3D Systems, imprimir el mundo
El estudio creativo de la firma busca nuevos usos y crear objetos ya ensamblados
A primera vista parece un garaje m¨¢s en el centro de San Francisco. Una pared blanca sin ning¨²n signo, el port¨®n para el coche y una especie de almac¨¦n. No hay un solo signo que distinga este almac¨¦n del resto de la estrecha calle Tehama, que une la quinta con la sexta avenida. Imposible adivinar que es la sede del primer fabricante mundial de impresoras 3D.
Al pasar la puerta se descubre que no hay veh¨ªculo alguno, pero s¨ª montones de objetos. No dejen de crecer. En este estudio, se multiplican; mejor dicho, se imprimen. La primera sorpresa se encuentra al mirar al lado izquierdo. Donde tendr¨ªa que estar el coche aparcado hay una especie de fotomat¨®n con m¨²ltiples objetivos. El prototipo, hecho de cart¨®n, tiene nada menos que 12 c¨¢maras. Con un disparo toma diferentes puntos de vista del sujeto.
Ash Martin, responsable de la divisi¨®n de consumo de 3D Systems, una de las pioneras junto a MakerBot en la creaci¨®n de impresoras de objetos, muestra en su tableta una imagen en relieve del busto. Si se desea, desde la aplicaci¨®n se puede pasar a una impresora y tener una reproducci¨®n personal. ¡°Es como una fotograf¨ªa¡±, expone con una sonrisa de vendedor de coches usados, ¡°pero en escultura¡±. El invento se llama Cubify, ya se comercializa. Lo colocan en centros comerciales y tiendas de fotograf¨ªa que exploran nuevos servicios para adaptarse a los tiempos. ¡°Les interesa a las familias, novios o gente que quiere hacer un regalo diferente a un amigo¡±, explica.
En las estanter¨ªas de la segunda planta tienen una figura con cada uno de los trabajadores convertidos en personajes de Star Trek. Tiene su l¨®gica, todo es futurista e imaginativo. Mientras muestran los departamentos, una peque?a impresora junto a la ventana suelta un filamento. En poco m¨¢s de 10 minutos ha terminado un zueco con alza. No es la ¨²ltima moda, pero como ejemplo, sirve. Tambi¨¦n hacen anillos, brazaletes, broches¡
Sus principales clientes, por ahora, son arquitectos y dise?adores. No se conforman. Su intenci¨®n es ir mucho m¨¢s all¨¢. ¡°Dentro de nuestro plan ideal est¨¢ que haya una impresora 3D en cada hogar¡±. Su arma para conseguirlo se llama Cube, el modelo m¨¢s asequible, cuyo precio comienza en 1.000 euros. Cada cartucho cuesta alrededor de 40 euros (50 d¨®lares) y da para realizar una veintena de figuras de cinco cent¨ªmetros de altura.
Las versiones pueden superar los 100.000 euros. La previsi¨®n es que el precio de este tipo de aparatos sea inferior a 500 d¨®lares en pocos a?os. El perfil de consumidor es, todav¨ªa, el early adopter, como se denomina a los entusiastas de la tecnolog¨ªa decididos a pagar un sobreprecio a cambio de ser pioneros.
En todo caso, estos modelos de alta gama se usan en investigaci¨®n para probar prototipos. Los m¨¢s caros los compran dentistas para hacer reproducciones de piezas dentales o pr¨®tesis temporales. Una de los usos que m¨¢s invita a fantasear pasa por jubilar las molestas y poco higi¨¦nicas escayolas para corregir fracturas.
La diferencia con respecto a los competidores, al margen de la lucha por el precio, reside en la posibilidad de imprimir desde la nube. ¡°El consumidor se olvida de comprar cartuchos o de tener una impresora en casa¡±, explica el directivo. "Le basta con entrar en la web y escoger del cat¨¢logo lo que necesite o desee. Parece magia: hacer un objeto, imprimirlo a 35.000 kil¨®metros de distancia y recibirlo en casa¡±.
3D Systems, con medio centenar de trabajadores, y una f¨¢brica propia, ha adoptado como misi¨®n principal popularizar el consumo de objetos impresos. Cuentan con aplicaciones sencillas que permiten jugar con las formas, tirar de un lateral hasta deformar una taza, a?adir una muesca o ponerle dos asas. Las m¨¢s sofisticadas son de pago. Entre 39 y 129 d¨®lares. ¡°Siempre f¨¢ciles de usar, pero m¨¢s potentes que las gratuitas¡±, aclara. En su web se pueden contemplar l¨¢mparas, copas o gafas. Tambi¨¦n piezas para arreglar objetos cotidianos.
El valor m¨¢s interesante reside en la comunidad, que comparte patrones y consejos. ¡°Antes el dise?o estaba cerrado a unos pocos. Igual que con el Photoshop se populariz¨® el retoque fotogr¨¢fico, queremos llegar al mercado de los dise?adores".
El verdadero alarde, lo que les diferencia de los competidores, es su capacidad para reproducir piezas que ya salen ensambladas de la impresora. Como el caso de un cintur¨®n, con eslabones y hebilla, que salen unidos a medida que se crean. ¡°Si puedes dise?arlo, puedes imprimirlo¡±, concluye, ¡°el l¨ªmite es la imaginaci¨®n".
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