¡°El ¨¦xito de Airbnb es la confianza¡±
El cofundador de Airbnb triunfa gestionando el espacio libre del hogar como alojamiento
Nathan Blecharczyk tiene una fortuna cercana a 1.900 millones de d¨®lares (casi 1.700 millones de euros) y, con menos de 30 a?os, HA SIDO uno de los millonarios m¨¢s j¨®venes que ha llegado a la cima en los ¨²ltimos dos a?os.
El ¨¦xito no le cay¨® del cielo. A pesar de su licenciatura en inform¨¢tica de Harvard, luchaba por hacerse un hueco en el competitivo mundo de Silicon Valley. Junto a dos compa?eros de piso se coste¨® el acceso a una conferencia de dise?o alquilando colchonetas hinchables y ofreciendo un desayuno en el espacio libre del sal¨®n.
As¨ª comenz¨® Airbnb, el sistema de hospedaje entre particulares cuya valoraci¨®n supera a la cadena hotelera Marriott. Est¨¢n a punto de rebasar el mill¨®n de alojamientos diferentes en 33.000 localidades de 192 pa¨ªses.
Su mecanismo es muy sencillo. Basta con subir la descripci¨®n del lugar, unas fotos, las condiciones y los d¨ªas libres. Despu¨¦s, los hu¨¦spedes potenciales ir¨¢n cerrando reservas si les agrada la oferta. Airbnb hace de intermediario, cobra una comisi¨®n del anfitri¨®n y pone un seguro. La pugna pol¨ªtica entre Barack Obama y John McCain les sirvi¨® de fuente de inspiraci¨®n para financiarse cuando los fondos de capital riesgo no terminaban de ver claro el negocio.
Idearon el envoltorio de unos cereales de desayuno apoyando a ambos candidatos. Las pocas unidades que quedan son piezas de coleccionista en eBay, porque los aspirantes a emprendedores lo ven como el s¨ªmbolo del ingenio en tiempos de escasez. Con sus 31 a?os, casado y padre de un beb¨¦ que dos d¨ªas a la semana cuida en la oficina, fue durante 18 meses el ¨²nico programador del servicio. Aprendi¨® esta habilidad cuando ten¨ªa 12 a?os. ?l mismo cre¨® la web. Ahora, como director t¨¦cnico, supervisa que los controles son correctos, que se crece a la velocidad adecuada y busca nuevas f¨®rmulas para que hu¨¦spedes y anfitriones se sientan m¨¢s c¨®modos.
Su irrupci¨®n ha generado un gran debate alrededor de la econom¨ªa compartida. Inicialmente perseguidos por los ayuntamientos, han terminado por cerrar acuerdos con muchos de ellos, como en el caso de San Francisco. Y ser¨¢n el alojamiento oficial de R¨ªo de Janeiro durante los Juegos Ol¨ªmpicos de 2016.
En una sala que reproduce el sal¨®n del apartamento donde se fund¨® Airbnb, el mismo en el que sigue viviendo su socio Brian Chesky, actual consejero delegado, Blecharczyk contesta a las preguntas de EL PA?S Tecnolog¨ªa.
Pregunta. ?C¨®mo se siente en esta sala, reflejo de sus comienzos?
Respuesta. Nost¨¢lgico, muy nost¨¢lgico. Brian [Chesky, el consejero delegado] sigue viviendo en esta casa. Aqu¨ª empez¨® todo. Ha ido muy r¨¢pido. Son siete a?os pero parecen una vida.
P. ?C¨®mo ha cambiado la suya?
R. Mucho y poco, seg¨²n como se mire. Vengo cada d¨ªa al trabajo pensando en dar todo mi potencial. Al principio ten¨ªa que llevar toda la infraestructura. Ahora me dedico a pensar c¨®mo mejorar los procesos.
P. Pero sigue como director t¨¦cnico¡
R. S¨ª, pero ya no programo. Al principio no dorm¨ªa, los primeros meses fueron una locura. Ahora mejoro la experiencia de producto.
Econom¨ªa compartida no es dar las cosas gratis, sino compartirlas¡±
P. ?Qu¨¦ les define?
R. La frescura, estar siempre en revisi¨®n constante. Creo que somos divertidos, que buscamos soluciones alternativas. Decimos que somos cereal entrepreneurs, por la caja de cereales, pero tambi¨¦n porque siempre pensamos en m¨¢s ideas, emprendemos en serie [en ingl¨¦s, serial, como en la palabra asesino en serie, serial killer, suena igual que cereal, en referencia a los cereales del desayuno con que se financiaron]. Aprendimos a ser apa?ados, ingeniosos...
