Los taxistas de Barcelona, contra Uber

Deber¨ªa ser sencillo. Basta descargarse la aplicaci¨®n en el m¨®vil, registrarse ¨Ccon la tarjeta de cr¨¦dito y la ubicaci¨®n-- y solicitar un coche para llevarte a tu destino. As¨ª funciona Uber en las cien ciudades del mundo donde opera, pero su desembarco en Barcelona no est¨¢ siendo tan simple. Y no es que el gremio de los taxistas se lo est¨¦ haciendo imposible (que s¨ª) o que el expediente administrativo de la Generalitat se lo haya impedido, es que el aplicativo est¨¢ en fase beta en la ciudad y no todo el mundo puede pedir un coche. "Hasta dentro de unas semanas no funcionar¨¢ con normalidad", admite por tel¨¦fono Manel Pujol, uno de los coordinadores de la compa?¨ªa en Espa?a.

Sea porque tienen todav¨ªa pocos conductores-colaboradores --no concretan esta cifra ni otras-- o pocos clientes, la aplicaci¨®n de momento solo funciona para aquellos que la hab¨ªan utilizado antes fuera de Espa?a. Para el resto, ser¨¢ imposible conseguir un coche y beneficiarse de sus ventajosas tarifas. Por ejemplo, circular por Barcelona durante casi 22 minutos y cubrir una distancia de 4,8 kil¨®metros cuesta 11 euros. Sea la hora que sea, sin recargos por cargar maletas o por ir hasta el aeropuerto y en un veh¨ªculo impoluto. Otra ventaja, la tarifa empieza a correr, no cuando se pide el coche, sino cuando el viajero se sube.

Esas son algunas de las razones por las que desde que anunciaron su desembarco en Barcelona, a principios de abril, los taxistas han iniciado una campa?a en su contra, advirtiendo que no tienen licencia para prestar un servicio de transporte p¨²blico. El Gobierno catal¨¢n tom¨® nota y empez¨® a tramitar un expediente informativo. "Tenemos claro que no cumplen porque las licencias administrativas se han de dar por convocatoria oficial y no ha habido, y aqu¨ª no hay grieta legal: o est¨¢s dentro o est¨¢ fuera", explica Pere Padrosa, director general de Transportes de la Generalitat. Pero una cosa es el transporte p¨²blico y otra el transporte entre particulares.

"Uber est¨¢ dispuesta a hablar¡±, explica la portavoz de la compa?¨ªa en Espa?a, ¡°pero nosotros no somos una empresa de transporte p¨²blico, solo ponemos en contacto a particulares con particulares".

No somos una empresa de transporte p¨²blico, solo ponemos en contacto a particulares con particulares

Uber tampoco es un servicio de transporte compartido. El conductor hace el recorrido que el solicitante quiera y se paga con una tarifa fijada unilateralmente por Uber que, por buscar ch¨®feres con veh¨ªculo propio, se queda una comisi¨®n de en torno al 20%.

Juan De Antonio, consejero delegado de Cabify, una aplicaci¨®n que tambi¨¦n ofrece veh¨ªculos con conductor pero, en este caso con licencia, cree que la f¨®rmula de Uber perjudica a su modelo, m¨¢s discreto y con la complejidad de cumplir con la estricta legislaci¨®n en materia de transportes, que obliga a tener licencia de taxi o una licencia de alquiler de veh¨ªculo con conductor. De Antonio lamenta la escasa liberalizaci¨®n del sector, pero tambi¨¦n critica el modelo Uber y su pol¨ªtica propagand¨ªstica basada en la pol¨¦mica all¨ª donde llega.

Jordi, uno de los conductores que se han apuntado para recibir encargos de Uber, explica que se sum¨® al proyecto al ver una noticia en prensa denunciando la pol¨¦mica. Jordi conduce un Citro?n Berlingo impoluto, habla idiomas y asegura que le gusta conducir. Tiene trabajo y lo de Uber se lo toma como complemento de unas horas. Empez¨® el pasado viernes, sin haber asistido a ning¨²n curso, solo despu¨¦s de cumplimentar un formulario online (en Estados Unidos deben superar tres pruebas: la municipal, la federal y la estatal).

El primer cliente de Jordi fue un milan¨¦s que utiliza asiduamente Uber all¨ª por donde va. El viajero le coment¨® al conductor ocasional que hab¨ªa pocos coches Uber disponibles en Barcelona, seg¨²n le marcaba la aplicaci¨®n en el mapa de la ciudad. Joan, otro conductor, a los mandos de un BMW, confirma que los turistas de la ciudad son sus clientes habituales.

De momento, Uber es solo una excentricidad en la ciudad espa?ola, pero en Bruselas, gracias al mal servicio del taxi, se ha abierto un hueco en apenas dos meses de implantaci¨®n, provocando que se legisle en su contra. Algo similar ha ocurrido en Par¨ªs, donde varios taxistas agredieron a conductores an¨®nimos que se llevaban clientes con la aplicaci¨®n Uber, y en muchas ciudades de los 35 pa¨ªses donde funciona.

Con pol¨¦micas y alegalidades, lo cierto es que Uber tiene ¨¦xito entre los consumidores. Funciona en un centenar de ciudades de 35 pa¨ªses. No tiene en plantilla ch¨®feres ni autom¨®viles de propiedad. Lo suyo es una aplicaci¨®n, pero que vale unos 2.700 millones de euros, casi la mitad que el gigante de coches de alquiler Hertz.

Pero la reacci¨®n contra esta aplicaci¨®n no es solo cosa del gremialismo de los taxistas europeos. En su pa¨ªs de fundaci¨®n, ha ido levantando pol¨¦micas, de Washington a San Francisco, pero siempre ha podido esquivar la legislaci¨®n gracias que una cosa es el transporte p¨²blico o el alquiler de veh¨ªculos y otra un transporte entre particulares. Un contencioso similar al que Airbnb tiene con los hoteleros en general, y los hoteleros neoyorquinos en particular. Las leyes de este mundo no se escribieron para la actividad digital.