Mi camarero es un robot
Abre en San Francisco un restaurante en el que el ¨²nico humano es el reponedor de servilletas
El restaurante rob¨®tico ya funciona en San Francisco. Para comer en Eatsa solo hay que esperar en una fila durante unos cinco minutos, aunque haya m¨¢s de 30 personas por delante. Un atril con iPad y lector de tarjeta de cr¨¦dito sirven de carta y comanda a la vez. Pocos minutos despu¨¦s, la comida aparece en un nicho con pantalla t¨¢ctil. En todo el proceso no participa ning¨²n humano. De vez en cuando, un operario pone orden en la fila, repone servilletas y cubiertos, y desaparece cual fantasma.
La oferta de platos es limitada y tiene una base com¨²n, la quin¨²a (pseudocereal andino). Tan solo diferentes combinaciones de tazones con este ingrediente al que se puede incluir salsas, verduras y algunas legumbres. Tambi¨¦n queso si se opta por no ser vegano. No hay carne. El restaurante rob¨®tico es vegetariano.
Los empleados de la compa?¨ªa son en su mayor¨ªa programadores que crean y mantienen la aplicaci¨®n y optimizan el proceso. En la parte trasera del local una maquinaria convierte los toques de pantalla en platos saciantes, fr¨ªos o calientes, picantes o con hierbas. Ofrecen versi¨®n de inspiraci¨®n japonesa o mexicana, incluso india.
La oferta se completa con yuca frita con aire caliente, sin aceite, como si fuesen patatas chips, pero algo m¨¢s sanas y menos grasas, t¨¦s fr¨ªos de varios sabores y limonadas. Ni rastro de burbujas o alcohol.
Las raciones son generosas de manera intencionada, para que el cliente se sacie. Llenan pero no aportan una gran cantidad de calor¨ªas si, como nos ense?aron nuestras madres y abuelas hispanas, no dejamos nada en el plato. Los precios oscilan en los siete d¨®lares y, si se ponen muchos complementos, 14 d¨®lares. Con acierto, han limitado la cantidad de complementos para que quepan en el recipiente.
En la ¨²ltima actualizaci¨®n han a?adido la opci¨®n de encargar la comida desde el iPhone (estamos en la cuna de Apple, el mundo manzanito manda) o desde hace pocas semanas tambi¨¦n Android, y recogerla en pocos minutos. As¨ª se ahorra tiempo en la fila y la comida est¨¢ lista nada m¨¢s llegar al local.
Lo m¨¢s curioso es que en ninguno de los dos espacios que tienen en la ciudad, ambos en el sector financiero, muy cerca de Google y Salesforce, cuentan con espacios para sentarse a comer. Si hace mal tiempo toca comer en el escritorio, elogio de la eficiencia. Si no, cualquier banco del Embarcadero ofrece unas vistas de la Bah¨ªa mejores que cualquier restaurante de lujo. Privilegios y desventajas de San Francisco todo en uno. Ah, acaban de abrir su primer local en Los ?ngeles, all¨ª el tiempo suele ser mucho m¨¢s ben¨¦volo.
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