La nueva y esperanzadora vida de tres refugiados LGTBIQ+ en Espa?a
La persecuci¨®n a este colectivo ha traspasado las puertas de Europa. Lo que ocurre en Rusia o Bielorrusia ha comenzado a tomar forma en Hungr¨ªa o Polonia. En una tercera parte de los Estados de la ONU se pena la homosexualidad, en otros 43 la protecci¨®n es inexistente y en seis se aplica la pena de muerte. Las solicitudes de asilo crecen. Una rusa, un salvadore?o y una venezolana que huyeron y ahora viven en Barcelona, Madrid y Ja¨¦n lo atestiguan
No huyen por ser lesbianas ¨Co gais, o por expresar cualquier otra orientaci¨®n sexual o identidad de g¨¦nero-, sino porque en sus pa¨ªses de origen existen leyes, pol¨ªticas y comportamientos f¨®bicos en contra de las personas LGTBIQ+. La tercera parte de los Estados miembros de la ONU criminaliza los actos sexuales consensuales entre personas adultas del mismo sexo, seg¨²n el ¨²ltimo informe sobre Homofobia de Estado de la Asociaci¨®n Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA). La tercera parte son 69.
En esa huida, estas personas se apoyan en organizaciones internacionales como Acnur, la agencia de la ONU para los refugiados, o en otras entidades de ¨¢mbito local o nacional como Kif Kif, que les brindan el asesoramiento m¨¢s arduo (el legal) y el apoyo m¨¢s c¨¢lido (asistencia psicosocial y una red en la que sentirse acompa?ados: la nueva familia). De su mano inician los tr¨¢mites para solicitar protecci¨®n internacional. Y si la resoluci¨®n es favorable, obtienen el estatus de refugiado. Luego vendr¨¢ la nacionalidad porque lo que no viene es la vuelta a sus pa¨ªses, lugares donde no hay una guerra temporal, sino un ataque que no tiene fin.
Ataque porque en muchos pa¨ªses, sin estar perseguidos, las personas LGTBIQ+ no est¨¢n protegidas ¡ªen 43 no tiene protecci¨®n, seg¨²n la ILGA¡ª, y eso las convierte de facto en amenazadas. Como en Rusia, de donde procede Kate (no se aporta el nombre completo por seguridad), un Estado calificado por la ILGA como que ni criminaliza ni protege. Kate naci¨® en Mosc¨², tiene 33 a?os y es lesbiana. Abandon¨® la capital rusa hace cuatro a?os y se instal¨® en Sitges (Barcelona), donde trabaja en la realizaci¨®n de contenido audiovisual. ¡°En el colegio nos contaban que la homosexualidad era una enfermedad mental¡±, recuerda. Rusia aprob¨® en junio de 2013 una ley que prohib¨ªa hablar sobre homosexualidad, un asidero legal para que los hom¨®fobos redoblaran su homofobia. ¡°Se formaron grupos en redes sociales para incitar a la gente a que cazara gais y lesbianas¡±, asegura. ¡°La ¨²nica opci¨®n que me quedaba era abandonar Rusia¡±, cuenta por escrito esta mujer en un correo electr¨®nico para asegurarse de que se expresa adecuadamente en espa?ol.
Por tel¨¦fono relata su historia Luis, de 29 a?os, nacido en El Salvador, un Estado centroamericano de 6,5 millones de habitantes que seg¨²n la ILGA ofrece protecci¨®n limitada/dispar. Una protecci¨®n insuficiente para librarle de amenazas por ser gay o de un atraco a su domicilio en Santa Tecla, una ciudad residencial a las afueras de San Salvador (la capital), lo que se conoce como la Paracentral. El hostigamiento durante un a?o en forma de da?os en su coche ¨Crayones, pinchazos en las ruedas¨C, mensajes al m¨®vil y notas por debajo de la puerta se tradujo en ataques de ansiedad y en una depresi¨®n. El asalto a su casa era una maniobra m¨¢s de acoso, pues no se llevaron nada de valor. ¡°La polic¨ªa solo lo tom¨® como un intento de robo. No levantaron huellas y omitieron en la denuncia las causas que lo motivaron: mi orientaci¨®n sexual¡±, recuerda. ¡°Iban a investigar el suceso, pero nunca m¨¢s se supo nada¡±.
¡ª?Qui¨¦nes pod¨ªan ser?
¡ªPod¨ªan ser los vecinos, el vigilante de seguridad de la residencial¡ Pod¨ªa ser cualquiera en realidad. Hasta la fecha no sabemos nada.
