Y ya puede besar... la pantalla del ordenador
Las nuevas tecnolog¨ªas permiten las bodas a distancia a trav¨¦s de videoconferencia
Con un velo rojo sobre el cabello oscuro, Punam Chowdhury conten¨ªa el aliento mientras su prometido pronunciaba las palabras que los convertir¨ªan en marido y mujer. Una vez que ella las repiti¨®, ya estaban casados. Los invitados prorrumpieron en aplausos; los novios intercambiaron sonrisas t¨ªmidas.
Pero justo entonces la conexi¨®n a Internet qued¨® interrumpida y la boda termin¨® abruptamente. El matrimonio se hab¨ªa celebrado a trav¨¦s del programa de videochat Skype. Chowdhury, ciudadana estadounidense, se encontraba en Nueva York, y su nuevo marido, Tanvir Ahmmed, en Bangladesh. Solo se hab¨ªan visto en persona una vez, a?os antes, y poco tiempo.
Los matrimonios por poderes, una disposici¨®n legal que permite a una pareja casarse incluso en ausencia de uno o ambos c¨®nyuges, tienen siglos de antig¨¹edad. El procedimiento ha sido utilizado habitualmente en Estados Unidos por soldados a los que les preocupa morir y dejar a sus seres queridos sin subsidios. Pero cada vez se usa m¨¢s en comunidades de inmigrantes, donde la gente aspira a casarse desde su patria sin el gasto que conlleva el viaje para hacerlo en persona.
Sin embargo, esto tambi¨¦n conlleva la posibilidad de que se faciliten fraudes matrimoniales y que sea m¨¢s sencillo atrapar a mujeres vulnerables en redes de trata de blancas. Incluso quienes ofician u organizan esas ceremonias han manifestado sus reservas.
Mohd A. Qayyoom, el im¨¢n que se encarg¨® de la boda de Chowdhury, rechaz¨® a gente que pretend¨ªa casarse con primos del sureste de Asia para llevarlos a Estados Unidos.
T¨¦cnicamente, el matrimonio entre Chowdhury y Ahmmed tuvo lugar en Bangladesh, donde fue registrado legalmente, y no en Nueva York, donde esa pr¨¢ctica no est¨¢ permitida. Solo unos pocos Estados autorizan los matrimonios por poderes, pero EE UU suele reconocer los enlaces con extranjeros.
George Andrews, director de operaciones de Proxy Marriage Now, una empresa de Carolina del Norte que facilita esas bodas, dice que, en los siete a?os que lleva en funcionamiento, el negocio ha crecido entre un 12% y un 15% anual, con unas 400 o 500 uniones al a?o.
Archi Pyati, subdirector del Proyecto de Intervenci¨®n a la Inmigraci¨®n de Sanctuary for Families, una organizaci¨®n que ayuda a mujeres maltratadas, explica que el centro ha detectado frecuentes abusos en los matrimonios por poderes.
En algunos casos se han celebrado con mujeres que despu¨¦s se ven obligadas por traficantes a realizar trabajos sexuales. Y tambi¨¦n hay quien se opone a dicha pr¨¢ctica por motivos tradicionales.
Pero para Chowdhury, de 21 a?os, y Ahmmed, de 31, la pareja sonriente que un d¨ªa de febrero fingi¨® ofrecerse mutuamente un bocado del postre nupcial sosteniendo tenedores llenos de pastel ante la pantalla de ordenador, tuvo toda la solemnidad de cualquier otra boda.
Desde la pantalla de un ordenador port¨¢til, Ahmmed asiente con la cabeza. ¡°Esta es mi mujer leg¨ªtima¡±, asegura. Y, ante esta frase categ¨®rica, la novia grita de alegr¨ªa.
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