?Es la infertilidad la nueva pandemia?
O cambiamos la sociedad para facilitar el acceso a la maternidad en edades m¨¢s tempranas o facilitamos el acceso a las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida. Posiblemente, ya ambas sean necesarias
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) ha publicado recientemente un informe en el que pone de manifiesto el problema de la esterilidad que, de forma global, afecta a millones de personas en todo el mundo. La principal conclusi¨®n es demoledora: una de cada seis personas de la poblaci¨®n mundial sufrir¨¢ infertilidad en alg¨²n momento a lo largo de su vida.
El informe est¨¢ basado en un metaan¨¢lisis realizado sobre 133 estudios publicados en los ¨²ltimos 30 a?os (1990-2021) sobre una poblaci¨®n de entre 15 y 49 a?os de distintas partes del mundo y se enmarca en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por la ONU. El ODS 3 fija ¡°garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades¡± y el ODS 5 propugna ¡°lograr la igualdad de g¨¦nero y empoderar a todas las mujeres y ni?as¡±.
Pero lo importante son los resultados. Seg¨²n dicho estudio, un 17,5% de la poblaci¨®n mundial sufrir¨¢ problemas de infertilidad a lo largo de su vida. Es cierto que se dan variaciones seg¨²n la zona estudiada, siendo la m¨¢s alta la encontrada en la zona del Pac¨ªfico oeste (23,2%) y la m¨¢s baja la zona este del Mediterr¨¢neo (10,7%), pero lo que ha resultado curioso es que no se han encontrado diferencias seg¨²n el nivel de ingresos de cada pa¨ªs, si bien las causas de la infertilidad pueden ser diferentes. En Europa nos encontramos en la media (16,5%).
Hay quien duda de que debamos considerar a la infertilidad como una enfermedad al uso, pero lo que no se puede discutir es que los problemas que genera afectan directamente al concepto de ¡°salud p¨²blica¡± considerado de forma global con el t¨¦rmino One Health que tanto nos gusta utilizar actualmente. La infertilidad es una enfermedad que provoca importantes problemas sociales que, seg¨²n el pa¨ªs estudiado, pueden abarcar desde problemas psicol¨®gicos, econ¨®micos e incluso de violencia de g¨¦nero, frente a lo cual la mayor¨ªa de los pa¨ªses no disponen de pol¨ªticas ni de servicios sanitarios adecuados.
Podemos pensar que esa es una cuesti¨®n que no nos afecta a nosotros en Espa?a. Nada m¨¢s lejos de la realidad, ya que son las mismas cifras que manejamos en nuestro pa¨ªs. Estamos en la media. Una de cada seis personas en Espa?a va a tener problemas de fertilidad a lo largo de su vida. Podemos presumir de servicios sanitarios, pero no podemos olvidar que tambi¨¦n tenemos una tasa de natalidad de 1,2 hijos por mujer y necesitar¨ªamos una tasa de reposici¨®n de 2,1 para mantener un equilibrio generacional que permita dar sostenibilidad a nuestra sociedad.
Tambi¨¦n tenemos nuestros propios problemas. Y el principal es el retraso de la edad en la que accedemos a la maternidad. En 1975 estaba cifrado en los 25 a?os y actualmente nos acercamos a los 33, que se convierten en 35 entre la poblaci¨®n universitaria o que acceden a la vida laboral, y esto tiene su coste en nuestra capacidad reproductiva y en los problemas de infertilidad consiguientes.
Frente a ello, solo hay dos opciones: o cambiamos la sociedad para facilitar el acceso a la maternidad en edades m¨¢s tempranas o facilitamos el acceso a las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida (TRA). Aunque posiblemente ya ambas sean necesarias.
No voy a entrar en los cambios sociales que ser¨ªan necesarios para la primera opci¨®n. Creo que actualmente se escapan a nuestro control. Pero s¨ª que es importante que la poblaci¨®n (y nuestros gobiernos), sean conscientes del problema que genera este retraso y de que no hay un remedio m¨¢gico que lo solucione.
Disponemos de ¡°soluciones t¨¦cnicas¡± como son las Unidades de Reproducci¨®n Asistida de las que podemos presumir en Espa?a y ya un 10% de los nacimientos en nuestro pa¨ªs son mediante T¨¦cnicas de Reproduccion Asistida (TRA). Pero tambi¨¦n vemos c¨®mo la edad media de la poblaci¨®n que acude a estas unidades se va incrementando paulatinamente. Ya estamos en los 39 a?os y posiblemente superemos pronto los 40, lo que puede suponer una dificultad a?adida para el uso de sus propios gametos.
Espero que este informe de la OMS no caiga en saco roto y los organismos pertinentes en Espa?a tomen nota de que hay que trabajar. En ambas v¨ªas. Primero facilitando social y laboralmente la maternidad en edades ¡°biol¨®gicamente¡± m¨¢s adecuadas y segundo simplificando el acceso a las t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida a aquella poblaci¨®n que por motivos sociales desean (o se ven obligadas) a posponer su maternidad a edades m¨¢s avanzadas, haciendo que ese tr¨¢nsito por la infertilidad sea m¨¢s r¨¢pido y menos costoso.
Lo que queda claro es que necesitamos una actuaci¨®n urgente a nivel mundial para garantizar que todas las personas en todas las partes del mundo puedan conseguir formar su familia deseada.
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