?Confiar tus desnudos a Facebook?
La red social quiere marcar nuestras fotos comprometedoras para que no se distribuyan. Pero dado que ni la NSA es capaz de custodiar sus secretos, no parece una buena idea. Sin privacidad no hay seguridad
Una y otra vez, nos han vendido la teor¨ªa de que tenemos que renunciar a la privacidad a cambio de la seguridad. Que es necesario sacrificar nuestra intimidad para que los organismos p¨²blicos puedan protegernos de los malos. Ese ha sido (y es) el argumento preferido para justificar los programas de vigilancia masiva. Ed Giorgio, exasesor de seguridad de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en ingl¨¦s), sostiene que ¡°la privacidad y la seguridad son un juego de suma cero¡±. Es decir, seg¨²n ¨¦l, si una aumenta, la otra disminuye. Pero esto no es as¨ª.
Dos episodios recientes reabren el debate privacidad-seguridad. Como parte de un programa piloto, Facebook ha pedido a algunos usuarios que le conf¨ªen sus fotos de desnudos cuando teman que pueden ser compartidas. La empresa asegura que, de esta forma, puede impedir que las fotos se publiquen en su plataforma. Mientras tanto, la NSA se ha visto envuelta en los ¨²ltimos meses en varios casos de filtraciones que ponen en duda tanto su capacidad para guardar informaci¨®n secreta como los m¨¦todos que practica para obtenerla. La cuesti¨®n es: ?hay alg¨²n lugar en Internet en el que nuestros datos, nuestras fotos est¨¦n totalmente seguros? ?Ceder privacidad proporciona m¨¢s seguridad?
Escud¨¢ndose tras la respetable justificaci¨®n de proteger a los ciudadanos, la NSA se ha dedicado a piratear Internet para extremar la vigilancia. Para ello ha desarrollado sus propias herramientas, pero adem¨¢s se ha dedicado a almacenar en sus archivos las brechas de seguridad que ha encontrado en el ciberespacio sin avisar a las potenciales v¨ªctimas de que est¨¢n expuestas a un ataque.
?C¨®mo es esto posible? Tanto los delincuentes como los servicios secretos buscan vulnerabilidades en los sitios web y los sistemas inform¨¢ticos, errores de todo tipo que permiten piratear ordenadores, robar contrase?as, escuchar a hurtadillas, etc¨¦tera. No siempre existe la intenci¨®n de delinquir. A veces, cuando alguien descubre una vulnerabilidad avisa a la instituci¨®n afectada para que la remedie y haga p¨²blicos sus detalles a fin de que otros puedan aprender de la experiencia. Pero tambi¨¦n puede guard¨¢rsela para utilizarla en ese momento o en el futuro, o para vend¨¦rsela a otros hackers que quieran sacar provecho de ella. Todo apunta a que la NSA almacen¨® vulnerabilidades sin advertir a nadie (cuando no se difunden se conocen, en la jerga digital, como ¡°vulnerabilidades de d¨ªa cero¡±). Esta pr¨¢ctica hace que las instituciones sean d¨¦biles ante los hackers. Por ¨²ltimo, se ha vinculado a la NSA con el uso de?puertas traseras (vulnerabilidades creadas deliberadamente) en los programas y equipos inform¨¢ticos que se comercializan, de usuarios particulares.
Tenga cuidado al entregar las im¨¢genes a una empresa cuyo negocio empez¨® clasificando a las mujeres en funci¨®n de su atractivo
Hace a?os, expertos en seguridad y privacidad como Bruce Schneier advirtieron de que el problema de las vulnerabilidades es que no solo permiten el acceso al Gobierno, sino a todo el que las encuentra. Pero la NSA hizo caso omiso de las advertencias y ahora lo ha pagado caro: hace unos meses el equipo encargado de almacenar estas herramientas de pirateo y de protegerlas las perdi¨®, y ni siquiera sabe c¨®mo. Tanto si ha sido alguien de dentro o unos hackers (el grupo The Shadow Brokers se atribuye la autor¨ªa) los que se han apoderado de ellas, lo que es evidente es que han robado la caja de Pandora de las herramientas de pirateo inform¨¢tico y las est¨¢n vendiendo poco a poco.
