La presi¨®n de las multitudes
Julie Medeiros gana 50 d¨®lares al mes por publicar en Pinterest productos que le gustan
Internet ha convertido la sabidur¨ªa de las multitudes en algo m¨¢s f¨¢cil de aprovechar. La comunicaci¨®n es permanente y el p¨²blico est¨¢ ansioso por comentar, participar y juzgar. Pero ?qu¨¦ sucede cuando esa multitud se vuelve dif¨ªcil de manejar o pasa a formar parte del mercado? ?Sigue teniendo sabidur¨ªa que impartir?
P¨¢ginas de crowdfunding como Kickstarter permiten que la gente creativa conecte con el p¨²blico para recaudar dinero destinado a proyectos. En Kickstarter se han donado casi 300 millones de d¨®lares, seg¨²n The New York Times, pero, para los creadores de proyectos, conseguir el dinero a veces es la parte f¨¢cil. Ahora que existe un p¨²blico exigente que controla el proceso, la presi¨®n para producir es asfixiante. Un estudio realizando por la Wharton- School, perteneciente a la Universidad de Pensilvania, descubri¨® que un 75% de los proyectos relacionados con el dise?o y la tecnolog¨ªa en Kickstarter fueron incapaces de cumplir los plazos.
El equipo responsable de Diaspora, que esperaba crear una alternativa abierta a Facebook, recaud¨® 200.000 d¨®lares entre unas 6.500 personas, pero tres a?os despu¨¦s decidi¨® iniciar otra empresa. Max Salzberg, que en su d¨ªa form¨® parte del equipo, dice que estaban tan ocupados respondiendo correos electr¨®nicos y haciendo camisetas para sus donantes que les quedaba poco para dise?ar el programa inform¨¢tico. ¡°Nos quedamos empantanados tratando de mantener relaci¨®n con mucha gente¡±, declara Salzberg a The New York Times.
La multitud est¨¢ convirti¨¦ndose en una empresa. Durante la Semana de la Moda de Nueva York, que se celebra cada oto?o, blogueros y estudiantes obsesionados con el estilo recorren las aceras para mostrar su creativa amalgama de indumentarias. Pero ahora que muchos se han convertido en iconos de la Red, el estilo callejero se ha visto ¡°infiltrado por oleadas de comerciantes, asesores de marcas y gur¨²s de las relaciones p¨²blicas que pretenden convencer a las mujeres de que salgan con sus prendas¡±, escribe Ruth La Ferla en The New York Times.
A los blogueros convertidos en estrellas les prestan o regalan ropa de dise?o y les pagan para que ejerzan de valla publicitaria para las marcas. ¡°La gente sigue creyendo que la moda callejera es un s¨ªmbolo de pureza¡±, dice a The Times Christene Barberich, de la p¨¢gina Refinery29. ¡°Pero creo que la pureza ya no existe¡±.
La mercadotecnia ciudadana ha alcanzado nuevas cotas. Los tuits, las publicaciones en Facebook o las im¨¢genes en Pinterest pueden convertirse en promociones remuneradas. Julie Medeiros gana 50 d¨®lares al mes por publicar productos que le gustan en Pinterest o en la tienda Beso, que paga 14 centavos por cada clic que los usuarios realizan a los minoristas participantes. ¡°Es gratificante poder ganar unos c¨¦ntimos por compartir tu vida personal¡±, confiesa Medeiros a The New York Times.
Pero algunos pueden sentirse obligados a compartir. La idea del escritor solitario est¨¢ desapa-reciendo. El literato brasile?o Paulo Coelho es partidario de la comunicaci¨®n en Twitter y Facebook. ¡°La torre de marfil ya no existe¡±, declara a The Times.
Nadie lo es cuando una multitud siempre est¨¢ conectada, pero puede resultar abrumador. Como explica Salzberg a The New York Times, ¡°la publicidad viral es agobiante, un caos¡±.
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