Plan de s¨¢bado en Silicon Valley: Lucha de robots
Fetch Robotics, una empresa de San Jos¨¦, invita a empleados y curiosos a competir
En Silicon Valley es extra?o saber el d¨ªa de la semana. Sobre todo en verano, cuando no hay clases. No se nota el ir y venir desenfrenado de Nueva York, pero s¨ª un ritmo y movimiento constante que hace que se trabaje sin importar el d¨ªa de la semana.
Es normal que el equipo de comunicaci¨®n Elon Musk proponga una llamada para contar novedades con el genio futurista un domingo a las 11 de la ma?ana, o que se invite a una prueba de producto un s¨¢bado. Aqu¨ª el calendario y las horas de trabajo son flexibles, en general. Cada vez m¨¢s empresas dejan la cantidad de d¨ªas libres en manos de los trabajadores. Ponen un m¨ªnimo, pero el permiso es virtualmente infinito. No es una trampa, sino una forma de trabajar que, por ahora, da resultados. No hay abusos ¡ªde nuevo, salvo excepciones¡ª porque existe lo que denominan la presi¨®n de los iguales. Si un compa?ero est¨¢ implicado y es responsable, desentona tomarse demasiados d¨ªas. Al mismo tiempo, es muy com¨²n que cuando se contrata a alguien, se le incluya un paquete de acciones que sirve como incentivo econ¨®mico, pero tambi¨¦n para buscar su implicaci¨®n. Al fin y al cabo, una parte de la empresa es suya. Su ¨¦xito o fracaso depende de ¨¦l y de los que le rodean.
Es una f¨®rmula que por ahora da resultados positivos, pero no parece suficiente para mantener la motivaci¨®n de muchos empleados. Se busca, adem¨¢s, generar sentido comunitario y atraer nuevo talento. Lo que aqu¨ª llaman ¡°team building¡± y en espa?ol es un sencillo ¡°hacer pi?a¡±.
El s¨¢bado 29 de julio Fetch Robotics, una empresa de rob¨®tica de San Jos¨¦, celebr¨® uno de sus grandes acontecimientos, una lucha de robots hechos de pl¨¢stico cuyo peso es inferior a tres libras (alrededor de kilo y medio). Los empleados, familiares y amigos son invitados a participar, animar y sentirse parte de la competici¨®n con generosas raciones de aperitivos, pizza, refrescos y cerveza. Un men¨² no tan sano como suele ser habitual en Silicon Valley, pero que forma parte del ambiente festivo del d¨ªa.
Desde el mediod¨ªa hasta las seis de la tarde, la oficina se convierte en un ring, con una jaula de metacrilato transparente de varios cent¨ªmetros de grosor. Dentro, robots que compiten cara a cara durante un par de minutos. Todo vale mientras sean de pl¨¢stico y respeten el peso. Como no pod¨ªa ser de otro modo en los tiempos que corren, el evento se emiti¨® en directo a trav¨¦s de YouTube.
Paran si se corre el riesgo de que la bater¨ªa se incendie o los da?os traspasen el recinto definido. Gana el que haga un da?o mayor al enemigo. La competici¨®n cuenta con dos mangas que se van cerrando hasta ser un cara a cara entre los dos grandes.
En nuestro caso, en lugar de apoyar un robot normal (todo lo normal que pueden ser aqu¨ª las cosas) fuimos con ¡°La caja de gatitos democr¨¢tica¡±, liderada por el espa?ol ?ngel Hern¨¢ndez. Su experimento, hecho con dos capas de papel de embalaje y con un coste de fabricaci¨®n inferior a 10 d¨®lares, ten¨ªa un factor todav¨ªa m¨¢s especial. ?l no lo controlaba, sino que lo hac¨ªamos los amigos e invitados, tanto dentro como fuera de la sala a trav¨¦s de un canal de Telegram. Se votaba a trav¨¦s de la aplicaci¨®n en un bot creado al efecto con botones para marcar el movimiento del robot guerrero.
En una pelea de este cariz es dif¨ªcil confiar en la democracia. ?Atacar? ?Retroceder? ?Irse al rinc¨®n izquierdo? La democracia sali¨® bastante da?ada del primer enfrentamiento. Tras un breve paso por el taller: m¨¢s brillantina, refuerzos en el cart¨®n y cinta adhesiva para tapar las heridas, volvi¨® al cuadril¨¢tero. En el segundo combate, termin¨® derrotada. Los comentarios no se hicieron esperar: ¡°Est¨¢ visto que en este pa¨ªs la democracia no funciona. Mira qu¨¦ desastre¡±. ¡°Necesitamos l¨ªderes y no confiar en el parecer de los locos que nos rodean¡±, le dec¨ªan al europeo de la empresa.
Fetch es una de las empresas m¨¢s avanzadas en robots para inventario y control de albar¨¢n en f¨¢bricas. Su fundadora, Melonee Wise, es una eminencia en el sector, con una obsesi¨®n, que los humanos se dediquen a pensar, crear, ordenar y hacer trabajos de corte intelectual para que los robots hagan el trabajo f¨ªsico. En su sede central de San Jos¨¦, donde los mandos de PlayStation, las estanter¨ªas que simulan comercios y los p¨®sters de robots recreando pel¨ªculas conocidas decoran la oficina, cuentan con m¨¢s de 50 empleados. Les encantar¨ªa contar con m¨¢s, pero es un campo en el que todav¨ªa escasean los profesionales. Si est¨¢s buscando un ¨¢rea en la que especializarte quiz¨¢ te interese hablar con ellos y conocer m¨¢s del futuro que aguarda en la rob¨®tica.
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