Carla Antonelli, primera senadora trans: ¡°Hay mucha hipocres¨ªa. Parece que algunos pol¨ªticos no tienen sexo¡±
La pol¨ªtica y activista ha roto todos los techos de cristal de las mujeres transexuales. Ahora publica sus memorias, ¡®La mujer volc¨¢n¡¯, el relato de un viaje que incluye exilio, supervivencia, far¨¢ndula y una lucha ¨¦pica por la posibilidad de ser
La mujer volc¨¢n, la autobiograf¨ªa que Carla Antonelli (G¨¹¨ªmar, 64 a?os) acaba de publicar con Plaza & Jan¨¦s, estuvo a punto de ser un libro p¨®stumo. ¡°Hace unas semanas casi me muero. Ingres¨¦ en el hospital con broncoespasmos, principio de neumon¨ªa y una bacteria. No pod¨ªa respirar. Me dije a m¨ª misma: ¡®Me muero, pero con los tacones puestos¡±, explica la pol¨ªtica, activista y senadora de las Cortes Generales por M¨¢s Madrid. Suelta una carcajada, pero admite que en esas horas oscuras vio su vida pasar por delante de sus ojos: su infancia en un peque?o pueblo de Tenerife, donde sufri¨® el acoso de otros ni?os; su juventud en Las Palmas de Gran Canaria, donde tuvo que ejercer la prostituci¨®n para poder comer; su llegada a Barcelona, donde dio sus primeros pasos como artista de revista y espect¨¢culos transformistas; su salto a Madrid para trabajar en clubs de alterne y bares¡
¡°Te prometo que vi toda mi vida pasar¡±, repite, sin poder contener unas l¨¢grimas. Toda esa vida la ha plasmado en La mujer volc¨¢n, memorias que ha escrito junto al polit¨®logo Marcos Dosantos. De su salto a la fama en la ¨¦poca de la Transici¨®n y el destape a convertirse en la primera persona transexual en tener un cargo legislativo en Espa?a; pasando por su papel en la serie El s¨ªndrome de Ulises, que la convirti¨® en la primera actriz trans con un rol fijo en la televisi¨®n de nuestro pa¨ªs; su etapa como tertuliana en Cr¨®nicas Marcianas; su activismo y su lucha para la aprobaci¨®n del matrimonio igualitario y la ley de identidad de g¨¦nero; y su ¡°divorcio¡± de los socialistas por defender una ¡°ley trans¡± sin recortes ni demoras. A diferencia de otras memorias pol¨ªticas, las suyas son un aut¨¦ntico striptease sentimental en el que habla de lo que muchos no se atrever¨ªan: abusos, violencia machista, depresiones, drogas y sexo, la movida madrile?a y hasta un encuentro con Bert¨ªn Osborne.
Pregunta. ?Lo ha contado todo?
Respuesta. Como digo en el libro, qui¨¦n carajo cuenta todo.
P. Pero cuenta m¨¢s que otras y otros¡
R. Mira, cuando llegu¨¦ a la Asamblea de Madrid, un peri¨®dico me hizo una entrevista. La titularon: ¡°Carla Antonelli, de hacer la esquina al esca?o¡±. Aprend¨ª una cosa: antes de que lo cuenten otros, lo cuento yo. Soy coherente y consecuente. De eso se trata el trabajo que hago: de que no haya ninguna persona en ninguna esquina por obligaci¨®n. Hemos hecho posible que muchas mujeres trans est¨¦n estudiando y terminando carreras, que puedan tener opciones, que puedan estar protegidas por sus familias, que puedan ser queridas y amadas¡
P. Pedro S¨¢nchez ha anunciado una proposici¨®n de ley para abolir la prostituci¨®n. ?Qu¨¦ opina?
R. Yo termin¨¦ en la esquina porque no hab¨ªa m¨¢s. Hay que perseguir todo tipo de explotaci¨®n y trata y situaciones forzadas o en contra de la voluntad. Pero tambi¨¦n hay que ponerse en el lugar de todas. Hay que pensar en las personas a las que les pides que dejen ese trabajo y hay que buscarles una salida. Muchas veces, a los pol¨ªticos les importan bien poco las prostitutas. Quieren solucionar un problema, pero no buscan soluciones reales para los seres humanos. Las prostitutas siempre son el flanco m¨¢s d¨¦bil de este problema. Hay que escucharlas. Yo vengo de donde vengo y no puedo negar que vengo de una esquina. Por eso no puedo ser abolicionista. No tendr¨ªa sentido ni ser¨ªa coherente. Nadie me puso una pistola en la cabeza, pero s¨ª me vi obligada a esa situaci¨®n y esa situaci¨®n me hizo salir adelante. No quiero que nadie m¨¢s est¨¦ en una esquina por obligaci¨®n. Quiero que todo el mundo tenga una oportunidad.
P. Cuando trabajaba en un club de alterne, ve¨ªa mucho a un pol¨ªtico al que no quiere nombrar. ?Sigue habiendo mucha hipocres¨ªa en la pol¨ªtica respecto al sexo?
