El debilitamiento de los escudos sociales
En Espa?a, la subida de los precios est¨¢ teniendo un impacto social mayor que en otros pa¨ªses porque servicios b¨¢sicos del hogar como el alquiler, la luz o el gas son proporcionalmente mucho m¨¢s caros
?C¨®mo puede ser que cuando tenemos una de las mejores situaciones de empleo en mucho tiempo, con m¨¢s ocupaci¨®n y mayor estabilidad laboral, tantas familias se encuentren atrapadas en la telara?a de la pobreza sin poder salir? Porque tener trabajo ...
?C¨®mo puede ser que cuando tenemos una de las mejores situaciones de empleo en mucho tiempo, con m¨¢s ocupaci¨®n y mayor estabilidad laboral, tantas familias se encuentren atrapadas en la telara?a de la pobreza sin poder salir? Porque tener trabajo ya no es el escudo protector que cabr¨ªa esperar. Y no lo es por dos factores que en esta coyuntura se han aliado para asfixiar a los m¨¢s vulnerables con la fuerza de una boa constrictor: la devaluaci¨®n de los salarios y el encarecimiento de los recursos imprescindibles para vivir como tener un techo, comer o poder calentarse. As¨ª lo refleja el ¨²ltimo informe de C¨¢ritas Ingresos y gastos: una ecuaci¨®n que condiciona nuestra calidad de vida, en el que se confirma el aumento de la desigualdad.
Sabemos que la inflaci¨®n castiga m¨¢s a los que menos tienen. Pero en Espa?a la subida de los precios est¨¢ teniendo un impacto social mayor que en otros pa¨ªses porque los servicios b¨¢sicos del hogar como el alquiler, la luz o el gas son proporcionalmente mucho m¨¢s caros. Desde 2008 los salarios han subido una media del 12%, pero los gastos de vivienda, comida y servicios se han incrementado un 30%. En dos a?os el aceite ha subido un 64%, la leche un 43% y la fruta fresca un 27% pero los salarios apenas se han movido y eso lleva a mucha m¨¢s gente a tener que elegir entre calentarse o comer, o entre comer y pagar el alquiler. Tres millones de hogares (el 16,8% del total) quedan por debajo del umbral de la pobreza severa despu¨¦s de pagar la vivienda y los recibos de gastos fijos como el agua, el gas o la electricidad. En 2018 eran 1,8 millones de hogares, el 9,9%. Tambi¨¦n est¨¢ creciendo de forma alarmante la inseguridad residencial: 4,2 millones de familias (el 23,2% del total) han de compartir vivienda o est¨¢n en precario en la que tienen. Vivir de alquiler, con la actual normativa y la actual escalada de precios, se ha convertido en un factor de vulnerabilidad y de estr¨¦s permanente.
Estos datos demuestran que las pol¨ªticas p¨²blicas van muy por detr¨¢s de las necesidades. Que ni la bonanza econ¨®mica es garant¨ªa de prosperidad para todos, ni las pol¨ªticas de redistribuci¨®n a trav¨¦s de ayudas sociales son suficientes. El escudo social se est¨¢ debilitando tanto que las medidas aprobadas en la legislatura pasada, como el aumento sin precedentes del salario m¨ªnimo interprofesional o la reforma laboral que ha permitido dar seguridad en el empleo a millones de trabajadores, no han logrado frenar el aumento de las desigualdades. Imaginemos qu¨¦ hubiera ocurrido si en lugar de esas pol¨ªticas claramente redistributivas se hubieran aplicado las contrarias, como ocurri¨® en la crisis de 2008.
El ¨²ltimo informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza constata que tener trabajo ya no es garant¨ªa frente a la pobreza. Y tampoco lo es ya tener estudios superiores. De hecho, uno de cada tres pobres tiene trabajo, incluso m¨¢s de uno, y uno de cada seis posee un t¨ªtulo de grado superior. Que 1,4 millones de espa?oles con estudios superiores est¨¦n en riesgo de pobreza es un s¨ªntoma alarmante. Son el doble que en 2008 y la mayor¨ªa de ellos son j¨®venes. Un sistema pol¨ªtico que es incapaz de proteger a las nuevas generaciones como protegi¨® a las que ahora se jubilan, y que no ofrece un horizonte de futuro ni expectativas de mejora a quienes se encuentran en precario, acabar¨¢ teniendo un grave problema de legitimaci¨®n social. El malestar que eso genera golpea primero a quienes lo sufren, en forma de angustia, depresi¨®n y trastornos mentales, pero al final, puede volverse contra el propio sistema democr¨¢tico. La desesperanza y el miedo al futuro son el caldo de cultivo que est¨¢n esperando las extremas derechas para hacer avanzar su modelo totalitario.