En otra ocasi¨®n un coche le persigui¨® en la autov¨ªa con intenci¨®n de sacarle de la calzada. El banco para el que trabajaba en San Salvador le cambi¨® de sucursal tres veces para prevenir el acoso. Pero segu¨ªa vigilado. ¡°Al final decido irme de manera dr¨¢stica. No sab¨ªa ni a d¨®nde ni cu¨¢ndo. Fue muy abrupto¡±, afirma. ¡°Me sent¨¦ con mi mejor amigo y con mi prima, de las ¨²nicas familiares que me apoyan, y me puse a buscar ciudades gay-friendly¡±, a?ade. En esa lista aparec¨ªa Madrid, donde aterriz¨® en junio de 2019 para comprobar si lo que hab¨ªa le¨ªdo se parec¨ªa a la realidad. No se ha vuelto a ir y desde octubre de 2020 trabaja como administrativo en Kif Kif, una entidad que brinda apoyo desde hace 18 a?os a la comunidad LGTBIQ+ de extranjeros que buscan refugio en Espa?a. Como tampoco se ha marchado Kate de Sitges, donde vive con ?ngela, su novia, tambi¨¦n rusa. Ambas protagonizaron una campa?a de sensibilizaci¨®n del Ayuntamiento de Barcelona. Aparecen en marquesinas y en los pasillos del metro juntas.
El trabajo de las organizaciones
Desde que los desplazados por su orientaci¨®n sexual como Luis y Kate aterrizan en Espa?a hasta que se asientan, encuentran trabajo y en ¨²ltima instancia consiguen ¨Csi la consiguen¨C la protecci¨®n del Estado, pasa tiempo y pasan muchas dificultades. Aqu¨ª es donde el trabajo de las organizaciones internacionales y las entidades locales resulta vital. Juan Carlos Arnaiz, coordinador de Protecci¨®n Legal en la oficina de Acnur en Espa?a, se?ala otras cuestiones en las que brindan apoyo m¨¢s all¨¢ del procedimiento de solicitud de asilo. ¡°Muchas personas arrastran experiencias traum¨¢ticas, llegan con el rechazo interiorizado, con verg¨¹enza y miedo¡±, afirma. Se encuentran muchas barreras culturales o educacionales. ¡°Algunos solicitantes a veces temen expresar su orientaci¨®n sexual o su identidad de g¨¦nero. Debemos crear espacios seguros para que se expresen libremente y formar redes¡±. Esos espacios seguros deber¨ªan ser los lugares donde se hospedan en el primer estadio tras su llegada o las comisar¨ªas donde realizan las entrevistas y explican la situaci¨®n que les ha tra¨ªdo a Espa?a.
Luis formaliz¨® la solicitud a las dos semanas de llegar a Espa?a, justo cuando se celebraba el Pride, como ¨¦l dice, en el verano de 2019. Un a?o m¨¢s tarde se resolvi¨® como favorable, lo que implica que el Estado le brinda protecci¨®n internacional. Gracias a la ayuda de una abogada de la Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado (CEAR) y de una trabajadora social de Kif Kif, Luis redact¨® un escrito de ocho p¨¢ginas donde demostraba c¨®mo hab¨ªa influido su orientaci¨®n sexual en el colegio, en el trabajo¡ en su vida. Desde la incomprensi¨®n de su madre (¡°por la educaci¨®n recibida, por los modelos que tuvo, no comprende la homosexualidad¡±, afirma) hasta la persecuci¨®n que sufri¨® antes de viajar a Espa?a.
C¨¦sar Delgado, director de proyectos de Kif Kif, asegura que el proceso de revivir situaciones del pasado ante las autoridades remueve por dentro a los solicitantes. ¡°Nos damos cuenta de que psicol¨®gicamente no est¨¢n preparados para describir la vida que han dejado atr¨¢s y recordar el peligro al que estuvieron expuestos¡±, afirma este trabajador social, que reconoce que algunas de las 2.000 atenciones que realizan al a?o se llevan a cabo desde esos pa¨ªses de los que piensan huir. ¡°Tratan de informarse antes de venir. Quieren saber si van a gozar de protecci¨®n¡±, afirma.
Protegida por ley, pero bloqueada emocionalmente
Thayner tiene 28 a?os y sali¨® de Venezuela en 2017 perseguida por ser lesbiana. Protegida legalmente en Espa?a, ya aqu¨ª arrastraba un bloqueo emocional que le imped¨ªa comportarse de manera libre y natural. Le costaba besar y tocar, ser cari?osa. Ocultaba sus sentimientos en los primeros meses en un pa¨ªs de acogida que no la criminalizaba como s¨ª suced¨ªa en Valencia (Estado de Carabobo, Venezuela). ¡°Segu¨ªa comport¨¢ndome como antes. Inconscientemente, si sal¨ªa con una chica, todav¨ªa me refer¨ªa a ella como mi amiga¡±, afirma esta psic¨®loga, que trabaja como encargada en un establecimiento de comida r¨¢pida en Torredelcampo (Ja¨¦n). ¡°En Venezuela no es que me ocultara, es que pensaba que ocultarse era lo normal¡±, asegura.
