COVID-19 y el futuro de una sociedad digital
?Tiene que llegar una situaci¨®n catastr¨®fica en esta sociedad actual para que, con muy alto riesgo, emerjan las potencialidades que contiene la sociedad digital para crear un nuevo modelo de vida?

La enfermedad COVID-19 causada por un virus que ha entrado en escena recientemente est¨¢ teniendo insospechados efectos en la poblaci¨®n mundial m¨¢s all¨¢ de los sanitarios. A las perturbaciones evidentes en la econom¨ªa, en la vida social, en la pol¨ªtica, se suma una m¨¢s silenciosa que, por el momento, no podemos saber hasta d¨®nde calar¨¢. Es la de profundos cambios de valores y pr¨¢cticas consecuentes en una sociedad que quiz¨¢ haya alcanzado los l¨ªmites de su modelo. Mientras la incipiente sociedad digital, la sociedad en red, apunta otras formas de vivir, de instalarnos en el mundo.
Este modelo de civilizaci¨®n tiene, junto a otros, dos rasgos muy expresivos para procurar entender la situaci¨®n en la que estamos por causa de un nuevo virus entre nosotros. Uno de estos rasgos es la descomunal aglomeraci¨®n de personas, hasta el punto de que, como se?alaba en un art¨ªculo anterior, cre¨ªamos que llegar¨ªamos a una aldea global y nos hemos quedado encerrados en una megal¨®polis planetaria. Y el segundo rasgo es la agitaci¨®n, el desplazamiento sin cesar de un lugar a otro. Porque la ciudad no solo aglomera seres humanos, sino que concentra lugares, que hay que alcanzarlos desplaz¨¢ndose. El maquinismo ha hecho que este tr¨¢nsito de un lugar a otro lugar sea masivo, incesante y r¨¢pido, un mundo en constante agitaci¨®n.
Lee aqu¨ª todos los art¨ªculos de Antonio Rodr¨ªguez de las Heras
Cierto es que nos estamos asomando a un nuevo espacio que habitar: es el espacio digital, que ofrece la particularidad de que no tiene lugares, as¨ª que no hay distancias que recorrer para llegar a ellos y, en consecuencia, disipaci¨®n de tiempo (y no solo de energ¨ªa) por el tr¨¢nsito. En el espacio digital se experimenta la proximidad sin lugar; una proximidad que llegar¨¢ (con la infraestructura proporcionada por el 5G) a, por ejemplo, la intervenci¨®n con sus manos de un cirujano que no se encuentre en el quir¨®fano¡ Y a otras muchas actuaciones que necesitaban hasta ahora que estuvieran al alcance de las manos.
Y ya hoy con la palabra podemos intervenir en una conversaci¨®n sin lugar o en un aula o sala de reuniones. La impresi¨®n 3D podr¨¢ hacer que algo se fabrique en el lugar en que se requiera y en el momento oportuno y no en un centro de producci¨®n distante y tener que transportar sus productos. El concepto de presencia cambia si sabemos instalarnos en el espacio digital, pues ya no se necesita ocupar el lugar para sentirla y para intervenir en aquello que all¨ª sucede. Ser¨¢ necesario tambi¨¦n superar, entre otras resistencias, la oposici¨®n entre virtual y real, como si fueran los lados de un espejo; as¨ª que uno de los retos para estos necesarios cambios de mentalidad, sin los que no se pueden desencadenar otros, est¨¢ en que lo virtual no se valore como una simulaci¨®n ni siquiera como un suced¨¢neo de lo real, sino en estrecha dualidad virtual/real.
Pero por el momento seguimos viviendo aglomerados y agitados en extremo. Y hay que preguntarse si esta instalaci¨®n en el mundo es sostenible, si puede provocar disfunciones irreversibles o desajustes con los mecanismos naturales como, por ejemplo, el de la distancia entre los grupos humanos que la vida ha tenido para preservarse de la extensi¨®n de una enfermedad. Hemos vivido en comunidades peque?as y distantes unas de otras y con un tiempo notable para salvar las distancias.
