La impunidad del hermano Marino: 62 a?os abusando de menores por colegios maristas de toda Espa?a
Las acusaciones, que suman ya 15 v¨ªctimas, se?alan a este cl¨¦rigo como un depredador sexual que se val¨ªa de su papel de ¡°psic¨®logo¡± de la orden para agredir a los alumnos
EL PA?S puso en marcha en 2018 una investigaci¨®n de la pederastia en la Iglesia espa?ola y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce alg¨²n caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en Am¨¦rica Latina, la direcci¨®n es: abusosamerica@elpais.es.
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¡°La sombra de Marino es alargada, en el espacio y en el tiempo¡±. Con esta reflexi¨®n, el guipuzcoano F. R. intenta resumir la vida de Marino Gonz¨¢lez, el hermano marista al que acusa de abusar de ¨¦l en 1985, cuando ten¨ªa 16 a?os. Hasta hace un par de meses, cuando ley¨® un reportaje de este peri¨®dico, no conoc¨ªa el apellido de su agresor, ni tampoco el reguero de v¨ªctimas que ha ido dejando durante sus d¨¦cadas como religioso: al menos 15, repartidas por seis colegios de la orden y en diferentes fechas, desde finales de los a?os cincuenta hasta 2021. Cinco de ellas son nuevos casos de personas que, al igual que F. R., han escrito a este diario en el ¨²ltimo mes. Todas ellas describen a este cl¨¦rigo como ¡°el psic¨®logo¡± que iba por los centros maristas del centro de Espa?a haciendo test y masajes de relajaci¨®n a los alumnos. Pero no solo eso, algunas relatan que Marino tambi¨¦n captaba a menores fuera de las aulas y los llevaba a casas particulares, como una que ten¨ªa en Albillos, localidad burgalesa de 220 habitantes, de donde era oriundo, para abusar de ellos.
F. P. cuenta que conoci¨® a Marino en la casa de un compa?ero de clase, en el pueblo de Gipuzkoa en el que ambos viv¨ªan y estudiaban, donde el marista estaba pasando unos d¨ªas. All¨ª, cuenta que este se interes¨® por sus estudios, su futuro universitario y sus preocupaciones. ¡°Me propuso pasar unos d¨ªas [ese verano] en una casa de Burgos para realizar una serie de test psicot¨¦cnicos y poder orientar mejor mi carrera universitaria. El caso es que, sin saber muy bien donde me met¨ªa, acept¨¦¡±. Ya en Albillos, y a solas, relata que Marino le hizo una bater¨ªa de test. ¡°En el lote llegaron los abusos. Conmigo aprovech¨® mi inseguridad con el sexo para hacer pseudoterapia y efectuar tocamientos. Incluso me pidi¨® que le tocara a ¨¦l, cosa que hice a pesar de mi asco y repulsa¡±, cuenta. Solo fue una noche.
El marista tambi¨¦n le sugiri¨® pasar unos d¨ªas en unos encuentros juveniles que se celebraban en Burgos, a los que asist¨ªan decenas de j¨®venes de los colegios maristas de varias provincias de Espa?a. ¡°Dorm¨ªamos en el suelo, al lado unos de otros, en sitios asignados. Marino se coloc¨® a mi izquierda y alguna noche continu¨® con los tocamientos, hasta que cuando yo era consciente adoptaba una postura que se lo imped¨ªa¡±, narra. F. R. volvi¨® a su casa y, a pesar de que estos abusos fueron duros para ¨¦l, dice que no le han causado un gran trauma: ¡°En aquel momento yo no estaba preparado para entender qu¨¦ estaba pasando. Ni siquiera imagin¨¦ que no era el ¨²nico afectado por los abusos de este se?or. Ahora, me indigna pensar en la impunidad con la que viven estos pederastas que han hecho y siguen haciendo¡±.
La orden se niega a responder cu¨¢ntas denuncias ha recibido contra el hermano Marino, si le abrieron un proceso can¨®nico, tal y como marcan las normas de la Iglesia, si ha sido apartado o contin¨²a viviendo, enclaustrado, en la misma residencia que hace dos a?os, cuando fue denunciado por abusos. Fuentes pr¨®ximas al religioso afirman que sigue viviendo all¨ª y que ten¨ªa programado un viaje vacacional este agosto a Albillos.
