?Y si en el futuro los peatones ¡®trolean¡¯ a los coches inteligentes?
La llegada de veh¨ªculos aut¨®nomos podr¨ªa rehacer las ciudades como sucedi¨® hace un siglo con la aparici¨®n de los autom¨®viles, pero en la direcci¨®n opuesta
Eran casi las diez de la noche cuando Rafaela Vasquez se acomod¨® en su sof¨¢ y se puso a ver La Voz, su programa favorito. Pero el disfrute tuvo un final tr¨¢gico cuando se cruz¨® en su camino Elaine Herzberg, que muri¨® en el impacto. Porque Vasquez iba al volante de un Uber en modo piloto autom¨¢tico, un coche en pruebas que no fue capaz de evitar la primera muerte de un peat¨®n atropellado por un veh¨ªculo autom¨¢tico. Un episodio fatal, que ha ralentizado los planes para el desarrollo de esta tecnolog¨ªa, pero que no los frenar¨¢. Y si llega el d¨ªa en que todos los tripulantes de un coche puedan recostarse tranquilos a ver la tele, ?c¨®mo cambiar¨¢ la relaci¨®n con peatones y ciclistas? ?Qu¨¦ impedir¨¢ que se crucen impunemente en el camino de los autom¨®viles, ahora que no pueden atropellarlos? ?C¨®mo cambiar¨¢n las ciudades con estos veh¨ªculos que ya no ser¨¢n una amenaza para la gente?
"Es rid¨ªculo pensar que van a estar funcionando como ahora. Lo normal es que la fisionom¨ªa de la ciudad cambie", asegura Mara Balestrini
Elon Musk asegura que sus Tesla completamente aut¨®nomos estar¨¢n listos en 2019 (tambi¨¦n dijo que estar¨ªan listos para 2017 y 2018) y desde el mundo acad¨¦mico ya se aventuran algunos escenarios sorprendentes que podr¨ªan aparecer con la inminente llegada de estos coches que se conducen solos con plena seguridad. Por ejemplo, que estos autom¨®viles inteligentes cambiar¨¢n hasta el sexo, ya que los amantes podr¨¢n disfrutar en uno nada m¨¢s salir del trabajo. Y especialistas en movilidad y urbanismo han aprovechado para ir m¨¢s all¨¢ y reflexionar sobre c¨®mo cambiar¨¢n las ciudades a partir de una idea muy simple: si los peatones y ciclistas ya no temen a los coches, porque saben que siempre se parar¨¢n en su presencia, nada impedir¨¢ que troleen a los veh¨ªculos, cruzando por donde quieran y volviendo a recuperar el control de las calles.
"El peat¨®n sabe que el veh¨ªculo aut¨®nomo se detendr¨¢. El peat¨®n sabe que el veh¨ªculo aut¨®nomo no se emborrachar¨¢ ni distraer¨¢. Y el peat¨®n sabe que el veh¨ªculo aut¨®nomo seguir¨¢ la ley", aventura Adam Millard-Ball, de la Universidad de California. Y lo explica: "Los coches, programados para obedecer las reglas de la carretera, esperan a que los peatones crucen. A su vez, estos autom¨®viles m¨¢s seguros provocan una respuesta racional de los peatones y otros usuarios de la carretera. Con la seguridad de que un autom¨®vil ceder¨¢, los peatones pueden cruzar con impunidad. Simplemente tienen que actuar de forma impredecible o salir a la calzada para obligar a disminuir la velocidad a estos veh¨ªculos con aversi¨®n al riesgo". As¨ª, peatones y ciclistas, empoderados, asumir¨¢n el control de las calles otra vez. Del mismo modo que se han organizado para apartar patinetes, se organizar¨ªan para reconquistar el espacio tomado por el coche.
"Es rid¨ªculo pensar que van a estar funcionando como los coches ahora. Lo normal es que la fisionom¨ªa de la ciudad cambie", asegura Mara Balestrini, especialista en internet de las cosas y ciudades inteligentes. "Pero la ¨²nica forma de que sea viable es con un escenario regulado y en el que todos los dispositivos de la ciudad est¨¦n conectados para que se puedan sincronizar en tiempo real, no centrando la inteligencia en un solo aparato, como el coche, que ser¨¢ un elemento m¨¢s, pero no el principal", aventura Balestrini, CEO de Ideas for Change. Y a?ade: "Lo que no es veros¨ªmil es que se puedan poner a funcionar tomando decisiones por s¨ª solos".
