¡®Animal Crossing¡¯, hipotecados a la fuerza
El juego para Nintendo 3DS logra enganchar tanto a ni?os como a mayores
Llegar a un pueblo, comprar un terreno, construir la casa, visitar a los vecinos y, como quien no quiere la cosa, convertirse en alcalde. Animal Crossing para Nintendo 3DS es una nueva edici¨®n de un cl¨¢sico de 2001 para Nintendo 64 que apuesta por simular la vida en una peque?a isla y visitar los pueblos de amigos y vecinos con una mec¨¢nica peculiar. El humor, en ocasiones sarc¨¢stico, que entonces ya result¨® revolucionario, equilibra el tono infantil. Despu¨¦s llegaron las versiones para Wii y Nintendo DS, aunque ninguna de las dos ha conseguido el ¨¦xito y adicci¨®n del original y la versi¨®n actual.
La suma de los t¨ªtulos anteriores arroja una cifra superior a 20 millones de copias. Este t¨ªtulo renovado, con el apellido New Leaf, ya ha vendido cuatro millones en Jap¨®n, 800.000 solo el primer d¨ªa y dos millones en la primera semana.
Tras la creaci¨®n de un personaje y un breve viaje en tren para llegar a nuestra localidad, el primer paso es pasar de vivir en una tienda de campa?a a una casa, pero no es tan sencillo. El responsable de la inmobiliaria local nos indicar¨¢ que hay que empadronarse primero y firmar una hipoteca despu¨¦s. Entonces es cuando comienza el juego de verdad. Hay que recolectar el ¨¢rbol y cambiar la cosecha por bayas, que sirven de moneda local. Mientras se liquida la deuda, se puede ir amueblando primero y decorando despu¨¦s.
En el primer paseo se descubre que el destino nos depara una sorpresa. Sin dar muestras de quererlo, nos indican que somos aspirantes a la alcald¨ªa. De pronto nos convertirnos en un regidor que debe contentar a su pueblo, populismo sin tapujos. Escuchar a los vecinos, hacer lo que piden y ganarse su simpat¨ªa. As¨ª conseguir¨¢ seguir en la poltrona. Lo mejor es que no hay promesas que romper, ni programa electoral para saltarse. As¨ª se puede decorar el pueblo, cambiar las horas de apertura de tiendas con ordenanzas y un sinf¨ªn de opciones.
El capitalismo se aprende cuando se comercia con otros, nuestra fruta aut¨®ctona, que abunda, no vale igual que la de otras islas. Es necesario visitar las de otros amigos, ya sea quedando con ellos f¨ªsicamente o a trav¨¦s de la conexi¨®n a Internet. Cuanto m¨¢s escasa, m¨¢s valiosa. Hay un truco, quedarse una de las piezas distintas a la local y plantarla en nuestro terreno.
Aunque hay tiendas, oficina de correos, estaci¨®n de tren y zona de trueque el protagonista no tiene un trabajo como tal (m¨¢s all¨¢ de la alcald¨ªa). Los d¨ªas, que duran tanto como en el mundo real, pasan mientras se buscan nuevas formas para conseguir dinero: caza de insectos, cosecha y pesca.
Y no, no hay que pasarse el juego. No tendr¨ªa sentido, porque no tiene fin. El aburrimiento o la falta de creatividad son el ¨²nico l¨ªmite. Se trata de una estudiada propuesta de mundo abierto que se enriquece al contactar con otros jugadores.
Lo mejor del t¨ªtulo sale a relucir cuando se monta en la barca, con su remero cantante, se entra en las ri?as vecinales o se cotillea sin disimulo en los hogares ajenos. El coleccionismo tanto con la compra como con el intercambio, es el gran ingrediente para competir y enganchar a jugar cada d¨ªa un rato. Por momentos recuerda a los SIMS, pero con m¨¢s posibilidades de di¨¢logo.
Antes del lanzamiento del juego Nintendo cre¨® el perfil de Canela, el perro que hace de asistente desde los primeros minutos. La estrategia en redes sociales parece dar resultados. #postureoAnimalCrossing es trending topic en Espa?a. Bajo esa etiqueta se comentan algunos de los momentos m¨¢s c¨®micos del juego: ¡°Meterte en las conversaciones de tus vecinos¡±, ¡°Ir a objetos perdidos y pillar todo lo que puedas aunque no sea tuyo¡±, ¡°el pueblo lleno de hierbajos y la casa de cucarachas al estar un mes sin ir¡±, ¡°estar as¨ª de guapo cuando te pican las abejas¡±, ¡°que Tom Nook te persiga como los tenderos en la vida real¡±, ¡°cuando llueve ir corriendo a la tienda a por un paraguas como si fueras a mojarte de verdad¡±...
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