Los maristas tampoco responden a las preguntas sobre el ¨²nico caso de Marino que no ha prescrito, el de 2021, en un pinar de la localidad madrile?a de El Escorial. El padre de la v¨ªctima, de 13 a?os, lo denunci¨® ese a?o en los tribunales y present¨® un v¨ªdeo que muestra c¨®mo Marino Gonz¨¢lez, hoy con m¨¢s de 80 a?os, daba masajes a otro menor. La causa fue archivada por falta de pruebas, pero el padre piensa volver a las autoridades para que reabran el caso, tras conocer que Marino est¨¢ acusado por m¨¢s v¨ªctimas.
Por el momento, las acusaciones de pederastia contra Marino se concentran en los colegios madrile?os de San Jos¨¦ del Parque y de Chamber¨ª, en el Juniorado Mayor Hispanoamericano Marista de Pe?afiel (Valladolid), en el colegio marista de Toledo, en el de Guadalajara, en el de Talavera de la Reina (Toledo), en el pinar madrile?o del Tomillar, en dos viviendas particulares de Madrid y en su casa familiar de Albillos.
F. R. no fue el ¨²nico ni?o que sufri¨® los abusos de Marino fuera de los colegios maristas. Jos¨¦ Luis, ahora con 41 a?os, era uno de ellos. Marino era un amigo de su familia y se ofreci¨® a ayudarle para las pruebas de admisi¨®n de la Universidad Pontificia de Comillas, para los cursos de ICADE-ICAI, en la que Marino presum¨ªa de tener contactos. Jos¨¦ Luis, que viv¨ªa en Madrid, ya estaba finalizando el ¨²ltimo curso de COU, en 1999, y el hermano Marino ya le hab¨ªa llevado, un par de fines de semana, a los colegios maristas de Chamber¨ª y San Jos¨¦ del Parque. ¡°Un d¨ªa vino a mi casa y me enga?¨®. Me dijo que estaba muy nervioso y que necesitaba relajarme para que me fuera bien en la universidad. En mi habitaci¨®n me hizo uno de sus masajes. Y abus¨® de m¨ª: roz¨® sus genitales con los m¨ªos. Fue horrible. Me ha condicionado toda mi vida y me ha acarreado problemas con mi forma de entender el sexo y, a su vez, con mis relaciones de pareja que, hoy en d¨ªa, sigo sin poder arreglar¡±, cuenta afectado.
Marino, a?ade esta v¨ªctima, tambi¨¦n min¨® la confianza que ten¨ªa en s¨ª mismo. ¡°Me dec¨ªa que no era bueno en los estudios y que le necesitar¨ªa para entrar en el ICADE. Que, sin ¨¦l, no podr¨ªa hacer nada¡±, dice, y revela que lo m¨¢s duro fue cuando lo cont¨® a su familia. ¡°Miraron para otro lado y no me apoyaron. Creo que es lo m¨¢s doloroso de este asunto y, al igual que los abusos, lo que m¨¢s traumas psicol¨®gicos me ha causado¡±, cuenta.
Para Jos¨¦ Luis, hablar sobre ello sigue siendo desgarrador, pero se siente en la necesidad de sacar a la luz su caso: ¡°He le¨ªdo el testimonio del padre que ha denunciado a Marino por abusar de su hijo. Un caso que no ha prescrito. Por eso cuento mi historia, porque pienso que puede ayudar a que su hijo busque justicia y a que los abusos sufridos no le afecten como a m¨ª¡±.
Este fue el mismo sentimiento que llev¨® a Paco, nombre ficticio, a escribir a EL PA?S. Paco coincidi¨® con Marino en el colegio de Chamber¨ª en 1959, cuando este era su tutor y el encargado del coro del centro. ¡°Era todopoderoso y decid¨ªa qui¨¦n entraba, qui¨¦n pod¨ªa ir de excusiones para cantar fuera del colegio. Si ten¨ªas suerte de que te cogiera como ni?o cantor, pues era genial¡±, relata. En ese ambiente, describe este antiguo estudiante, el religioso se dedicaba a abusar de los peque?os. ¡°Los tocamientos del hermano Marino, durante ese a?o y los siguientes, eran frecuentes con varios chicos de nuestro curso, pero, sobre todo, con un chico del coro. Recuerdo, perfectamente, como le apartaba del resto, lo llevaba a un sitio donde hab¨ªa pocos alumnos y le met¨ªa las manos dentro de los pantalones para tocarle sus partes ¨ªntimas¡±.
