¡°Llegar al l¨ªmite de lo espeluznante¡±

El presidente de Google, Eric Schmidt, afirm¨® en una conferencia en 2010, cuando todav¨ªa era jefe ejecutivo, que una de las pol¨ªticas de la empresa es acercarse siempre ¡°al l¨ªmite m¨¢ximo de lo espeluznante, pero nunca rebasarlo¡±. Lo espeluznante es, en el caso de los estadounidenses, que Google pueda escanear los datos de los ciudadanos, guardarlos para su beneficio econ¨®mico y que adem¨¢s no haya manera de ejercer un control legal sobre semejante m¨¢quina. Con 13.000 millones de b¨²squedas al a?o y una penetraci¨®n en el mercado de buscadores del 67,5% ¡ªseg¨²n datos de ComScore correspondientes a marzo pasado¡ª, puede que m¨¢s de uno quiera que se quede a¨²n m¨¢s alejado de ese l¨ªmite.

En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, a esa preocupaci¨®n se le ha sumado una sospecha por la cercan¨ªa de Google al poder. Es obvia cuando Schmidt est¨¢ sentado junto a Obama cuando el presidente habla sobre econom¨ªa en la Casa Blanca. Y tambi¨¦n cuando se extiende, a?o tras a?o, la lista de empleados que han cruzado la puerta giratoria que les conecta con la pol¨ªtica. En ella est¨¢ Megan Smith, desarrolladora de Google Earth y ahora jefa de tecnolog¨ªa del Gobierno en Washington. Y Andrew McLaughlin, miembro del equipo de transici¨®n antes de la toma de posesi¨®n de la Administraci¨®n de Obama tras dirigir la pol¨ªtica global de Google.

Google ha quedado lejos del lema ¡°Don¡¯t be evil¡± (no seas malo), con el que vendi¨® una imagen ben¨¦vola

Lo quieran o no sus l¨ªderes, Google ha quedado ya lejos del lema ¡°Don¡¯t be evil¡± [no seas malo] con el que la compa?¨ªa, imprescindible en el desarrollo de Internet desde su nacimiento, vendi¨® al p¨²blico una imagen ben¨¦vola. La empresa ya no es una start-up de Silicon Valley. Es un gigante cuyos due?os son citados por el presidente Obama cada vez que la Casa Blanca quiere acercarse al sector de la tecnolog¨ªa, ya sea para averiguar c¨®mo relanzar la econom¨ªa, impedir la fuga de cerebros o arreglar la maltrecha p¨¢gina web de la reforma sanitaria.

El esc¨¢ndalo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), que desvel¨® c¨®mo el Gobierno de EE UU hab¨ªa recabado los datos, entre otros, de las llamadas de sus ciudadanos, volvi¨® a recordar el l¨ªmite de lo espeluznante del que hablaba Schmidt. Google y otras empresas del sector criticaron de inmediato la intromisi¨®n de la NSA y negaron haber proporcionado datos ni infraestructura. La duda, sin embargo, ya estaba sembrada. Y la huella en su reputaci¨®n, tambi¨¦n.

Google ha reconocido que escanea el contenido de los correos electr¨®nicos de sus m¨¢s de 500 millones de usuarios para detectar el correo basura y dar un mejor servicio. En 2010 admiti¨® que los coches de Street View hab¨ªan accedido a las redes wifi de los hogares. En 2013 estall¨® el esc¨¢ndalo de la NSA. Entonces Obama, en t¨¦rminos demasiado parecidos a los que emplean visionarios como Schmidt, admiti¨® que la tecnolog¨ªa, a veces, va por delante de la ley y que se deben hacer ajustes. Pero la privacidad es un bien preciado entre los estadounidenses ¡ªsolo por detr¨¢s de la libertad de expresi¨®n¡ª, y el hecho de que Google observe desde su posici¨®n de buscador, gestor de correo electr¨®nico, de documentos, calendarios, tel¨¦fonos, agendas y hasta gafas, no le va a ayudar a despojarse pronto de la sospecha ciudadana.