Ir a S¨®nar a bailar y acabar creando un nanosat¨¦lite

S¨®nar es mucho m¨¢s que m¨²sica. S¨®nar+D acoge conferencias, espect¨¢culos visuales, talleres y escaparates de destacados organismos y cient¨ªficos internacionales durante el festival. En su edici¨®n de 2018 ha contado con la participaci¨®n de 5.900 profesionales de 3.300 entidades y empresas. Este a?o, uno de los principales focos de la comisi¨®n era la investigaci¨®n espacial, y uno de esos talleres, organizado por el Instituto de Estudios Espaciales de Catalu?a (IEEC), ten¨ªa c¨®mo objetivo crear un nanosat¨¦lite en tan solo 90 minutos.

¡°La capacidad de procesado que tiene hoy un tel¨¦fono m¨®vil es la equivalente a la de un superordenador de hace 15 o 20 a?os. En smartphone tenemos los mismos elementos que podr¨ªa tener un sat¨¦lite convencional, y lo tenemos en un tama?o mucho m¨¢s peque?o¡±, explica Juan Ramos, investigador del IEEC y profesor de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a (UPC). El taller organizaba a los participantes por parejas y ten¨ªan que ingeni¨¢rselas, tras una explicaci¨®n te¨®rica de 20 minutos, para montar uno con piezas creadas con una impresora 3D y una cortadora l¨¢ser. El equipo ganador tuvo el privilegio de ver volar su creaci¨®n, eso s¨ª, con un lanzamiento asistido por un globo de helio gigante.

La composici¨®n es parecida al de un sat¨¦lite tradicional, al menos en una parte b¨¢sica. "En la universidad de California, surgi¨® la idea de por qu¨¦ no hacer un sat¨¦lite peque?o aprovechando estas econom¨ªas de escala y la reducci¨®n del tama?o de los componentes y meterlo todo en un sat¨¦lite de unos pocos cent¨ªmetros. La ventaja es que el coste del lanzamiento es proporcional al peso. Y por tanto, si reducimos en varios ordenes de magnitud el peso, el coste puede reducirse en unos cuantos miles de euros", explica. Gracias al est¨¢ndar desarrollado en 1999 por el espa?ol Jordi Puig-Suari y el estadounidense, Bob Twiggs; las universidades y centros de estudios menores entraron de lleno en la investigaci¨®n aeroespacial.

Este es precisamente uno de los aspectos muy importantes para Juan Carlos Ramos en lo que est¨¢ por venir: ¡°Esto permite multiplicar el n¨²mero de ideas que se pueden explorar en el espacio, o de experimentos que se pueden realizar,a un coste mucho menor. Esa es la gran revoluci¨®n que vamos a tener los pr¨®ximos a?os. Enjambres de sat¨¦lites, cubriendo grandes ¨¢reas en tiempo real, que nos permitir¨¢n observar la Tierra y tener comunicaciones de banda ancha en zonas remotas donde ahora no es posible".

Un ojo inexperto en materia de estudios especiales, como el que escribe, puede llevarse las manos a la cabeza con la idea de miles de minisat¨¦lites rodando nuestro planeta y poniendo perdido todo el espacio, como lo hacemos con las toneladas de pl¨¢stico que vertimos al mar. La respuesta en este caso es tan reconfortante como l¨®gica: ¡°La comunidad cient¨ªfica tiene que estar concienciada con el uso de nanosat¨¦lites. Uno de los objetivos cuando se dise?¨® el nanosat es que estos operen en ¨®rbitas bajas. Como mucho alcanza unos 400 o 500 kli¨®metros. Por tanto, por la radiaci¨®n solar que reciben y por las pocas mol¨¦culas que quedan en la atm¨®sfera, estos sat¨¦lites acaban frenando y acaban cayendo en un periodo de entre dos y tres a?os. Y de forma natural vuelven a entrar en la atm¨®sfera y se desintegran en las capas altas", concluye.