Cuando el VIH no entiende de g¨¦nero
El 15,4% de los nuevos diagn¨®sticos por este virus se dan entre mujeres. Razones tan dispares como la falsa sensaci¨®n de ser una infecci¨®n propia de hombres homosexuales o la violencia de g¨¦nero colaboran en una realidad muy desconocida
Desde que en 1981 se identificara el primer caso de infecci¨®n por VIH en el mundo, el perfil del paciente se ha convertido progresivamente en estereotipo: var¨®n, homosexual, consumidor de drogas intravenosas¡ La imagen ha sido tan potente que ha eclipsado el impacto que ha tenido la enfermedad en otros perfiles, especialmente en el de la mujer. Pero esa invisibilizaci¨®n no ha salido gratis: sin apenas percepci¨®n de riesgo, las mujeres no han considerado el VIH una amenaza; el resultado ha sido una relajaci¨®n en la prevenci¨®n y un continuo goteo de nuevos casos.
Los datos as¨ª lo acreditan. En Europa Occidental y EE UU, el porcentaje de mujeres con VIH es del 22%. En otros lugares, las cifras son m¨¢s demoledoras a¨²n: en ?frica, el 60% de las personas con VIH son mujeres. Centr¨¢ndonos en Espa?a, las cifras de 2017 se?alan que representan el 15,4% de los nuevos diagn¨®sticos.
¡°No es un tema del que se suela hablar¡±, apunta Mar¨ªa Jos¨¦ Galindo, jefa de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Cl¨ªnico Universitario de Valencia. ¡°En nuestro medio, la mayor¨ªa de los infectados son hombres que tienen sexo con hombres; en mujeres espa?olas, la percepci¨®n actual es la de: ¡®A m¨ª no me va a pasar¡¯. No sucede solo con el VIH; tambi¨¦n con otras infecciones de transmisi¨®n sexual¡±.
En los 80 y 90, recuerda la doctora, la principal v¨ªa de transmisi¨®n en mujeres espa?olas era el consumo de drogas por v¨ªa intravenosa. ¡°Hoy, ese perfil ha cambiado. Ahora, la gran mayor¨ªa de casos se produce a trav¨¦s de relaciones heterosexuales sin protecci¨®n¡±. Detr¨¢s de esa falta de profilaxis no est¨¢ solo la inconsciencia o la sensaci¨®n de invulnerabilidad; tambi¨¦n la violencia de g¨¦nero, las relaciones forzosas o la inmigraci¨®n.
La desaparici¨®n de la mujer en las campa?as
El m¨¢s mensurable es el par¨¢metro de la inmigraci¨®n: casi el 60% de los nuevos casos se diagnostican en mujeres extranjeras. Los otros no son f¨¢cilmente objetivables, pero s¨ª hay numerosa literatura que muestra que la probabilidad de ser infectadas con el VIH es mayor entre las mujeres que han sufrido violencia de g¨¦nero que entre las que no la sufren. As¨ª, el Informe sobre mujeres con VIH/sida que est¨¢n sometidas a violencia de g¨¦nero publicado por la Comunidad de Madrid explica que, por una parte, ¡°el var¨®n con conductas peligrosas transmite -deliberada o descuidadamente- la enfermedad a la mujer, que no tiene posibilidad de poner distancia o protegerse¡±; por otra, ¡°las mujeres que han tenido una experiencia de malos tratos se encuentran d¨¦biles econ¨®mica, social y psicol¨®gicamente, y pueden adoptar conductas de car¨¢cter sexual, adicciones u otras que supongan un riesgo para su salud¡±.
