bando.
Y m¨¢s me alegra este premio
porque es del diario que leo,
donde desde chico veo
lo que querr¨ªa escribir;
el que me hizo persistir
en este oficio tan reo.
Trabajo raro, el que hacemos:
nos pagan poco, nos tratan
como a las ratas baratas
o al m¨¢s memo de los memos.
Y sin embargo sabemos
y no tememos decir
que si hubiera que elegir
muy pocos entre nosotros
elegir¨ªan cualquier otro:
que as¨ª queremos vivir.
Hoy nos junta esa emoci¨®n:
celebrar el periodismo,
aunque temamos que un sismo
lo sacuda y lo derribe.
Yo creo que vive, y si vive
tambi¨¦n nosotros vivimos.
Como viven yo viv¨ª,
en medio de tanto canto;
ustedes saben que santo
nunca quise ser ni fui,
todos sabemos que aqu¨ª
en este oficio no somos
virtuos¨ªsimos palomos
pero tampoco canallas:
intentamos dar la talla
en medio de tantos ?omos.
As¨ª que as¨ª persist¨ª,
pues nada me gusta m¨¢s
que esa emoci¨®n pertinaz
de poder contar historias,
de rescatar las memorias
que ya iban quedando atr¨¢s.
Y hacerlo con buena prosa,
sin m¨¢s versos ni rimitas
que estas letras mal escritas.
Porque hacer versos es cosa
sosa, casposa y muermosa,
y ninguna rima juega
con palabras como ortega,
para no hablar de gasset:
ahi solo queda el casset
y es del tiempo de la friega.
Personas, historias, letras.
As¨ª que nada, que todo:
de esos polvos estos lodos,
de esas letras las palabras
que al fin son las que nos labran
y nos llevan codo a codo.
Pues era que eras enteras
ya llevo con las gacetas.
Pero nunca fui profeta
ni quise serlo; as¨ª fuera
muy extra?o que dijera
qu¨¦ hay que hacer o no hay que hacer.
Hoy me premian por no haber
seguido nunca esas normas
y buscar siempre las formas
de escaparme del ayer.
El ayer es una gu¨ªa
pero no pa¡¯encadenarnos;
si acaso podr¨¢ ense?arnos
las maneras de ense?arle
que, sin querer desairarle,
el fin es adelantarnos.
Cu¨¢ntas veces me dijeron
Mart¨ªn, haga as¨ª o as¨¢.
Y yo, muy ni fu ni fa,
porque siempre me perdieron
las ganas de ser fullero
con las formas consagradas.
Hacerles trampas, pavadas
que las puedan ir cambiando,
pa¡¯ poder salir cantando
canciones no tan cantadas.
Y encontrar maneras nuevas
de hacer lo que siempre hicimos:
contar sin trampas ni timos,
cuidar mucho la verdad,
reforzar la realidad
mostrando c¨®mo la vimos.
Pero nos dicen, macabros,
que estamos en una crisis
mucho peor que la tisis.
Crisis es otro palabro
que nos lleva al descalabro
de no rimar ni siquiera.
Si esta crisis, crisis fuera
ser¨ªa lo desconocido
y yo nunca he conocido
un d¨ªa en que no la hubiera.
Porque nos gusta sentirnos
al borde del precipicio.
Todo tiempo tiene el vicio
de inventarse apocalitsis
que son la mejor elitsis
pa¡¯ hacernos perder el juicio.
Ahora, sin ir m¨¢s lejos,
lloramos que la noticia
te la entregan en primicia
los de esas ¡°redes sociales¡±.
Pero ahi nadie sabe cu¨¢les
son ciertas, cu¨¢les ficticias.
Igual nos priocupa que otros
cuenten antes las historias
que antes, con pena y sin gloria,
ya cont¨¢bamos nosotros.
No hay que correr como potros;
m¨¢s conviene concentrarse
en eso que, sin jactarse,
sabemos hacer: narrar
con destreza y sin gritar,
y analizar sin marearse.
Hoy nos acoge un teatro
y siempre las redacciones.
Pa¡¯ cumplir nuestras misiones
ni redacci¨®n ni escenario;
nuestro lugar, nuestro fario,
es la calle y sus foliones.
Y no perderse en ronrones
como la objetivid¨¢
o aquello de preguntar
a varias fuentes si llueve:
para saber qu¨¦ se mueve
lo suyo es ir a mirar.
Mirar, pensar, descubrir
lo que quieren ocultar
y al fin ponerse a contar:
pucha que se ve sencillo,
por eso abundan los pillos
que nos quieren enga?ar.
?C¨®mo hacer pa¡¯ descubrirlos,
c¨®mo para desnudarlos?
Lo mejor es enfrentarlos
con la verdad verdadera,
esa que los deja ajuera
al viento, sin cobijarlos.
Y al hacerlo puede ser
que nos salgan enemigos.
Pero aqu¨ª mismo les digo
que todo no puede ser:
lo nuestro no es complacer,
ser con placer escribientes
de lo que dicen las mentes
mediocres que nos manejan.
Debemos, pese a sus quejas,
mostrar qu¨¦ son esas gentes.
