Crissthian Olivera, el activista peruano que gan¨® un fallo en la Corte IDH por homofobia: ¡°Sigo teniendo miedo de expresar afecto en p¨²blico¡±
La Corte Interamericana de Derechos Humanos halla culpable al Estado peruano por discriminaci¨®n de orientaci¨®n sexual
En agosto de 2004, Crissthian Olivera (Lima, 47 a?os) estaba leyendo unos versos en voz alta junto a su pareja de aquel entonces en un caf¨¦ de un supermercado que hoy ya no existe, en Lima. Era un poema que su novio hab¨ªa escrito para ¨¦l. Crissthian cuenta que no se hab¨ªan dado ni un beso, pero estaban ¡°amelcochados¡± como el momento lo exig¨ªa. Un comensal no soport¨® la escena y se quej¨® con los trabajadores, quienes llamaron a seguridad. De pronto, la pareja estaba rodeada por tres agentes dispuestos a echarlos. La administradora del local se les acerc¨® para decirles que al lado del caf¨¦ hab¨ªa un ¨¢rea de juegos para ni?os y que lo que hac¨ªan era inmoral. Luego les dijo c¨®mo deb¨ªan sentarse y qu¨¦ tan juntos pod¨ªan estar. A pesar del amedrentamiento, ellos continuaron all¨ª, pero ya les hab¨ªan arruinado la cita.
Tras enterarse de que dos compa?eros hab¨ªan pasado el mismo mal rato en el mismo caf¨¦, en el distrito de San Miguel, Crissthian, un activista por los derechos LGTBI, quien por entonces era vocero del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL), decidi¨® denunciar. Primero ante el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protecci¨®n de la Propiedad Intelectual (Indecopi), luego ante el Poder Judicial y, finalmente, ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. En las dos primeras instancias su testimonio siempre se puso en tela de juicio, pues ¡°no ten¨ªa pruebas fehacientes¡± de haber sido discriminado.
A mediados de abril, 19 a?os despu¨¦s, su lucha por fin obtuvo justicia. La Corte Interamericana de Derechos Humanos dictamin¨® que el Estado peruano es responsable por la violaci¨®n de los derechos a la libertad personal, garant¨ªas judiciales, vida privada, igualdad ante la ley y protecci¨®n judicial en perjuicio de Crissthian Olivera y su expareja, quien falleci¨® hace a?os. El fallo es un hito: es la segunda sentencia que emite la Corte por un caso de discriminaci¨®n por orientaci¨®n sexual en el Per¨². Son d¨ªas de reivindicaci¨®n para la comunidad LGTBI y de alivio para Crissthian, quien recibe a EL PA?S en la azotea de un hotel en Miraflores.
Pregunta. ?Qu¨¦ siente al lograr justicia despu¨¦s de tanto tiempo?
Respuesta. Una mezcla de emociones. Cierro un ciclo bastante largo de litigio. Jam¨¢s imagin¨¦ que fuera a durar tanto, pero as¨ª son las cosas. Estoy muy agradecido, porque con la noticia de la sentencia he recibido innumerables muestras de cari?o y solidaridad. Si lo comparo a como inici¨¦ el caso hace 19 a?os, siento que el odio no es tanto a como lo era antes.
P. ?Antes del incidente en el caf¨¦ hab¨ªa sufrido discriminaci¨®n en otro lugar p¨²blico por estar con su pareja?
R. No por estar con mi pareja, pero hubo un incidente en un gimnasio en el que yo asist¨ªa. Por esos d¨ªas, un Ministro del Interior dijo que los homosexuales ¨¦ramos incompatibles con las Fuerzas Armadas. Yo, como vocero del Movimiento Homosexual de Lima, demostr¨¦ mi rotundo rechazo, dando declaraciones a diferentes medios de comunicaci¨®n. Al d¨ªa siguiente, cuando fui al gimnasio, el due?o me dijo que las personas me hab¨ªan visto en la televisi¨®n, que se hab¨ªan quejado y que ya no pod¨ªa ir m¨¢s, porque ten¨ªan miedo de que por mi sudor les transmitiera el VIH. Me devolvieron mi dinero. Fue muy degradante.
P. ?Por qu¨¦ decidi¨® denunciar lo que ocurri¨® en el caf¨¦?
R. Porque era un activista y no pod¨ªa permitir que me discriminaran una vez m¨¢s. Ten¨ªa que predicar con el ejemplo. Yo trabajaba como comunicador para la ONG feminista Demus. Recuerdo que le coment¨¦ a mis compa?eras lo que me hab¨ªa sucedido y ellas me contaron que dos muchachos hab¨ªan sufrido lo mismo en el mismo local. Entonces yo dije: esto es una pr¨¢ctica de la empresa. Organizamos un plant¨®n frente al supermercado Santa Isabel y luego me aconsejaron que denunciara el caso legalmente. Quiero resaltar que en todo este tiempo tuve el apoyo de Demus.