Pero nada de esto aparece en la visi¨®n que socialmente tenemos del VIH. ¡°Se ha dejado de tener en cuenta a la mujer¡±, se lamenta Xulia Alonso. Diagnosticada en 1986, en los albores de la pandemia, ha sido de las primeras en llegar ¡°a todo¡±: a la infecci¨®n, al estigma, a los efectos secundarios de los primeros f¨¢rmacos, a los nuevos tratamientos¡ ¡°Yo me infect¨¦ cuando apenas se sab¨ªa nada del VIH. Despu¨¦s, en los 90, se puso en primera l¨ªnea informativa el riesgo. Las campa?as del P¨®ntelo, p¨®nselo y del S¨ªDa, NoDa fueron esenciales porque no solo se dirig¨ªan a los j¨®venes, sino que igualaban al hombre y a la mujer. Se le dec¨ªa a ella que tambi¨¦n deb¨ªa protegerse. Despu¨¦s, a medida que dej¨® de pensarse que el VIH pod¨ªa ser mortal, se baj¨® la guardia. Y desapareci¨® la idea de la transmisi¨®n por v¨ªa heterosexual. Parece que de lo que no se habla no existe¡±.
¡°Campa?as como la del ¡®P¨®ntelo, p¨®nselo¡¯ fueron esenciales porque igualaban al hombre y a la mujer. Se le dec¨ªa a ella que tambi¨¦n deb¨ªa protegerse¡±, afirma Xulia Alonso
El prototipo de paciente con VIH, desde entonces, ha sido el del hombre que tiene sexo con hombres (HSH). ¡°Este colectivo se sabe diana de la infecci¨®n y es el centro de muchas campa?as de prevenci¨®n¡±, explica la doctora Nuria Espinosa, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Virgen del Roc¨ªo de Sevilla. ¡°En cambio, las mujeres no se consideran en riesgo y, para ellas, el diagn¨®stico supone un impacto a¨²n mayor. Deben hacer el proceso de asumirlo¡±.
Perfiles variados y cercanos
Habl¨¢bamos al principio de invisibilizaci¨®n, y se trata de hacer el fen¨®meno inverso: el de visibilizarlas, sacarlas a la luz. No es tan dif¨ªcil: a poco que empecemos a rascar, comienzan a salir distintos perfiles de mujeres con VIH. Uno de ellos, el de las mujeres trans, casi siempre cae en el olvido, por m¨¢s que las especialistas insistan en su vulnerabilidad. ¡°Son las que suelen arrastrar m¨¢s marginalidad, rechazo y problemas socioecon¨®micos. Lo han tenido, lo tienen, dificil¨ªsimo¡±, subraya Galindo. Y, adem¨¢s de ellas, o de las que en su d¨ªa consumieron drogas intravenosas, tenemos otros perfiles menos obvios. Un ejemplo son las mujeres de edad avanzada que han decidido vivirla rodeadas de nuevas experiencias y mucho m¨¢s libres que antes. Pero tambi¨¦n aquellas que, en la mediana edad, dejan de usar protecci¨®n frente al embarazo y, de pronto, se dan de bruces con un diagn¨®stico que nunca imaginaron. O las que se infectan a trav¨¦s de una pareja que va con prostitutas y no usa cond¨®n. En este ¨²ltimo caso, la atenci¨®n basada en la informaci¨®n, el apoyo psicol¨®gico y consejos preventivos y reproductivos debe ser com¨²n a ambos miembros de la pareja.
¡°El principal problema es lo mucho que tardan en saber que se han infectado¡±, advierte la doctora Galindo. La doctora Espinosa apostilla: ¡°A muchos m¨¦dicos, ante un chico gay con mononucleosis, se les enciende la bombilla y sospechan que pueda tener VIH. Pero ante una se?ora mayor no pasa lo mismo. Por eso, muchas veces llegan a consulta ya con el sistema inmune castigado durante a?os¡±.
El diagn¨®stico tard¨ªo entre las mujeres es mucho m¨¢s frecuente ¨C57% frente al 46% de los hombres¨C y puede complicar el pron¨®stico; por ejemplo, un mayor riesgo de complicaciones relacionadas con la enfermedad ¨Cque el VIH progrese y se convierta en sida¨C, lo que puede comprometer seriamente la eficacia de los tratamientos. Adem¨¢s, las mujeres tambi¨¦n tienen otras cargas m¨¦dicas que no se le presentan al var¨®n. Algunas infecciones, como la del Virus del Papiloma Humano, son m¨¢s frecuentes en mujeres con VIH; tambi¨¦n la enfermedad p¨¦lvica inflamatoria se da con mayor frecuencia y con un cuadro m¨¢s grave, as¨ª como las infecciones vaginales, m¨¢s dif¨ªciles de tratar.