Reci¨¦n dijo Pepa Bueno
que hab¨ªa que tener cuidado
entre tantos entramados
con esas cacofon¨ªas
que lanzan estas jaur¨ªas
que nos quieren enga?ados.
Y no seguir repitiendo
lo que dicen sus vicarios:
palabras de su sumario
que no suman ni una pista.
No hay pior para un periodista
que trabajar de notario.
Y, por fijar posici¨®n,
con todo pudor les digo
a ustedes, que son amigos,
que tambi¨¦n pondr¨ªa atenci¨®n
en sortear la tentaci¨®n
de aceptar argumentarios,
de recitar los rosarios
que reza la sociedad.
Debe ser la realidad
la que escriba nuestros diarios.
Y no solo hablar de esos
que suelen creerse noticia;
no quedarse en la avaricia
de contar goles y besos
y conjuras y congresos
de los que tienen poder.
M¨¢s nos vale sostener
esa ambici¨®n sin barrera
de narrar la vida entera,
la aventura de aprender.
Si alguno me preguntara
por qu¨¦ me pas¨¦ la vida
viajando viajes de ida
a tanta comarca rara
donde son otras las caras,
la respuesta es muy sencilla:
vivimos en una astilla
y el ¨¢rbol nunca lo vemos.
Para mirarlo tenemos
que escaparnos de la silla.
Y no les hablo de mares
ex¨®ticos y lejanos;
hablo de seres humanos,
sus costumbres, sus azares,
sus cementerios, sus bares
y todo lo que los hace.
Crece mejor lo que nace
conocido y aceptado;
mostrar el mundo borrado
es una primera base.
Pero tambi¨¦n les confieso
algo que no deber¨ªa:
en esta insistencia m¨ªa,
en mi amor por hacer eso
se refugia un vicio avieso.
Ser periodista es lograr
la coartada pa¡¯espiar,
para pispear esos mundos
que nuestro encierro infecundo
no nos deja frecuentar.
Y as¨ª apuntar sin temor,
con ardor nuestra linterna.
Que no es igual quien gobierna
y quien sufre ese gobierno,
quienes viven un infierno,
quienes la jauja moderna.
Aura pa hacer periodismo
no se precisa una imprenta
ni aquellas cuentas sin cuenta
que antes s¨ª se precisaban.
Aura cualquiera, a las bravas,
si quiere intentar lo intenta.
Y eso es peor y es mejor:
hay muchos desaforados,
pero ah¨ª mismo, entreverados,
est¨¢n los que inventan cosas,
los que levantan las losas
que nos ten¨ªan enterrados.
Aunque nos duela saber
que a menudo alguna prensa
se arrodilla ante la ofensa
del dinero y sus patrones,
vendiendo turbios marrones
en lugar de lo que piensa.
Dicen que hacer periodismo
es contar eso que alguno
no querr¨ªa que ninguno
pueda contar. Yo, lo mismo,
creo que eso es optimismo
y que aura, pa¡¯ que lagente
se entere, entienda y comente
hay que contarle, m¨¢s bien,
nuestras historias a quien
no quiere que se las cuenten.
Y no vender lo que venda.
No dejarse cautivar
por la ilusi¨®n de ganar
m¨¢s clientes para la tienda.
Muchas veces esos mendas
que ¡°p¨²blico¡± algunos llaman,
aman, claman y a¨²n reclaman
tonter¨ªas irrelevantes.
A veces es importante
no darles gusto ni cama.
Por eso alguno gru?¨®
que resultar¨ªa m¨¢s bello
trabajar en contra de ellos
y quiz¨¢s exager¨®.
Lo que aura les digo yo
es que habr¨ªa que trabajar
como si fuera ejemplar
el p¨²blico que nos sigue:
uno que no se fatigue
de leer, aprender, pensar.
Y renovar, dulce esfuerzo,
las formas en que lo hacemos.
No les digo que probemos
a contarlo todo en verso
porque me creer¨ªan inmerso
en un barril de aguardiente.
Pero s¨ª que este presente
nos ofrece tantas formas
que dormirnos en la norma
parece cosa indecente.
Ah¨ª hay un reto concreto:
encontrar sendas distintas
de cargar las mismas tintas,
de contar las mismas cosas
con estas formas briosas
que trae la modernid¨¢.
Y no encerrarse en la ed¨¢
ni empecinarse en lo viejo:
el mundo es nuevo, canejo,
y m¨¢s nuevo que ser¨¢.
En fin, que ya habl¨¦ de m¨¢s,
y que he dicho muy poquito.
Estos versos son el rito
pa¡¯ decirles que quiz¨¢s
hoy es el d¨ªa en que m¨¢s
quisiera decirles algo,
pero valgo lo que valgo
y no se me ocurre mucho:
solo que he luchado y lucho
y que de esa no me salgo.
Ahora debo despedirme:
lo bueno, si breve, bueno
y as¨ª lo malo, si breve,
puede parecer mejor.
No suele ser el temor
lo que define mis frases
pero hoy la emoci¨®n me hace
temer y temblar entero.
Muchas gracias, compa?eros,
muchas gracias, mis queridos,
me han dado felicid¨¢
de esa que, cuando se da,
nunca cae en el olvido.
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