El cambio de personalidad lo logr¨® (¡°Antes no era ni la cuarta parte de lo que soy ahora¡±, afirma, reforzada y orgullosa) gracias a una trabajadora social, que aument¨® su confianza, que la condujo a una segunda salida del armario. M¨¢s tarde form¨® junto a ella Valores Multicolor, un grupo de ayuda a otros refugiados LGTBIQ+ que se ha convertido ya en una asociaci¨®n en la que trabajan 30 voluntarios de Ucrania, Camer¨²n, Marruecos, Colombia... Tras el proceso de liberalizaci¨®n en Madrid, se desplaz¨® en 2018 a M¨¢laga, donde conoci¨® a su pareja, convertida desde este enero en su mujer. Viven en el pueblo junto con su madre, ¡°a quien pude traerme a Espa?a hace tres a?os¡±. Thayner sigue formando parte de Valores Multicolor, donde ejerce de secretaria y lleva las redes sociales.
Un pa¨ªs protector
¡°Espa?a tiene buenas pr¨¢cticas. A muchos solicitantes LGTBIQ+ se les brinda protecci¨®n¡±, afirma Arnaiz. ¡°Sin embargo hay retos y cuestiones que mejorar¡±, a?ade este asesor legal. Estas cuestiones se observan en todo el proceso, desde el acceso hasta la integraci¨®n. ¡°El sistema est¨¢ lidiando con un aumento importante de solicitudes de protecci¨®n internacional en los ¨²ltimos a?os y est¨¢ saturado¡±, explica Arnaiz, que tambi¨¦n se refiere a retos que van orientados a la calidad del procedimiento: ¡°Que se eviten prejuicios y estereotipos en las entrevistas y en la valoraci¨®n de los casos, que mejore la formaci¨®n de los agentes de polic¨ªa que realizan las primeras entrevistas, que los espacios sean seguros y exista confidencialidad y se fomente la confianza¡±, describe. ¡°Que en el ¨¢mbito de la acogida no se les derive a lugares donde no tienen redes o no existen organizaciones LGTBIQ+¡±, a?ade. ¡°Resulta fundamental que se escuche a los solicitantes de asilo, que se cuente con ellos a la hora de establecer protocolos y dise?ar nuevas respuestas¡±, afirma.
Donde sin duda se les escucha y se les abriga y comprende es en las organizaciones como Acnur y en las entidades que representan y defienden al colectivo LGTBIQ+. Los refugiados est¨¢n muy agradecidos, y c¨®mo no lo van a estar si los amigos que hacen a trav¨¦s de estas asociaciones se convierten en su familia de facto. ¡°Mis amigos han supuesto una reconstrucci¨®n de mi tejido social¡±, afirma Luis, licenciado en Administraci¨®n de Empresas.
Kate, que alterna los v¨ªdeos publicitarios con un documental sobre un escultor de Sitges, destaca la asociaci¨®n barcelonesa Acathi, donde hizo amistades, realiz¨® un curso de espa?ol y encontr¨® apoyo. Esta mujer ampli¨® sus conocimientos audiovisuales con un curso de edici¨®n de v¨ªdeo en Barcelona. ¡°Hasta que no llegu¨¦ aqu¨ª no me sent¨ª una persona normal. Estoy feliz por dedicarme en Espa?a a lo que amo¡±, afirma. ¡°Pero al mismo tiempo siento miedo al pensar en las cosas que me pasaron en Rusia. Lamento la ignorancia de la polic¨ªa y del Gobierno, que no hacen m¨¢s que incentivar la homofobia¡±, a?ade para, ya a salvo, no olvidarse de lo que le pas¨® ni de lo que le est¨¢ pasando a otras personas como ella.
A Luis tambi¨¦n le costar¨ªa mucho volver a su pa¨ªs. ¡°Si me nacionalizo, podr¨ªa. Pero no me sentir¨ªa c¨®modo ni seguro. No quiero volver al armario ni aunque sea solo por 15 d¨ªas¡±, describe. ¡°No me merece la pena, quiero pasar p¨¢gina¡±, a?ade. Hace poco su prima, el nexo familiar m¨¢s fuerte que posee, se mud¨® al Pa¨ªs Vasco. Se encuentra m¨¢s feliz desde que ella est¨¢ aqu¨ª. La sangre llama.
Un aumento de las peticiones de protecci¨®n
Juan Carlos Arnaiz, coordinador de Protecci¨®n Legal de Acnur, afirma que no se conoce el n¨²mero de solicitudes de asilo por orientaci¨®n sexual o identidad de g¨¦nero que se resuelven como favorables. ¡°Por nuestro d¨ªa a d¨ªa como organizaci¨®n, por la presencia en el terreno, por los contactos e intercambios de informaci¨®n que tenemos con las autoridades y otras organizaciones, sabemos que ha habido un aumento importante de las solicitudes de la comunidad LGTBIQ+ en los ¨²ltimos a?os¡±. Espa?a se encuentra en un proceso de cambio en el sistema de asilo, con un nuevo equipo de instrucci¨®n en la Oficina de Asilo y Refugio. ¡°Las autoridades han empezado a trabajar para poder dar cifras por cada categor¨ªa. Sin duda la situaci¨®n mejorar¨¢ cuando se establezca el nuevo sistema inform¨¢tico¡±, afirma. ¡°Es muy positivo que exista una clara voluntad de mejorar el tratamiento y la valoraci¨®n de estos casos¡±, concluye.