"Con la seguridad de que un autom¨®vil ceder¨¢, los peatones pueden cruzar con impunidad", asegura Millard-Ball
Balestrini se refiere a los dilemas morales que se han popularizado desde los medios y las revistas cient¨ªficas m¨¢s importantes cada vez que se habla de estos coches inteligentes. En caso de tener que atropellar a alguien, ?mejor a una vieja o a un ni?o? ?Mejor a un peat¨®n imprudente o a un gato que cruza en verde? Muchos especialistas creen que este tipo de dilemas son una p¨¦rdida de tiempo que distorsiona el debate sobre la funci¨®n de estos veh¨ªculos. "Abordan la ¨¦tica de los veh¨ªculos aut¨®nomos en el nivel incorrecto. Buscan obtener una elecci¨®n individual (una soluci¨®n moral) cuando, de hecho, se requiere una elecci¨®n social (una soluci¨®n pol¨ªtica)", explica Johannes Himmelreich, de la Universidad de Stanford.
La decisi¨®n pol¨ªtica es c¨®mo queremos que sean unas ciudades en las que los coches ya no son un peligro mortal para los ciudadanos, en las que quiz¨¢ no haya que segregar peatones, ciclistas y autom¨®viles porque estos ¨²ltimos nunca tomar¨¢n velocidades tan peligrosas que obliguen a elegir entre la vida de la vieja o la del gato. "Es una cuesti¨®n ideol¨®gica. Hay un par de patrones que se repiten en estos debates tecnol¨®gicos: por un lado, la idealizaci¨®n de estos inventos y por otro, reducir toda la movilidad al uso del autom¨®vil", resume David Lois, psic¨®logo social de la UNED y experto en movilidad urbana. Algunos especialistas imaginan dos escenarios extremos: uno en el que las autoridades aprovechan el potencial de los veh¨ªculos aut¨®nomos para crear lugares urbanos m¨¢s habitables y transitables, a trav¨¦s de conceptos de espacio compartido, que es algo que ya se est¨¢ aprobando en algunas ciudades. Y otro opuesto, en el que los coches se resisten a perder protagonismo y se aprueban nuevas leyes que impiden trolearlos: los autom¨®viles no tendr¨¢n la culpa si el peat¨®n comete una imprudencia.
Durmiendo en el coche desde Astorga
Los dilemas morales sobre los coches inteligentes estar¨ªan distorsionando el debate: har¨¢n falta decisiones pol¨ªticas, no individuales
Cuando llegaron los coches a las ciudades hace un siglo, esa fue la reacci¨®n de muchos viandantes frente a las m¨¢quinas, en una guerra sin cuartel que vencieron los veh¨ªculos. "En la hemeroteca hay muchos ejemplos, la gente los toreaba con capotes", recuerda el consultor de movilidad Miguel ?lvarez. "Pero la siniestralidad era enorme, hubo much¨ªsimos muertos. A los ciudadanos se les disciplin¨® culpabilizando al caminante por su propia accidentalidad", explica Lois. La calle se qued¨® en manos de los coches. "La jerarqu¨ªa urbana es muy clara, porque el 60% del espacio es para los autom¨®viles. Ahora hay mucho conformismo social y miedo al cambio: el coche tiene mucho mando", lamenta Lois.
?lvarez cree que ahora es muy dif¨ªcil imaginar una ciudad sin coches porque est¨¢ todo pensado para ellos. Y plantea dos escenarios: uno ut¨®pico, en el que se logra reducir en millones de coches el parque de una ciudad, y se apuesta por el paradigma del coche compartido para todos, "del mismo modo que la gente ya no tiene gallinas en propiedad para tener huevos". Y un escenario dist¨®pico, en el que todo el mundo tiene coches inteligentes, que dominan por completo el transporte, y no se piensa en peatones. "Imagino una caravana de coches aut¨®nomos que llevan hasta Madrid a los trabajadores desde Astorga, por ejemplo, porque el precio de la vivienda es astron¨®mico. Se despiertan a las 3 de la ma?ana, suben al coche y siguen durmiendo hasta llegar al trabajo", imagina ?lvarez, ingeniero de caminos y parte del colectivo Naci¨®n Rotonda. Y matiza: "Es solo una exageraci¨®n de lo que ya est¨¢ pasando".
Pero tanto ?lvarez como Lois est¨¢n de acuerdo en que hay un problema: no podr¨¢ ir todo el mundo en coche, da igual que sea aut¨®nomo. El transporte tiene lugar en el espacio f¨ªsico y este obedece a las leyes de la geometr¨ªa y la f¨ªsica: en una ciudad como Madrid, solo el 25%-30% de los desplazamientos se hacen en coche. "No puede haber un 90% de la poblaci¨®n movi¨¦ndose en autom¨®viles particulares, porque no caben. La ciudad se quedar¨ªa parada", zanja ?lvarez.
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