La decisi¨®n de la francesa Gis¨¨le P.: plantar cara a los 51 hombres que la violaron a instancias de su marido
La v¨ªctima, a la que su pareja durante una d¨¦cada drogaba sin su conocimiento para que pudieran abusar de ella y filmar las escenas, pidi¨® un juicio p¨²blico y acude a las vistas con el rostro descubierto
Mientras la mayor¨ªa de los 51 acusados se tapaba el rostro con el brazo, con una mascarilla o encogiendo pat¨¦ticamente el cuello dentro del jersey o de la camiseta, Gis¨¨le P¨¦licot, sexagenaria violada una o m¨¢s veces por cada uno de todos esos hombres, les miraba atentamente a rostro descubierto. La mujer, v¨ªctima de uno de los casos m¨¢s atroces de agresi¨®n sexual de la historia de Francia, decidi¨®, adem¨¢s, que el juicio iniciado el lunes en Avi?¨®n contra la persona con la que estuvo casada durante 50 a?os y que a lo largo de una d¨¦cada la drog¨® para que otros hombres la violasen mientras se encontraba inconsciente, se celebrase de forma p¨²blica. La decisi¨®n fue clara: cuanta m¨¢s publicidad, cuanta m¨¢s deshonra para los violadores y su expareja, mejor.
Gis¨¨le se present¨® con sus tres hijos, tambi¨¦n v¨¢stagos del hombre que se sentaba en el banquillo. Los tres estuvieron de acuerdo en que el proceso adquiriese la mayor transparencia y publicidad posible. Pero la segunda vista (celebrada el martes), en la que comenzaron a relatarse uno por uno los casos de violaci¨®n a su madre durante esos diez a?os, fue de una dureza extrema y nauseabunda. Caroline, la hija de la v¨ªctima, comenz¨® a temblar 20 minutos despu¨¦s del inicio de la audiencia ante la corte criminal de Vaucluse. La mujer rompi¨® a llorar cuando el presidente Roger Arata arranc¨® con la lectura del resumen de los hechos y mencion¨® tambi¨¦n una serie de fotomontajes encontrados en la computadora de su padre en los que ella misma aparec¨ªa desnuda en una carpeta titulada ¡°Alrededor de mi hija, desnuda¡±. Caroline finalmente abandon¨® la sala, escoltada por sus dos hermanos y su abogado, Antoine Camus, para regresar unos 20 minutos m¨¢s tarde.
Gis¨¨le P¨¦licot, sin embargo, continuaba en su asiento tranquila, con unas gafas de sol y sin apenas cambiar el gesto, observando el rostro tan familiar del horror, como si estuviese construyendo unos recuerdos que hasta entonces solo pertenec¨ªan a su cuerpo. Frente a ella, al otro extremo de la sala en el ¨¢rea reservada para los 18 acusados detenidos, su esposo, que llevaba una camiseta gris, tampoco daba s¨ªntomas de estar nervioso. El hombre no pidi¨® ni quiso ocultar su rostro en ning¨²n momento, ni siquiera con una mascarilla, como otros acusados. Se mostr¨® seguro y algo desafiante. De vez en cuando, lanzaba algunas miradas hacia la sala donde estaban sentados los otros 32 acusados que comparec¨ªan en libertad, cubri¨¦ndose los rostros con la ropa. ¡°Debido al n¨²mero de acusados, a la gran cantidad de informaci¨®n incautada y para tener una visi¨®n general para todos, la lectura ser¨¢ concisa y se centrar¨¢ en los puntos clave del caso¡±, hab¨ªa precisado Roger Arata al inicio de su intervenci¨®n.