P. No tiene una sola habitaci¨®n, pero valen m¨¢s que la cadena m¨¢s poderosa de hoteles. ?C¨®mo se explica esto?
R. Somos una comunidad, somos flexibles y solucionamos un problema. Nuestro pico fue la pasada Nochevieja, hospedamos a m¨¢s de 550.000 personas. Prueba que hay un viajero que desea vivir lo local, que busca una experiencia distinta, personal.
P. Al igual que Google, Apple o Facebook, su empresa organiza una conferencia propia¡ ?Por qu¨¦?
R. Para estar cerca de la comunidad. Pusimos 15.000 entradas para anfitriones y se agotaron en tres horas. Fue muy especial. La cantidad de vivencias compartidas ha sido muy valiosa para mejorar. Ese es el cometido de Chip Conley, nuestro director de hospitalidad global. Fund¨® una cadena de hoteles con experiencias especiales. Nos parec¨ªa el mejor fichaje para enriquecer nuestra visi¨®n.
P. En todo este tiempo su modelo de negocio apenas ha cambiado...
R. No. No pensamos que tenga sentido el cambio. Hacemos de intermediarios y garantizamos que la experiencia sea la adecuada, la que el anfitri¨®n dice que ser¨¢. Pero podr¨ªan, por ejemplo, apostar por hacer casas dom¨®ticas.
Pensamos en candados electr¨®nicos. Son muy c¨®modos para darle acceso a alguien a casa, si no se est¨¢ o para no tener que prestarle una llave, pero no los podemos instalar nosotros. Lo que s¨ª podemos hacer es poner en contacto a anfitriones para que compren un producto y se den consejos.
P. No todo el mundo est¨¢ dispuesto a meter a un extra?o en su casa, ?c¨®mo se construye la confianza?
R. Es una de las claves de Airbnb, la confianza mutua. Se basa en tres pilares. Los perfiles de usuarios, para saber qui¨¦n es qui¨¦n. Se debe poner el nombre real, una foto, en qu¨¦ se trabaja, as¨ª como los gustos personales. Despu¨¦s, cuando el cliente paga, guardamos el dinero hasta que, tras la primera noche, se confirma que todo es como en el perfil del alojamiento. Por ¨²ltimo, con las cr¨ªticas: el hu¨¦sped y el anfitri¨®n se valoran mutuamente.
A partir de ah¨ª van construyendo un prestigio dentro de la comunidad que, por ahora, nos ha funcionado muy bien. El 70% de las reviews son positivas.
Adem¨¢s, tenemos un seguro de un mill¨®n de d¨®lares que cubre si se rompe algo o hay un robo. El servicio de apoyo funciona 24 horas todos los d¨ªas de la semana. Est¨¢n en la planta de arriba [mientras se?ala al techo].
P. ?Cu¨¢nto de su ¨¦xito se debe a las redes sociales?
R. A Facebook le debemos algo muy importante, la verificaci¨®n. Antes, nadie pon¨ªa su nombre real. Por supuesto, tanto Facebook como Twitter nos han ayudado a darnos a conocer. Otro paso importante para la evoluci¨®n de nuestro negocio ha sido perder el miedo a poner la tarjeta de cr¨¦dito en Internet.
P. Cuando nacieron eran una p¨¢gina web pensada para el ordenador. ?C¨®mo se han adaptado al mundo m¨®vil?
R. Ha sido clave para el ¨¦xito. M¨¢s de la mitad de las reservas ya se cierran desde el m¨®vil. Nos dimos cuenta de que uno de los factores m¨¢s importantes para contratar un lugar es la respuesta r¨¢pida.
P. ?Veremos Airbnb en wearables?
R. Pronto, pronto, pero no puedo decir m¨¢s. Lo siento [se r¨ªe].
Nuestro mayor pico fue en nochevieja, cuando alojamos a m¨¢s de 550.000 personas"
P. Han pasado de ser repudiados por las ciudades a convertirse en la salvaci¨®n. Pienso en el pasado Mobile World Congress de Barcelona o en los pr¨®ximos Juegos Ol¨ªmpicos de R¨ªo de Janeiro.
R. En Barcelona conseguimos hospedar a 18.000 asistentes. En el pasado Mundial, superamos los 120.000. Con los Juegos Ol¨ªmpicos se han dado cuenta de que las construcciones no llegar¨¢n a tiempo. Resolvemos un problema y se beneficia la econom¨ªa local. Pero, de verdad, no todo es econom¨ªa. Hay algo que me conmueve. Cuando se desat¨® el hurac¨¢n Shandy, un miembro de la comunidad ofreci¨® su loft en Brooklyn gratis. Se corri¨® la voz y en 48 horas hab¨ªa 18.000 alojamientos. En Portland y San Francisco tenemos acuerdos con los ayuntamientos para actuar en caso de cat¨¢strofe.
