As¨ª es el pulso entre Twitter y Vox por la libertad de expresi¨®n y sus l¨ªmites
La suspensi¨®n de la cuenta del partido en la red social traslada a Espa?a un conflicto frecuente en Estados Unidos

La cuenta de Vox en Twitter no puede tuitear desde el pasado martes. Twitter la ha suspendido porque cree que un tuit de Vox del pasado s¨¢bado incumpl¨ªa sus pol¨ªticas de "incitaci¨®n al odio". La portavoz socialista Adriana Lastra escribi¨®, en referencia a Vox, que "no soportan al colectivo LGBTI". Vox respondi¨®: "Lo no soportamos es que (...) con el dinero p¨²blico promov¨¢is la pederastia".
El partido aleg¨® la suspensi¨®n porque no se refer¨ªan al colectivo sino a un programa p¨²blico concreto. Vox intercambi¨® el pasado martes correos electr¨®nicos con la encargada de Pol¨ªticas P¨²blicas de Twitter Espa?a, Camino Rojo. La decisi¨®n final fue elevada un equipo multidisciplinar que decide estos casos y que no pertenece solo a Twitter Espa?a.
Vox tiene dos alternativas borrar el tuit y seguir como si nada, o crear una cuenta nueva
La compa?¨ªa rechaz¨® la alegaci¨®n y se mantuvo en su decisi¨®n inicial: o Vox borra el tuit o su cuenta oficial seguir¨¢ limitada, aunque accesible. Los usuarios de Twitter pueden ver los tuits anteriores de Vox y seguir la cuenta, que desde la noche del mi¨¦rcoles ha crecido unos 3.000 usuarios, hasta 389.000.
Los l¨ªderes del partido piden explicaciones p¨²blicas a Twitter. Pero en realidad tienen dos alternativas: borrar el tuit y seguir como si nada, o crear una cuenta nueva. El enroque de ambas posturas eleva en Espa?a una de las grandes guerras tecnol¨®gicas de los ¨²ltimos a?os: la libertad de expresi¨®n. Es un fen¨®meno extremadamente complejo con montones de aristas, pero puede reducirse a una sola pregunta: ?puede una red social decidir los l¨ªmites de lo que se dice en su plataforma?
Hay una parte de la respuesta que es obvia: claro que s¨ª. Hay decenas de miles de moderadores de contenido de YouTube, Facebook o Twitter que cada segundo toman exactamente esa decisi¨®n sobre millones de posts. Es un trabajo que obliga a ver im¨¢genes terror¨ªficas y que las plataformas subcontratan para no mancharse las manos. Los moderadores no son solo humanos, la inteligencia artificial detecta su parte de patrones y repeticiones.
A Facebook adem¨¢s le disgustan los desnudos, que Twitter permite. Ambas proh¨ªben de ra¨ªz apolog¨ªas de la violencia, pedofilia u otros delitos graves. Pero en seguida llegan los grises de los l¨ªmites que chocan con la libertad de expresi¨®n. El perfil de la batalla entre Vox y Twitter es nuevo en Espa?a, pero Estados Unidos tiene una consistente tradici¨®n reciente de suspensi¨®n de cuentas por discurso de odio.
El conflicto espa?ol
Este es el conflicto que ha aterrizado en Espa?a: los conservadores lamentan que sus quejas, cr¨ªticas o denuncias al pensamiento progre dominante son "censuradas" y los progresistas creen que las redes premian el contraste y el griter¨ªo porque enganchan m¨¢s, pero est¨¢n tambi¨¦n obligadas a poner unos l¨ªmites.
As¨ª ha sido la estrategia de Vox: "Una actitud antidemocr¨¢tica y anticonstitucional que nos fuerza a clasificarla como lo que es: CENSURA", escrib¨ªa Santiago Abascal, l¨ªder del partido, precisamente en Twitter. Abascal luego compara el tuit bloqueado con otros de Pablo Iglesias e Izquierda Unida con otro tipo de discurso de odio.
