El conocimiento en un v¨ªdeo de dos minutos
El aprendizaje deja las aulas y se cuela en el m¨®vil y el ordenador con contenidos pegados a los intereses del estudiante
Cuando hace dos d¨¦cadas la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) arranc¨® sus clases a distancia, su aprendizaje online se reduc¨ªa a ced¨¦s que sus alumnos, unos 200 en su programa piloto, insertaban en sus computadoras. ¡°En 1995 casi nadie ten¨ªa Internet. Y el ancho de banda era muy peque?o¡±, recuerda Carles Sigal¨¦s, su vicerrector de Docencia y Aprendizaje. En 2010 la pionera UOC super¨® los 60.000 inscritos en sus grados, posgrados, cursillos de idiomas y cursos de especializaci¨®n. ¡°El aula tiene cada vez m¨¢s funcionalidades. No solo de conectividad por el ancho de banda, sino de contacto entre los alumnos o con el profesor¡±, relata Sigal¨¦s.
M¨¢s que de trasmisi¨®n del saber ¨Cque es lo que hacen los profesores al uso¨C a Sigal¨¦s le gusta hablar de un ¡°sistema de acompa?amiento¡± en el que el estudiante debe ir descubriendo fuentes de las que beber bajo su tutela. Cada vez m¨¢s universidades ofertan sus grados online. En 2025 se calcula que nueve de cada diez trabajos requerir¨¢n cualificaci¨®n, y los conocimientos se quedan caducos r¨¢pidamente. Internet es la herramienta m¨¢s ¨²til para reciclarse y las empresas reclaman talleres virtuales para sus empleados.
El estudiante se conectar¨¢ con su tel¨¦fono en el metro. Hay que darle respuestas¡±, sostiene Andr¨¦s Pedre?o, director del proyecto UniMOOC
Pero nadie cree que las universidades f¨ªsicas desaparezcan. Hay espacio para todos. Pero s¨ª la forma de dar clase. Un maestro sentando c¨¢tedra en un aulario parece cosa del pasado, y el temario tambi¨¦n tiene que reciclarse. ¡°Internet est¨¢ llegando donde no est¨¢ la Universidad¡±, sostiene Andr¨¦s Pedre?o, director del proyecto UniMOOC, del Banco Santander. Por esta v¨ªa se han formado ya 50.000 emprendedores en materias tan pr¨¢cticas como la legislaci¨®n o la vigilancia tecnol¨®gica.
En paralelo, las escuelas de negocios, avispadas, dise?an MOOC (cursos masivos online y abiertos, en sus siglas en ingl¨¦s) con los que certifican nuevas formas de ense?ar con miles de probadores deseosos de aprender, y de paso lanzan una estudiada campa?a de marketing. ¡°Podr¨ªamos grabar las clases de una hora y colgar los v¨ªdeos. ?Pero de qu¨¦ sirve eso?¡±, se pregunta Pedre?o, de UniMOOC. ¡°Hay que tener en cuenta que el estudiante se va a conectar con su tel¨¦fono en la parada del autob¨²s o en el metro. Hay que dar respuesta a sus necesidades. Por eso hay que condensar conceptos en v¨ªdeos de dos minutos. Que el conocimiento se vaya acumulando y se valore con test r¨¢pidos¡±.
Exige, pues, un gran esfuerzo de condensaci¨®n de los docentes y no todos est¨¢n por la labor. Elaborar un MOOC cuesta entre 20.000 y 100.000 euros y alojar varios en una plataforma, otros 20.000. Por eso algunos centros abaratan costes cobrando por material adicional o por los certificados. ?Pero c¨®mo asegurarse que es el alumno quien contest¨® al test? La UNED lo soluciona con ex¨¢menes en alguno de sus 61 centros.
¡°Cada vez hay gente de un perfil m¨¢s amplio. No solo los interesados en las tecnolog¨ªas se animan a estudiar as¨ª¡±, prosigue Sigal¨¦s. Entre sus alumnos hay trabajadores que encuentran un hueco para seguir form¨¢ndose, pero tambi¨¦n nativos digitales en edad de acudir a una universidad presencial que prefieren conectarse desde casa. Algo parecido demuestran las cifras de edX, la plataforma de universidades estadounidenses tan prestigiosas como Harvard, Berkeley o el Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts: el 5% de sus alumnos est¨¢ en el instituto, un 40% en la universidad y el 55% son personas que contin¨²an su formaci¨®n.
Llama la atenci¨®n otro dato de edX: el 77% son hombres. La afluencia de mujeres sigue siendo un caballo de batalla. Y el objetivo final: atraer a los 414 millones de universitarios que habr¨¢ en el mundo en 2030, cuatro veces los de ahora.
La infidelidad a los MOOC
Los niveles de matriculaci¨®n en los MOOC (cursos masivos online y abiertos, en sus siglas en ingl¨¦s) son estratosf¨¦ricos ¨Cal primero, de dos profesores de Stanford, se apuntaron 120.000 personas¨C, pero ¨²nicamente entre el 10% y el 15% del alumnado termina los cursos . "Solo el 25% quiere obtener el certificado. Muchos los usan para refrescar conocimientos o para lograr una informaci¨®n muy precisa en una semana", explica Dan O'Connell, director asociado de comunicaci¨®n de edX. A O'Connell le sorprende el entusiasmo y la perseverancia de los espa?oles. A su oferta se han inscrito 37.000 (el 2,3% de las matr¨ªculas), que han obtenido 5.400 certificados (5,6%). "Eso demuestra que son m¨¢s fieles que otros alumnos".
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