?A qu¨¦ huele el pasado? La inteligencia artificial lo est¨¢ descubriendo buceando en las bibliotecas y museos de Europa
Expertos de varios pa¨ªses se han unido para un proyecto que trabajar¨¢ en la b¨²squeda, catalogaci¨®n e incluso recreaci¨®n de los aromas
La peste hed¨ªa a romero. Se cre¨ªa que esta hierba arom¨¢tica permit¨ªa burlar a la enfermedad que asol¨® Europa en el siglo XIV. Trescientos a?os despu¨¦s, el poder empez¨® a oler a pi?a. La fruta tropical no se daba en Europa, as¨ª que si alg¨²n noble del viejo continente la ten¨ªa en su mesa era porque hab¨ªa podido traerla de las Am¨¦ricas en pocas semanas, a¨²n fresca y arom¨¢tica. Los olores siempre han servido para diferenciar clases sociales. Antes de que los coches y las f¨¢bricas inundaran las calles de humos, las grandes urbes europeas ol¨ªan a mierda. Los caballos recorr¨ªan las carreteras, el alcantarillado no funcionaba bien y apenas hab¨ªa ba?os p¨²blicos. La burgues¨ªa parisina paseaba entonces con pomanders, peque?as esferas de orfebrer¨ªa en las que se introduc¨ªan hierbas y especias arom¨¢ticas. Eran frascos de colonia port¨¢tiles. Dejaban peque?as estelas fragantes en un mar de miasma. Son unas pocas historias, pero hay muchas m¨¢s. El pasado ha llegado hasta nosotros inodoro y as¨¦ptico, pero ol¨ªa. La guerra ol¨ªa a p¨®lvora y sangre. La revoluci¨®n apestaba a sudor. La fe a¨²n se perfuma de incienso.
No sabemos esto de primera mano. Los olores son ef¨ªmeros, pero las palabras no. Muchos han quedado registrados en los libros del pasado. Yac¨ªan aplastados por el peso de millones de palabras, pero ahora que estos textos han sido digitalizados hay una posibilidad real de identificarlos, clasificarlos y recuperarlos. Utilizando t¨¦cnicas de deep learning e inteligencia artificial, un equipo interdisciplinar quiere rescatar los olores perdidos de Europa. Y las historias que los rodean.
Expertos de Pa¨ªses Bajos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Eslovenia se han unido para un proyecto al que la Uni¨®n Europea ha adjudicado 2,8 millones de euros. Se llama Odeuropa y arranca en enero de 2021. Durante tres a?os trabajar¨¢ en la b¨²squeda, catalogaci¨®n e incluso recreaci¨®n de los olores que flotaron por el viejo continente entre los siglos XVI y XX. Un equipo multidisciplinar compuesto por ingenieros, qu¨ªmicos, historiadores y ling¨¹istas est¨¢ empezando a trabajar en ello.
La tecnolog¨ªa del futuro har¨¢ posible que conozcamos mejor nuestro pasado. Sara Tonelli, ling¨¹ista computacional en uno de los organismos participantes, la Fondazione Bruno Kessler (Trento, Italia), es consciente de esta paradoja temporal. Todo su trabajo se basa en ella. ¡°La Uni¨®n Europea ha hecho un gran esfuerzo en los ¨²ltimos a?os para digitalizar grandes cantidades de datos y hacerlos accesibles a los investigadores¡±, resalta en una entrevista por Zoom. ¡°Y creo que hemos llegado al punto en el que podemos aprovechar estos materiales, sacarles partido e intentar extraer informaci¨®n valiosa¡±.
Es lo que lleva tiempo haciendo desde su fundaci¨®n. Filtrando toneladas de frases por una inteligencia artificial, buscando agujas de informaci¨®n en pajares de palabras. ¡°Qu¨¦ personas menciona un texto, qu¨¦ lugares, qu¨¦ acontecimientos o expresiones repite¡±, ejemplifica la cient¨ªfica. Normalmente, su campo de b¨²squeda se limita al italiano contempor¨¢neo, peri¨®dicos y libros actuales. Pero para este proyecto, est¨¢ teniendo que entrenar a su inteligencia artificial para que aprenda siete idiomas distintos y maneje un lenguaje que, desde el siglo XVII hasta la actualidad, ha evolucionado bastante. ¡°Hemos tenido que mejorar nuestras herramientas porque estamos lidiando con un tipo de lenguaje, bueno, varios tipos de lenguajes, que han mutado, que han evolucionado a lo largo de los a?os¡±.
Tonelli cree que en esta mutaci¨®n, el lenguaje se ha empobrecido. Que quiz¨¢ en el pasado vivi¨¦ramos en urbes m¨¢s olorosas y tuvi¨¦ramos m¨¢s riqueza verbal para definir lo que asaltaba a nuestras narices. Pero no se atreve a asegurarlo. Ser¨¢ su herramienta la que, estudiando libros de viajes, novelas y manuales de medicina, llegue o no a esa conclusi¨®n. ¡°No solo veremos si el vocabulario y la terminolog¨ªa respecto al olfato han cambiado¡±, explica, ¡°queremos extraer los sentimientos para ver qu¨¦ olores relacionamos con emociones positivas o negativas. Y si esto ha cambiado en el tiempo. Tambi¨¦n veremos si hay algunos eventos o escenarios que est¨¢n m¨¢s relacionados con la informaci¨®n olfativa. Por ejemplo, las ceremonias religiosas, la medicina, la Revoluci¨®n Industrial¡¡±
Bibliotecas y museos de toda Europa van a ceder sus palabras e im¨¢genes para que distintos algoritmos las recorran en busca de olores. Tonelli y su equipo se encargar¨¢n de las palabras; su colega Peter Bell, de la Universidad de Erlangen-N¨¹rnberg, har¨¢ lo propio con las im¨¢genes. Una inteligencia artificial, supervisada por humanos, recorrer¨¢ los cuadros digitalizados buscando flores, comida o vapores. De esta forma se podr¨¢ estudiar la forma en que la fotograf¨ªa y la pintura han retratado algo tan et¨¦reo como el olor.