En Estados Unidos, Facebook y Twitter han suprimido cuentas de figuras medi¨¢ticas conservadoras como el presentador de radio estadounidense Alex Jones, el periodista brit¨¢nico Milo Yiannopoulos o el actor James Woods, cuyas afirmaciones son mucho m¨¢s excesivas que cualquier cosa que vemos en Espa?a. El caso de Woods es calcado al de Vox. Tuite¨® en abril una oscura referencia al informe Muller y Trump: "Si intentas matar al rey, mejor no falles #ColgadlosATodos". Su cuenta de dos millones de seguidores est¨¢ abandonada desde abril: "Mientras [el fundador de Twitter] Jack Dorsey sea el cobarde que es, mis d¨ªas en Twitter est¨¢n en el pasado", dijo Woods en un comunicado.
Los bloqueos a cuentas pol¨ªticas han sido m¨¢s espor¨¢dicos. El ejemplo m¨¢ximo de tuitero que sobrevive diciendo lo que le da la gana es Donald Trump. En diciembre de 2017 retuite¨® tres v¨ªdeos islam¨®fobos. Twitter, primero, dijo que los dejaba porque eran "informativos". Luego corrigi¨® y dijo que no violaban sus pol¨ªticas.
Las redes sociales han ido tomando un decidido camino hacia m¨¢s moderaci¨®n de contenidos en los ¨²ltimos a?os
Malabarismos
Si esto suena a malabarismos arbitrarios es porque lo son. Twitter no deja de decidir caso por caso sobre tuits que son denunciados por usuarios. Si los insultos son contra una persona o una organizaci¨®n, tiene m¨¢s opciones de seguir que si son contra un colectivo vulnerable.
Las redes sociales han ido tomando un decidido camino hacia m¨¢s moderaci¨®n de contenidos en los ¨²ltimos a?os. "Twitter tiene unas normas muy ambiguas que le permiten un cierto grado de arbitrariedad. ?Qu¨¦ es eso de una conversaci¨®n saludable? El ¨²nico l¨ªmite debe de ser la ley", dice el abogado Borja Adsuara, que se define como "fundamentalista de la libertad de expresi¨®n".
Pero una red social no es igual que un medio de comunicaci¨®n, responsable de lo que publica. Twitter podr¨ªa dejar que se publicara todo menos lo que la ley impidiera en cada pa¨ªs. En sus or¨ªgenes Twitter se defin¨ªa como "el ala por la libertad de expresi¨®n dentro del partido de la libertad expresi¨®n". Pero aquello se ha acabado. Twitter se ha encontrado con que el acoso y el odio pueden tambi¨¦n limitar la libertad de expresi¨®n de quien lo recibe: "Si las personas experimentan abusos en Twitter, esto puede poner en peligro su capacidad para expresarse", dicen en sus reglas.
En Twitter se publican m¨¢s de 500 millones de tuits al d¨ªa. Es como si cada d¨ªa se publicaran todos los art¨ªculos de la historia de The New York Times desde el siglo XIX. Es inabarcable. Hace un tiempo las redes principales decidieron que les conven¨ªa no ser estandartes de extremismo y desinformaci¨®n, o al menos hacer ver que quer¨ªan impedirlo.
"Creo que toda suspensi¨®n, tanto si es permanente como temporal, hace que cada uno piense sobre sus acciones y comportamientos", dijo Dorsey tras una de las sanciones a Alex Jones. Twitter avisa. Montones de cuentas que juegan al l¨ªmite de la denuncia advierten en su bio de sus cuentas secundarias: "Si me cierran esta cuenta pod¨¦is seguirme en esta otra". Un simple mensaje a sus colegas les sirve para recuperar algunos cientos de seguidores. A los que tienen miles les conviene ir con m¨¢s cuidado.
Los pol¨ªticos de Vox siguen tuiteando sin parar, adem¨¢s de hablar por la tele y YouTube, Facebook o Instagram. Es dif¨ªcil argumentar que su voz est¨¢ anulada. Twitter les ha advertido una vez y si quieren quedarse sin su cuenta principal, all¨¢ ellos. Se hace dif¨ªcil pensar que alguien en San Francisco est¨¢ ahora preocupado porque una cuenta de unos espa?oles pudo pasarse de la raya. El aviso est¨¢ dado.
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