Pero hoy, vivir unos encima de otros, reunirse muchos y muy juntos en espacios reducidos o en c¨¢psulas mec¨¢nicas, ir de un lugar para otro sin parar, acortar distancias que antes eran insalvables abducidos en m¨¢quinas veloces, alteran el orden natural del mundo que ocupamos. Y para ese desorden hay que estar preparados; y las turbulencias que nuestro paso por la naturaleza genera hay que evitar que nos envuelvan. De no ser as¨ª, se pueden producir situaciones catastr¨®ficas.
La historia asombrosa de la evoluci¨®n nos muestra que no solo resiste la incertidumbre del entorno con la estrategia de la diversidad, es decir, generando sin cesar formas de vida distintas, sino que incluso aprovecha ¡ªeso s¨ª, con muy alto riesgo¡ª el impacto de una cat¨¢strofe. Situaci¨®n l¨ªmite que arruina una gran parte de lo conseguido hasta entonces por la vida, como si se tratara de un pu?etazo sobre la mesa que derrumba un castillo de naipes. Sin embargo, entre las ruinas brotan otra formas nuevas que estaban ya en germen, pero que la estructura, ahora desmoronada, no dejaba emerger.
?Es lo que est¨¢ sucediendo ahora? Una tensi¨®n debida a que la sociedad industrial ha ido gestando en su interior el apunte de un modelo de sociedad distinto que, de desarrollarse, acabar¨ªa con el existente, aunque, parad¨®jicamente, le haya proporcionado las condiciones para su aparici¨®n. Es dif¨ªcil a¨²n reconocer esta radical transici¨®n y de ah¨ª que sigamos hablando de que nos encontramos ante otra fase de la sociedad industrial. Estamos intentando ahormar lo nuevo, tan perturbador de lo establecido, para que encaje en el modelo existente y lo intensifique. Pero no es as¨ª: el modelo de sociedad que contiene en potencia este mundo en red, digital, no se reduce a otra etapa m¨¢s de la sociedad industrial. Sin embargo, es tan profunda la transformaci¨®n que est¨¢ empujando que el modelo existente se resiste con toda su inercia a ser desplazado. Y lo m¨¢s resistente al cambio es lo m¨¢s intangible: los valores de mentalidad.
?Tiene que llegar una situaci¨®n catastr¨®fica en esta sociedad actual para que, con muy alto riesgo, emerjan las potencialidades que contiene la sociedad digital para crear un nuevo modelo de vida? ?El de una sociedad m¨¢s calmada? No necesariamente, pues la evoluci¨®n natural ha conseguido con nuestra especie, y la complejidad de su cerebro, otra estrategia de supervivencia: la capacidad de prever, de imaginar escenarios posibles. Y, por tanto, de reaccionar antes del impacto ciego de la cat¨¢strofe con la crisis, es decir, desprendi¨¦ndose a tiempo de aquello que no funciona para alcanzar ¡ªcon riesgo, pues a¨²n no se tiene, solo se imagina¡ª lo que se pretende.
La enfermedad COVID-19 ha sorprendido al mundo. Las medidas tomadas nos hacen ver la dependencia de nuestra civilizaci¨®n a la concentraci¨®n y a los desplazamientos. Sus prohibiciones trastocan por completo la vida personal y social. Hay la confianza en que la enfermedad se controlar¨¢ plenamente, pero debemos registrarla como un nuevo aviso ya no solo sobre la vulnerabilidad de una megal¨®polis planetaria en que se ha convertido la globalizaci¨®n, sino en que tenemos que decidirnos a comenzar a dise?ar un modelo de vida muy distinto del modelo en el que estamos encerrados
Antonio Rodr¨ªguez de las Heras es catedr¨¢tico Universidad Carlos III de Madrid
La vida en digital es un escenario imaginado que sirva para la reflexi¨®n, no es una predicci¨®n. Por ¨¦l se mueven los alefitas, seres prot¨¦ticos, en conexi¨®n continua con el Aleph digital, pues la Red es una fenomenal contracci¨®n del espacio y del tiempo, como el Aleph borgiano, y no una malla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.