R. Much¨ªsima. En M¨¢s Madrid acabamos de hacer una campa?a con el lema ¡°Queremos una casa para poder follar¡± y no te quiero contar las escandaleras que se formaron en la Asamblea de Madrid. Parece que algunos pol¨ªticos no tienen sexo. Todo el mundo se acuesta, menos las personas asexuales. De todas las letras del colectivo LGTBIQ+, yo ya estoy caminando hacia la A de asexual. Pero todos hacen cosas en la cama. Me gustar¨ªa ver por un agujerito lo que hacen algunos. Hay mucha hipocres¨ªa.
P. Su madre la llam¨® Carla por primera vez cuando estaba en el lecho de muerte. Usted ya ten¨ªa 57 a?os. ?Fue demasiado tarde o nunca es tarde?
R. Nunca es tarde. Mi madre aprendi¨® a hablar en neutro para no ofenderme. Ya al final de su vida, en la cama y postrada, me llam¨® ¡°Carla, Carlota¡±. Y me confes¨®: ¡°Es que hay cosas que cuestan mucho entender¡±.
P. Durante mucho tiempo tuvo miedo a la muerte precoz. ?Sigue temi¨¦ndole a la muerte?
R. No, ya no. Ingres¨¦ en la UCI el d¨ªa 21 de febrero y me vi con un pie en un lado y con un pie en el otro. No pod¨ªa respirar, pero me puse a mandar mensajes de WhatsApp diciendo que si me mor¨ªa ten¨ªan que velarme en el sal¨®n del pleno de la Asamblea, y que ten¨ªan que poner Dancing Queen de Abba y colgar la bandera trans en la grada de invitados.
P. En su libro cuenta que en los a?os de la movida Bert¨ªn Osborne la invit¨® a una copa en Joy Eslava. ?Qu¨¦ pas¨®?
R. Coincidimos all¨ª. Me invit¨® a su mesa, donde estaban Ana Garc¨ªa Obreg¨®n, Georgio Aresu y otros. Percib¨ª que era el centro de atenci¨®n. Empec¨¦ a sentirme muy inc¨®moda. Entonces me levant¨¦ y me fui a mi mesa. Pedro Trapote, due?o de Joy Eslava, siempre ten¨ªa una mesa para m¨ª con una botella de whisky. Adem¨¢s, sinceramente, no ve¨ªa guapo a Bert¨ªn.
P. Pero, ?qu¨¦ quer¨ªa?
R. Nunca se sabr¨¢. Yo lo ¨²nico que s¨¦ es que se acerc¨®, me invit¨® a una copa y me dijo: ¡°Eres muy guapa¡±. Ah¨ª hab¨ªa cent¨ªmetros. Pero no hubo cap¨ªtulo siguiente. Narro las cosas como fueron. Yo era tremenda en esa ¨¦poca. En el caso de Bert¨ªn, no hubo amago. Todo lo contrario.
P. Cuando ten¨ªa 30 a?os, tuvo una pareja que la maltrataba. Fue v¨ªctima de violencia machista. ?Las mujeres trans son un blanco m¨¢s f¨¢cil?
R. Absolutamente. Hay gente que dice: ¡°?Por qu¨¦ no te fuiste cuando te dio la primera hostia?¡±. Esa gente no entiende que la violencia comienza cuando ya est¨¢s metida en una jaula de hierro. Y no es f¨¢cil salir de esa jaula. Me parec¨ªa importante contar esto, m¨¢s siendo una mujer trans. Algunos creen que por ser mujer trans no puedes sufrir violencia machista.
P. Tras esa relaci¨®n, se prometi¨® a s¨ª misma ser feliz sin un hombre. ?Lo ha conseguido?
R. Soy feliz con mi soledad elegida. Soy feliz porque tengo muchos amigos y amigas y los tengo por todos lados. Sin esta soledad elegida, no habr¨ªa podido reflexionar tanto sobre mi vida.
P. En su d¨ªa, ech¨® un pulso al PSOE para que la ley de identidad de g¨¦nero saliera adelante y pag¨® un precio por ello. Le dieron la espalda. ?Alguien le pidi¨® disculpas?
R. Muchos me han reconocido aquel error. Hace unos a?os llor¨¦ con Zapatero, lloramos juntos. Fue el reencuentro que hab¨ªa so?ado. Zapatero reconoci¨® que la ley de identidad de g¨¦nero tendr¨ªa que haber salido antes que la del matrimonio igualitario, que en ese momento era m¨¢s importante tener un DNI que poder casarse. Eso signific¨® todo para m¨ª. Pero, si te fijas, todav¨ªa hay dirigentes socialistas que hablan mucho sobre el matrimonio igualitario y muy poco sobre la identidad de g¨¦nero.
P. Yolanda D¨ªaz le ofreci¨® ser diputada y lo rechaz¨®. ?Se ve en un futuro en el Congreso de los Diputados?
R. Para m¨ª, el ma?ana es hoy. Yo pienso en el hoy, en M¨¢s Madrid. Le agradezco mucho a Yolanda D¨ªaz ese ofrecimiento, pero mi lugar est¨¢ en el Senado. Soy fiel y respetuosa con quien me ha tendido la mano en los momentos de oscuridad. Por eso la dedicatoria de mi libro es: ¡°Para quienes se quedaron cuando ya no hab¨ªa nadie¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.