El a?o 0 de la incierta revoluci¨®n tecnol¨®gica de los pr¨®ximos 20 a?os
La inteligencia artificial propiciar¨¢ una transformaci¨®n sin precedentes que no est¨¢ exenta de riesgos
Hay cientos de miles de im¨¢genes de retinas humanas. Los m¨¦dicos sab¨ªan que los vasos sangu¨ªneos de las retinas pueden aportar indicios sobre las posibles enfermedades de un paciente, pero no c¨®mo buscarlos ah¨ª. La inteligencia artificial resuelve el problema: es capaz de leer miles de im¨¢genes de retinas para encontrar patrones relacionados con el riesgo de infarto. M¨¢s pronto que tarde una imagen de la retina podr¨¢ sustituir un an¨¢lisis de sangre para evaluar los riesgos.
Diane Greene, consejera delegada de Google Cloud, cree que en este ¨¢mbito se producir¨¢ la pr¨®xima gran revoluci¨®n tecnol¨®gica. La inteligencia artificial contribuir¨¢ a resolver, seg¨²n Greene, el cambio clim¨¢tico o los problemas de gasto excesivo de energ¨ªa y mejorar¨¢ incre¨ªblemente las cosechas. Greene es una de las pioneras de Silicon Valley, donde ha fundado tres empresas (Google le dio 150 millones de d¨®lares por una, cantidad que Greene don¨® a ONG). Habla con EL PA?S en la feria Next, celebrada en Londres y organizada por su empresa. En una de las conferencias principales, Rajen Sheth, encargado de la l¨ªnea de producto de inteligencia artificial y aprendizaje autom¨¢tico, us¨® una imagen de 1994 de Mosaic, el primer navegador. Nac¨ªa Internet para el gran p¨²blico. Ahora, 30 a?os despu¨¦s, estamos en un nuevo momento Mosaic, seg¨²n Sheth: 2018 es el a?o cero de la gran innovaci¨®n de los pr¨®ximos 20 a?os.
Tecnolog¨ªa democratizada
Google Cloud es la filial de Google para la tecnolog¨ªa almacenada en la nube. Su tarea principal es vender a empresas sus servicios avanzados, entre ellos la inteligencia artificial. "Cloud democratiza todo lo que tiene Google", dice Greene. "Cualquier empresa de cualquier tama?o podr¨¢ sacar ventaja de estas herramientas y crear sus modelos".
Esto tiene sus riesgos. El principal se deriva de c¨®mo se seleccionan los datos para crear los modelos: "En muchos casos, si usamos la inteligencia artificial de una manera tendremos una cantidad incre¨ªble de sesgos; aplicada de otra distinta, puede ser tremendamente beneficiosa", dice Sheth.? Amazon, por ejemplo, usaba en 2015 un programa para fichar ingenieros. Los curr¨ªculums que usaron para ver qu¨¦ ingenieros prefer¨ªan eran, como es aparentemente l¨®gico, los ingenieros que ya estaban en plantilla. ?Qu¨¦ problema hubo? Que la mayor¨ªa era hombres. El algoritmo penalizaba a las mujeres.
Greene se defiende: "Es una tecnolog¨ªa nueva, que la gente no acaba de entender bien". Errores como aquellos a los que alude Sheth son, para Greene, un mal menor: "Todas estas cosas deben ser tenidas en cuenta, pero eso no es raz¨®n para detener el progreso", dice.
En Google, sin embargo, sus empleados s¨ª los han tenido en cuenta. En verano escribieron unos principios de inteligencia artificial en los que afirman que no trabajar¨¢n con la industria del armamento. La empresa no ha renovado el proyecto Maven y no ha pujado por el proyecto Jedi, dos grandes contratos con el Pent¨¢gono. ?Si no lo hace Google, otros lo van a hacer? Greene responde en silencio y abriendo los brazos. Es decir, s¨ª. Greene explica as¨ª a sus ingenieros: "La propia comunidad de IA es la que se hace m¨¢s preguntas, porque son los que la entienden mejor. Hay por ejemplo un art¨ªculo donde explican que dise?aron un par de gafas para una mujer en un experimento de reconocimiento facial. Y la c¨¢mara pensaba que cualquiera con esas gafas era esa mujer, aunque llevara barba. Enga?aron al algoritmo". Eso, seg¨²n Greene, en el mundo real no pasar¨¢.
El sector de las finanzas es otro ejemplo. Un modelo puede definir qui¨¦n tiene m¨¢s probabilidades de devolver los pr¨¦stamos, lo que quiz¨¢ prive sistem¨¢ticamente de acceder a ellos a un grupo de ciudadanos: "Esto puede tener consecuencias legales", advierte Sheth. Greene lo explica de modo distinto: "Si no sabes explicar el modelo es mejor que no lo uses. Porque habr¨¢ sesgos. Puedes hacerlo, pero tienes que mostrar los riesgos a la gente", dice. Y a?ade: "Pero la gente ya incurre en sesgos sin IA al dar pr¨¦stamos", aunque son sesgos no sistematizados o que pueden variar si cambia el empleado que decide.
La entrevista con Greene fue la primera con un medio espa?ol. Tambi¨¦n era la primera vez en tres a?os que Greene saludaba al jefe de Google Cloud Espa?a, Isaac Hern¨¢ndez. Cuando Hern¨¢ndez acompa?¨® al periodista de EL PA?S, Greene salud¨® y tom¨® a los dos por reporteros. Cuando se deshizo la confusi¨®n, Greene admiti¨® haber pensado: "Qu¨¦ peri¨®dico tan raro que manda a dos periodistas para entrevistarme". Es un ejemplo del incre¨ªble ritmo de crecimiento de esta "start-up gigante", seg¨²n Greene.
Google Cloud es el tercer gran protagonista que llega al sector de la nube. Amazon y Microsoft le llevan ventaja. A Greene le persigue una cita sacada de contexto donde habr¨ªa admitido que Google iba a ser la primera empresa por cuota en la nube en 2020. "Dije que era posible", matiza. Y lo mantiene: "Es un mercado enorme. Ahora estamos al 10% del mercado global".
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