P. En San Francisco las casas que ofrecen cuestan tanto como los hoteles...
R. Esta ciudad es un caso aparte, desde luego. Pero no solo es el precio, sino el valor. Ofrecemos m¨¢s espacio, m¨¢s camas, la posibilidad de conocer los barrios. Y, sobre todo, la hospitalidad personal.
P. ?Qu¨¦ pasa si no me gusta la hospitalidad personal, si no quiero verme con nadie? Quiero la llave y punto.
R. En las p¨¢ginas de los anfitriones se puede comprobar si existe esa opci¨®n en cada caso, si el apartamento es privado. Es algo que contemplamos, aunque no es lo m¨¢s normal.
P. ?Y qu¨¦ pasa con los viajes de negocios?
R. Tenemos acuerdos con varias empresas que nos tienen en cat¨¢logo para alojamientos corporativos. Los que viajan mucho se terminan por aburrir de los hoteles. La parte local suele ser un incentivo en este tipo de viajes.
P. Muchos cr¨ªticos consideran que lo que ustedes hacen no es econom¨ªa compartida...
R. Quiz¨¢ son ellos los que no la comprenden. Econom¨ªa compartida no es dar las cosas gratis, sino compartir lo que se tiene. Dar un uso mayor de un bien que era personal.
P. Habla mucho del impacto local pero, ?c¨®mo afecta?
R. Para empezar, en la duraci¨®n de la estancia. En un hotel la media es de dos o tres noches. Con nosotros es de cinco. Los anfitriones suelen tener un salario medio, usar el espacio sobrante les ayuda a pagar las facturas. Al mismo tiempo, los visitantes se salen del circuito tur¨ªstico habitual, van a restaurantes locales, tiendas de barrio¡ La ciudad se beneficia de este nuevo alojamiento sin tener que hacer m¨¢s edificios, gastar agua, luz...
P. Al margen de los casos de Barcelona y R¨ªo, ?c¨®mo es su relaci¨®n con las ciudades?
R. Estamos especialmente contentos con Am¨¦rica Latina. Cada vez m¨¢s ayuntamientos cierran acuerdos para compartir los momentos de m¨¢s demanda. En Europa s¨ª tuvimos problemas en ?msterdam, Par¨ªs, Londres o Hamburgo, porque no ve¨ªan lo del alquiler a corto plazo. Pero ya est¨¢ superado.
P. ?Y en Espa?a?
R. Nos va muy bien. Es el tercer pa¨ªs del mundo, con m¨¢s de 70.000 anfitriones. Somos conscientes del problema del desempleo all¨ª. Nos gusta pensar que sirve de alivio para muchos.
P. ?C¨®mo se imagina el futuro de Airbnb?
R. A largo plazo, imagino un mundo en el que cualquiera pueda ser hu¨¦sped o anfitri¨®n, rompiendo barreras. En los pr¨®ximos cinco a?os vamos a buscar un crecimiento exponencial.?
Caf¨¦ gratis y camisetas color salm¨®n
La competencia por el talento en Silicon Valley es feroz. Las empresas pelean por atraer a los mejores con entornos de trabajo en los que impera la creatividad. Escritorios abiertos y sin despachos son la norma. Junto a la recepci¨®n, una casa del ¨¢rbol con forma de seta ¨Cinevitable acordarse de los pitufos¨C invita a echarse una siesta. Se trata de uno de los primeros alojamientos, un homenaje a los primeros clientes. No es el ¨²nico. Las salas de reuniones reproducen algunos de los apartamentos m¨¢s ic¨®nicos de su corta historia. Solo tienen siete a?os.
Con el cambio de logo del ¨²ltimo verano se entreg¨® a los trabajadores una sudadera con capucha de vivo color salm¨®n. Muchos la visten a modo de uniforme no oficial. Una forma de mostrar orgullo. Cuando se les pregunta por la evoluci¨®n de la sede, pocos contestan. Son escasos los que llevan m¨¢s de un a?o contratados. La mayor¨ªa lleva en Airbnb entre diez y cinco meses. Y siguen fichando a buen ritmo.
Los equipos se identifican con animales. El oso para los que trabajan en el comedor. Un suricato para los de comunicaci¨®n. Por las paredes, p¨®steres con personas en ambiente familiar que sugieren cercan¨ªa, relax. Parecen modelos, pero son los primeros inquilinos con que contaron.
Las cafeter¨ªas, bien surtidas, son gratuitas. Una estrategia para tener a los empleados m¨¢s tiempo en la oficina. Se supone que tambi¨¦n m¨¢s contentos. De todos los privilegios con que los premian hay uno que valoran especialmente. Cada trimestre, la empresa les da un cheque de 500 d¨®lares para gastar en Airbnb. De manera inesperada, se ha convertido en la mejor forma de crear equipo. Espont¨¢neamente, los empleados se unen para irse de vacaciones juntos uniendo sus cheques de cortes¨ªa.
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