El presidente de este tribunal penal comenz¨® entonces la lectura del resumen de un expediente de 31 vol¨²menes, por el cual 51 hombres, de los 72 identificados por los investigadores a partir de las fotos y v¨ªdeos encontrados y que permitieron abrir una investigaci¨®n que dur¨® dos a?os. La exposici¨®n de los hechos comenz¨® a partir del 12 de septiembre de 2020, cuando Dominique P¨¦licot, de 71 a?os, fue detenido por un guardia de seguridad en un supermercado de Carpentras (Vaucluse) al ser descubierto filmando a clientas bajo sus faldas. Durante su detenci¨®n, explic¨® que hab¨ªa ¡°actuado bajo impulsos¡± que ¡°no pudo controlar¡±. Pero durante los registros, los investigadores encontraron miles de fotos y videos en los que su esposa aparec¨ªa siendo violada por desconocidos en su domicilio. De hecho, la mujer descubri¨® en comisar¨ªa que desde 2011 su marido, a quien describ¨ªa como ¡°un tipo genial¡± antes de ser consciente de los hechos, la hab¨ªa entregado a decenas de hombres mientras ella dorm¨ªa bajo los efectos de medicamentos como benzodiazepinas, un sue?o que no le dejaba ning¨²n recuerdo y que la sum¨ªa en una suerte de coma. Sus hijos, de hecho, insistieron en que visitase a un psiquiatra pensando que podr¨ªa sufrir un principio de Alzheimer que le provocaba aquellas lagunas en la memoria.
Dominique P., un padre de familia supuestamente mod¨¦lico y amante de las excursiones en bicicleta, publicitaba la posibilidad de violar a su mujer en el chat de un foro que titul¨® ¡°Sin su conocimiento¡±. Seg¨²n ha publicado el peri¨®dico Le Monde, solo dos de esas 72 personas ¨Dalgunos la violaron hasta seis veces¨D se negaron a participar tras el ofrecimiento del marido. Una de ellas, un aficionado a los clubes de intercambio de parejas y al llamado libertinaje, habl¨® durante d¨ªas con el acusado que trataba de convencerle para que formase parte de los abusos. Finalmente, explic¨®, renunci¨® porque consider¨® que se trataba de una violaci¨®n. A pesar de ello, no alert¨® a la polic¨ªa.
Proc¨¨s des viols de Mazan: la majorit¨¦ des accus¨¦s conteste les faits reproch¨¦s pic.twitter.com/4LtCj9Lt93
— BFM Marseille Provence (@BFMMarseille) September 4, 2024
¡°Eres como yo, te gusta el modo violaci¨®n¡±, le dijo a uno de sus interlocutores en una conversaci¨®n encontrada por los investigadores. A otros, interesados en su m¨¦todo, les explic¨® que, al administrar somn¨ªferos a su esposa (450 pastillas solicitadas durante un a?o, seg¨²n el seguro de salud), pod¨ªa abusar de ella y obtener pr¨¢cticas que ella rechazaba en circunstancias normales, seg¨²n constaba en los chats que la polic¨ªa encontr¨® en los dispositivos electr¨®nicos del hombre. Los perfiles de los violadores eran variados, pero completamente normales. Un bombero, un periodista, un comerciante, un simple jubilado, un repartidor o un funcionario de prisiones. Algunos eran padres estupendos, maridos atentos e incluso entra?ables abuelos. Las normas, esa era la ¨²nica regla, estaban claras cuando acud¨ªan a aquella casa: aparcar en un colegio cercano, entrar sigilosamente, evitar el olor a perfume o tabaco, desvestirse en la cocina para evitar olvidar prendas en el dormitorio y calentarse las manos en el radiador para no despertarla.
Adem¨¢s del principal acusado, los 50 agresores se enfrentan a penas de hasta 20 a?os de prisi¨®n por violaciones agravadas. Las defensas, en general, est¨¢n alegando que los acusados no sab¨ªan que la mujer estaba inconsciente. La mayor¨ªa ¨D35 han reconocido los actos sexuales¨D se?al¨® ante la polic¨ªa que la v¨ªctima simulaba estar dormida y que eso, en realidad, era la gracia del supuesto juego: un ¡°delirio de una pareja libertina¡±, lo describieron. Como ese trabajador de la construcci¨®n, de 54 a?os, que habl¨® de ¡°una fantas¨ªa¡±, sin sentir ni la intenci¨®n ni la impresi¨®n de cometer una violaci¨®n, pero obedeciendo, ¡°desconectado¡±, las directrices de Dominique P., a quien describen como un ¡°director de orquesta¡±. ¡°Su juego consist¨ªa en que su esposa fing¨ªa estar dormida¡±, seg¨²n uno de ellos. Ahora deber¨¢n repetir ese argumento mientras la v¨ªctima les observa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.