Tonelli destaca esta colaboraci¨®n entre pa¨ªses y especialistas como el punto fuerte de Odeuropa. ¡°Hemos participado en proyectos similares antes y hemos fracasado¡±, reconoce. ¡°El hecho diferencial es que este es un proyecto interdisciplinar. Ahora la pregunta no viene formulada desde el sector tecnol¨®gico sino desde el hist¨®rico¡±.
C¨®mo el olor conecta a las distintas comunidades europeas
La encargada de coordinar esa pregunta colectiva es Inger Leemans, historiadora de la Universidad de Amsterdam y autora de Taste & Smell in the Eighteenth Century. ¡°Una de las misiones de este proyecto es presentar el pasado a futuras generaciones¡±, explica por videoconferencia. Adem¨¢s de colaborar con museos y bibliotecas de toda Europa, Leemans pretende que su trabajo influya tambi¨¦n en las instituciones. ¡°Nuestra idea es definir la agenda de la Uni¨®n en este sentido para los pr¨®ximos a?os¡±, asegura.
Leemans destaca el potencial evocador de los efluvios, como estos nos pueden retrotraer a un pasado com¨²n. ¡°Es un patrimonio inexplorado, uno que adem¨¢s, no crea divisiones¡±, defiende. ¡°El olor conecta a las distintas comunidades europeas, nos dice mucho sobre quienes somos y c¨®mo estamos relacionados¡±. Para apuntalar esta idea, tira de pol¨¦micas recientes: ¡°Si analizas el pasado a trav¨¦s de las estatuas, por ejemplo, podr¨ªamos acabar discutiendo, es una historia divisoria y excesivamente institucionalizada. Los olores no tienen ese efecto. Son un lugar com¨²n y propician conversaciones m¨¢s abiertas¡±. Leemans conoce de primera mano estos efectos. Antes de capitanear este proyecto era pionera en la recreaci¨®n de esencias en museos, una finalidad que tambi¨¦n contempla Odeuropa.
La ayudar¨¢ en esta tarea Cecilia Bembibre, investigadora del Instituto de Patrimonio Sostenible del University College de Londres (UCL). Bembibre lleva a?os extrayendo el olor de los libros. No el que describen, sino el que emanan. Empez¨® estudiando los olores de los viejos libros con una finalidad m¨¢s pr¨¢ctica: entender si se conservaban en buenas condiciones de humedad, ventilaci¨®n e iluminaci¨®n. Pero al restaurarlos y pasear por bibliotecas inodoras, se dio cuenta de que faltaba algo. ¡°Hay alg¨²n tipo de incongruencia, algo que falla¡±, explica por videoconferencia. ¡°El olor nos conecta directamente con la experiencia, nos da un referente del espacio en el que estamos. Percibimos el mundo con los cinco sentidos y el olfato es uno de ellos, uno muy efectivo¡±.
Desde entonces, Bembibre se ha dedicado a descubrir qu¨¦ olores tienen valor cultural, a identificarlos y estudiar c¨®mo preservarlos en el futuro, en una especie de archivo de los olores. Lo hace con una t¨¦cnica llamada cromatograf¨ªa de gases y espectrometr¨ªa de masas, una nariz electr¨®nica que analiza e identifica los compuestos qu¨ªmicos que producen el olor. Despu¨¦s, hace una cata a ciegas de olores, pide a distintas personas que hagan una descripci¨®n de lo que est¨¢n oliendo. De esta forma lleg¨® a la conclusi¨®n, por ejemplo, de que los libros viejos huelen a chocolate.
La idea de Odeuropa es repetir esta t¨¦cnica para elaborar una gran enciclopedia online de olores europeos. Despu¨¦s, pasar¨¢n a la acci¨®n. Aunque la recreaci¨®n de olores hist¨®ricos es un tema muy debatido, reconoce Leemans, las t¨¦cnicas actuales son mucho m¨¢s fiables. As¨ª trabajar¨¢n con qu¨ªmicos y perfumistas para recrear los olores del pasado e introducirlos en los museos para ambientar las ¨¦pocas que reflejan. ¡°La industria del retail lleva haci¨¦ndolo mucho tiempo no solo para crear identidad de marca, sino para influir en nuestro comportamiento¡±, explica Bembibre. ¡°Hasta ahora se ha usado con finalidades comerciales, nuestra idea es hacerlo con fines hist¨®ricos y ese es un escenario inexplorado. Queremos hacer que la historia huela¡±.
Bembibre destaca la parte t¨¦cnica del proyecto, la capacidad de los distintos algoritmos y m¨¢quinas involucradas. Pero est¨¢ m¨¢s interesada en las historias que estos pueden descubrir. ¡°Al final, son las historias las que dan sentido a la ciencia¡±, explica. La idea de este proyecto es que podamos explicar (y hacer oler) esas historias a las generaciones futuras, que puedan experimentar el pasado de una forma m¨¢s inmersiva. Por el momento es un imposible. Tres a?os, casi tres millones de euros y el esfuerzo de decenas de expertos europeos pueden marcar la diferencia. ¡°Puede ser una gran llave para Europa, una llave que abre la puerta a un mundo que, ahora s¨ª, podremos experimentar con los cinco sentidos¡±, resume Bembibre.
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