P. ?Qu¨¦ sucedi¨® cuando cont¨® en televisi¨®n su querella a uno de los supermercados m¨¢s conocidos del pa¨ªs?
R. Pensaron que poco m¨¢s y estuvimos teniendo sexo. Y nosotros ni siquiera nos hab¨ªamos besado, aunque eso tampoco hubiese estado mal porque las parejas heterosexuales lo hacen y nadie levanta la voz ni se?ala con el dedo. La homofobia y transfobia nos atraviesa a todos. Y el prejuicio te lleva a creer que por ser una persona gay eres ped¨®filo o alguien con una sexualidad descontrolada.
P. ?En alg¨²n momento de todos estos a?os pens¨® en desistir?
R. No, en realidad siempre tuve confianza. Pero cre¨ª que el caso ser¨ªa sencillo. La primera sentencia de Indecopi fue terrible. Poco m¨¢s y nos ped¨ªan que les mostr¨¢ramos un video del preciso instante en que nos humillaron.
P. ?Cu¨¢ndo decidi¨® llevarlo a los organismos internacionales?
R. En el 2011. Tras la sentencia de la Corte Suprema decidimos llevar el caso al sistema interamericano. Primero ante la Comisi¨®n y luego ante la Corte. En la Comisi¨®n demor¨® como diez a?os. Lo entiendo, tienen cargas procesales muy grandes. Adem¨¢s, los casos que llegan al sistema interamericano suelen ser de personas fallecidas. Es raro que una v¨ªctima est¨¦ viva.
P. ?C¨®mo hizo para acreditar la discriminaci¨®n?
R. Como te dec¨ªa, a nivel de Per¨², tanto Indecopi como el Poder Judicial, sosten¨ªan que yo no hab¨ªa generado convicci¨®n con mi testimonio y las pruebas presentadas. Hubo una prueba que fue un reportaje que se hizo por ese tiempo, donde yo entr¨¦ con mi pareja al mismo caf¨¦ con una c¨¢mara escondida y a otros locales, y nos volvieron a discriminar. Pero estos organismos nunca lo quisieron admitir, porque alegaban que lo hab¨ªamos inventado todo. Insinuaban que yo hab¨ªa contratado al periodista, cuando lo ¨²nico que se hizo fue registrar lo que sol¨ªa pasar.
P. ?Entonces qu¨¦ cambi¨® en el sistema interamericano?
R. La sentencia se?ala que no se debe infravalorar el testimonio del denunciante solamente por su orientaci¨®n sexual, que es lo que hicieron conmigo. Nuevamente los estereotipos: ¡®es gay, ?qu¨¦ querr¨¢? Miente¡¯. Eso no se puede hacer. Y lo otro es algo que se llama la carga din¨¢mica de la prueba. Establece que debes demostrar la discriminaci¨®n y presentar indicios, pero no necesariamente pruebas fehacientes. Si presentas indicios de un trato diferenciado, la carga de la prueba se invierte, y es la empresa denunciada quien debe probar que ese trato diferenciado no fue discriminatorio, sino que obedec¨ªa a razones objetivas.
P. ?C¨®mo se defendieron?
R. El argumento de Santa Isabel se bas¨® en la moral y las buenas costumbres, y el resguardo de la integridad de los ni?os. La empresa present¨® supuestas cartas de apoyo de vecinos. Cada una peor que la otra. En realidad, las autoridades peruanas tuvieron al alcance las evidencias de que hubo discriminaci¨®n, porque en las actas de intervenci¨®n del personal dec¨ªa: ¡°dos personas del sexo masculino cometieron actos de homosexualidad¡±.
P. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, ?Lima ha cambiado?
R. El movimiento LGTBI ha crecido y se ha fortalecido. Hay mayor visibilidad, pero tambi¨¦n hay una arremetida ultraconservadora. Los peligros que enfrentamos en cuanto a la garant¨ªa de nuestros derechos siguen latentes. Por eso sigo teniendo mucho miedo de expresar afecto en p¨²blico. Me cuesta besarme o agarrarme de la mano con mi pareja en la calle. He demorado 19 a?os para ser reparado, para que reconocieran que dec¨ªa la verdad. Nadie que haya pasado por lo que yo pas¨¦ quisiera volver a ser tratado como un delincuente. Por eso una de las medidas de la Corte es que debo tener asistencia psicol¨®gica gratuita.
P. ?Qu¨¦ viene ahora?
R. Que la sentencia se cumpla. Pero estos d¨ªas son de celebraci¨®n. El Estado debe realizar campa?as de sensibilizaci¨®n, un razonamiento jur¨ªdico para administrar justicia en temas de discriminaci¨®n, y un plan pedag¨®gico para operadores de justicia. Pero tambi¨¦n buscamos cambios culturales. Porque podemos tener leyes, protocolos, pero debemos modificar los paradigmas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.