¡°Muchas terminan pensando que se merecen el rechazo, se cierran puertas, se a¨ªslan¡±, explica la doctora Espinosa
Pero, m¨¢s all¨¢ de los s¨ªntomas cl¨ªnicos, la carga emocional es brutal. ¡°La mujer con VIH tiene un doble estigma¡±, se?ala la doctora Espinosa. ¡°No es solo el externo, sino tambi¨¦n el interno: muchas terminan pensando que se merecen el rechazo, se cierran puertas, se a¨ªslan, terminan permaneciendo en relaciones t¨®xicas. Otras tienen miedo de que las vean en consulta, ni siquiera recogen las pastillas¡±.
El diagn¨®stico durante el embarazo
Hay otros momentos cr¨ªticos, como el de la maternidad. En Espa?a, todas las mujeres embarazadas deben someterse a una prueba para detectar si est¨¢n infectadas por VIH, y un resultado positivo es demoledor. ¡°Esto es especialmente frecuente en mujeres migrantes¡±, contin¨²a Espinosa. ¡°Cuando llegan a las asociaciones, se les detecta el embarazo y tambi¨¦n el VIH. Es un escenario traum¨¢tico; muchas veces han sido violadas¡±.
Despu¨¦s, adem¨¢s, el temor a transmitirlo al beb¨¦. En nuestro pa¨ªs, la transmisi¨®n vertical (de madre a hijo) es hoy pr¨¢cticamente inexistente gracias a los tratamientos antirretrovirales. Si la mujer embarazada est¨¢ con la carga viral indetectable, pr¨¢cticamente no hay riesgo; pero, si no es as¨ª, puede transmitirle el VIH al hijo durante el embarazo, en el momento del parto y a trav¨¦s de la lactancia. La sensaci¨®n de angustia puede perdurar para siempre, explica Xulia. ¡°Yo no estaba en tratamiento y mi hija naci¨® con VIH. Afortunadamente, unos meses despu¨¦s se negativiz¨® [los anticuerpos desaparecen en la mayor¨ªa de los beb¨¦s que al nacer son seropositivos], pero el miedo qued¨® incorporado a mi vida y ya nunca me ha abandonado. Ha marcado mis relaciones afectivas y sexuales¡±.
Ahora, 35 a?os despu¨¦s de su diagn¨®stico, la infecci¨®n contin¨²a lanzando recordatorios de su presencia. Es algo generalizado: el envejecimiento acelerado que se est¨¢ comenzando a ver en los primeros LTS (supervivientes de larga duraci¨®n) afecta especialmente a las mujeres. ¡°Cuando nos hacemos mayores, solemos tener la menopausia antes¡±, explica Xulia. ¡°Los tratamientos suelen afectar a los huesos y, en mi caso concreto, tengo una osteoporosis que no se corresponde a mi edad. Envejecemos antes, pero, teniendo en cuenta de d¨®nde venimos, es un mal menor¡±.
De d¨®nde venimos, dice Xulia. Y las especialistas lo detallan: ¡°De ¨¦pocas sin tratamiento, con el virus replic¨¢ndose durante a?os; de los primeros f¨¢rmacos y sus efectos adversos; de la ansiedad y la depresi¨®n, cuyos niveles son m¨¢s altos en mujeres con VIH que en hombres; del fallecimiento de sus parejas, de la superaci¨®n de las drogas, del cansancio¡¡± Por eso, concluye Maria Jos¨¦ Galindo, el mensaje debe permanecer: ¡°Las mujeres con VIH tambi¨¦n existen. Es importante formarlas para que sean independientes, capaces de pedir y reivindicar lo que necesitan. No solo el tratamiento; tambi¨¦n la asertividad¡±.