El resto de ni?os, cuenta Paco, no entend¨ªa lo que estaba pasando. Dice que ¨¦l nunca sufri¨® a Marino, pero ¡°era una pr¨¢ctica reiterativa y de conocimiento de todos, tanto de los alumnos como de los otros hermanos de maristas¡±. Este caso de abusos es el m¨¢s antiguo que se conoce de Marino, lo que refleja que este cl¨¦rigo est¨¢ acusado de agredir sexualmente a menores durante 62 a?os.
¡°Pasaba temporadas recorriendo todos los colegios¡±
La reciente publicaci¨®n sobre el hermano Marino ha provocado que salgan a la luz acusaciones de pederastia en otros colegios de la orden por donde pas¨®, como el de Talavera de la Reina. As¨ª lo cuenta un estudiante que prefiere guardar el anonimato y al que Marino le dio clase durante el curso de 1977 y 1978: ¡°Ese curso fui nombrado delegado y me enfrent¨¦ mucho a ¨¦l porque era una persona que maltrataba a la gente¡±. Este alumno se rebel¨® p¨²blicamente en varias ocasiones y Marino, cuenta, le invit¨® a abandonar el colegio.
Dos a?os despu¨¦s, ya en la universidad, un excompa?ero del centro le dijo que el cl¨¦rigo quer¨ªa hablar con ¨¦l. Qued¨® con Marino en un piso en el barrio madrile?o de Chamber¨ª, seg¨²n el religioso de unos familiares suyos que se hab¨ªan ido de vacaciones. ¡°Comenz¨® a hablarme sobre sexualidad y comenz¨® a explicarme algo sobre los puntos er¨®genos. Me dijo que me pusiera contra la pared y que me quitase la camisa. Luego me empez¨® a tocar con unas pinzas. Me pidi¨® que me bajase los pantalones. Iba bajando las pinzas y me preguntaba si sent¨ªa una o dos puntas. Yo iba respondiendo una, dos, una... Cuando lleg¨® por debajo de la cintura esper¨¦ a sentir el siguiente movimiento¡±. En ese momento, Marino le pidi¨® que abriera los ojos y que le indicara donde pensaba que le pondr¨ªa las pinzas. ¡°Yo le dije: ¡®M¨¢s vale hermano que no hizo lo que me estaba temiendo. Siempre pens¨¦ que usted era un pervertido. Hoy ya no me queda duda alguna. M¨¢s vale que no se ha atrevido¡±. Tras decirle eso, cuenta que se abroch¨® la camisa, se subi¨® los pantalones y sali¨® del piso pegando un portazo y bajando las escaleras de dos en dos.
Marino aprovechaba ese papel de ¡°psic¨®logo¡± para visitar muchos de los centros educativos de la orden, por lo que reconstruir cronol¨®gicamente sus destinos es complejo. Los maristas se niegan a ofrecer esos datos. Un alumno del colegio marista de Guadalajara, que coincidi¨® con el cl¨¦rigo entre 1966 y 1975, explica que la direcci¨®n del colegio les dio a entender que este era el psic¨®logo de toda la provincia Ib¨¦rica ¡ªuna subdivisi¨®n administrativa de la congregaci¨®n en Espa?a¡ª, el que hac¨ªa los test de inteligencia y personalidad, escrib¨ªa informes para los padres de los alumnos y se entrevistaba en privado con aquellos que ¨¦l consideraba oportuno. ¡°Pasaba temporadas recorriendo todos los colegios de esa provincia: Guadalajara, Toledo, Talavera de la Reina, Madrid, Buitrago... y no s¨¦ si tambi¨¦n el noviciado que los maristas ten¨ªan en Sig¨¹enza. Esto le daba acceso a un mayor n¨²mero de ni?os¡±, dice este exalumno.
La fama de Marino como ¡°el hermano marica que tocaba a los ni?os¡± tambi¨¦n hab¨ªa llegado a este colegio de Guadalajara. ¡°Todos los alumnos, 35 chicos en el curso de 1975, sab¨ªamos que met¨ªa mano. Y cuando alg¨²n compa?ero era llamado a una reuni¨®n a solas en su despacho, al salir ten¨ªa que soportar las bromas de todos los dem¨¢s afortunados que (como yo mismo) nos libramos del peligro [de ser abusados]¡±, dice.
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