¡®El que se mueva es gay¡¯
Un juego con trasfondo hom¨®fobo viralizado en TikTok y YouTube acaba en los patios de colegio de ni?os de primaria
Mi hijo peque?o, que tiene nueve a?os, me cont¨® la semana pasada el ¨²ltimo juego en el patio de su clase, de cuarto de Primaria, en un colegio p¨²blico del centro de Madrid: ¡°El que se mueva es gay¡±. No necesita mucha explicaci¨®n. Cuando un ni?o dice la frase, los dem¨¢s tienen que quedarse congelados porque... el que se mueva es gay. Me cont¨® que hab¨ªa habido un ¡°l¨ªo¡± porque los profesores se hab¨ªan enterado de que este juego reinaba en el recreo. Y, sobre todo, me cont¨® c¨®mo le hac¨ªa sentir: mal. Mal porque su prima de 20 a?os tiene una novia. Mal porque uno de sus mejores amigos tiene dos mam¨¢s. Y mal porque el padrino de su hermano acaba de casarse con otro hombre.
El ni?o ha visto con total naturalidad a lo largo de sus nueve a?os de vida que cada uno ame a quien le d¨¦ la gana: un hombre a una mujer, un hombre a otro hombre, una mujer a otra mujer... Sin embargo, en el recreo, ese juego le estaba transmitiendo que algo no estaba bien en algunos tipos de amor que ¨¦l ten¨ªa muy cerca, el que sienten personas a las que quiere much¨ªsimo. En 2024, y en un pa¨ªs en el que el matrimonio entre personas del mismo sexo est¨¢ legalizado desde 2005, en su clase se juega a que ser gay es algo de lo que avergonzarse y algo de lo que huir.
¡°?Qu¨¦ m¨¢s da con qui¨¦n quieras estar o vivir?¡±, me preguntaba, honestamente sorprendido. ¡°Victoria tiene una novia. Luis se ha casado con V¨ªctor. ?Por qu¨¦ va a estar mal?¡±. Y repet¨ªa: ¡°Los de mi clase lo han visto en YouTube y por eso juegan a eso, pero no est¨¢ bien. No est¨¢ bien¡±.
Yo desconoc¨ªa la extensi¨®n de ese juego, pero en cinco minutos en Internet vi que el a?o pasado se habl¨® mucho de ello por un reto viralizado a trav¨¦s de TikTok. Y encontr¨¦ tambi¨¦n muchos v¨ªdeos de aparente humor ligero con la dichosa frase, v¨ªdeos llenos de interacciones con emojis carcaje¨¢ndose. Ahora, un a?o despu¨¦s, el juego divertido ha llegado al patio del colegio. Mi hijo mayor, que est¨¢ en sexto, de 11 a?os, me dijo que era habitual en todas las clases, incluida la suya, y que los defensores y los detractores manten¨ªan este tipo de debates:
- Este juego est¨¢ en contra de los gays, no me parece bien.
- Qu¨¦ va, si no estamos en contra de los gays. Es solo que nosotros no queremos serlo.
- Pues si no quer¨¦is serlo, un poco en contra s¨ª que est¨¢is, ?no?
No parece que el colegio de mis ni?os sea un caso ¨²nico. D¨ªas despu¨¦s de que un compa?ero del peri¨®dico leyera el borrador de esta columna, casualmente su hija le cont¨® que en su escuela muchos ni?os se divert¨ªan tambi¨¦n con esto. Es otro barrio, entornos muy distintos... pero el mismo juego hom¨®fobo repetido por ni?os que en breve empezar¨¢n a experimentar con su propia orientaci¨®n sexual.
El colegio actu¨® bien en el caso de mi hijo. Los profesores hablaron con los ni?os y ah¨ª acab¨® todo. Pero maldita la gracia de estos contenidos que se van expandiendo como telas de ara?a por las redes sociales y que, sin darle importancia, van configurando la mente de nuestros hijos en una direcci¨®n: la de los prejuicios, la de que hay opciones sexuales y familiares que son correctas mientras que otras est¨¢n mal y hay que sentir verg¨¹enza y culpa por ellas. Y todo, bajo la apariencia de un reto gracioso. La semilla del retroceso de los derechos civiles, una de tantas, est¨¢ en unos v¨ªdeos aparentemente simp¨¢ticos de YouTube y de TikTok que circulan desde hace tiempo y que han acabado reproduciendo ni?os de nueve a?os en el recreo.
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