Las consecuencias han sido catastr¨®ficas hasta ahora. Millones de ordenadores han sido pirateados mediante ransomware, un software que bloquea los equipos, cifra los archivos y despu¨¦s obliga a pagar un rescate para recuperar el control (?se acuerdan del incidente de WannaCry?); se ha interrumpido el funcionamiento de hospitales en Reino Unido, EE?UU e Indonesia; miles de empresas se han visto afectadas en el mundo.
Hay pocas pruebas que nos lleven a pensar que las pr¨¢cticas de la NSA hayan servido para proteger a los ciudadanos y s¨ª muchas de que han contribuido a que Internet sea un lugar m¨¢s peligroso. La lecci¨®n es clara: la mayor¨ªa de las veces, la privacidad es un medio para garantizar la seguridad, y las pol¨ªticas que ponen en peligro la privacidad a menudo acaban minando tambi¨¦n la seguridad. Por tanto, desconf¨ªen de cualquier plan que pretenda sacrificar la privacidad en aras de la seguridad. La seguridad no deber¨ªa obligarnos a renunciar a nuestra privacidad, sino todo lo contrario. Defender nuestra privacidad es una de las maneras m¨¢s eficaces de protegernos.
Si Facebook le pide que env¨ªe sus desnudos, pi¨¦nseselo dos veces. Con su programa piloto, que ensaya en Australia, pretende crear un hash (una huella dactilar digital ¨²nica) de las im¨¢genes que las marca para evitar que se compartan. La idea es que los usuarios env¨ªen sus fotos a trav¨¦s de Messenger. Luego, unos analistas acceder¨¢n a la imagen y la etiquetar¨¢n. Se guardar¨¢n durante un ¡°corto periodo de tiempo¡± en una base de datos compartida con Google y Twitter. ?Qu¨¦ podr¨ªa salir mal? Muchas cosas. Para empezar,Messenger no es la mensajer¨ªa m¨¢s segura. Adem¨¢s, no sabemos nada de estos analistas, ni de las medidas para controlarlos. Vayan ustedes a saber si el analista que tiene acceso a sus im¨¢genes m¨¢s ¨ªntimas es un veintea?ero deseoso de presumir de lo que ha encontrado.
La mayor¨ªa de las veces, la privacidad es un medio para garantizar la seguridad y aquello que la pone en peligro acaba desprotegi¨¦ndonos
Luego est¨¢ la pregunta de cu¨¢nto tiempo es un periodo ¡°corto¡± ¡ªcuanto m¨¢s largo sea, m¨¢s riesgo¡ª y de c¨®mo asegurarse de que las fotos se borran realmente (otras empresas han mentido en el pasado). Por ¨²ltimo, guardar esas fotos en una base de datos compartida por las mayores empresas digitales ¡ªque se benefician econ¨®micamente de los datos personales¡ª parece algo tan privado como aparecer en los titulares de un peri¨®dico.?Y tenga cuidado a la hora de confiar sus fotos m¨¢s privadas a una empresa fundada por alguien que empez¨® su negocio creando una base datos que clasificaba a las mujeres, sin su consentimiento, en funci¨®n de su atractivo.
Nadie cuidar¨¢ de su privacidad mejor que usted. Entre otras razones, porque nadie, excepto usted, tiene mucho que perder si se la arrebatan. No deje que nadie le enga?e y le haga renunciar a su privacidad a cambio de una ilusi¨®n de seguridad. No vale la pena.
Carissa V¨¦liz es investigadora en el Uehiro Centre for Practical Ethics de la Facultad de Filosof¨ªa de la Universidad de Oxford.
Traducci¨®n de News Clips.
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