Mi vida en la lista negra de China
La historia de dos mujeres condenadas a vivir con grandes restricciones por deudas ajenas arroja luz sobre la banca en la sombra y las conexiones del sistema de cr¨¦dito social del gigante asi¨¢tico
Cao Guohua se enter¨® de que estaba en la lista negra de China cuando, en 2018, trat¨® de comprar un billete de avi¨®n para un viaje de trabajo. ¡°Como de costumbre, entr¨¦ en la aplicaci¨®n de Ctrip, la mayor agencia de viajes online del gigante asi¨¢tico, y busqu¨¦ el vuelo que necesitaba. Cuando fui a pagar, se abri¨® una ventana en la que me anunciaban que no ten¨ªa autorizaci¨®n para volar porque aparec¨ªa en la lista nacional de personas deshonestas¡±, recuerda esta joven de Shangh¨¢i, empleada en una multinacional de automoci¨®n alemana. ¡°Me puse muy nerviosa y pens¨¦ que era un error. Pero trat¨¦ de adquirir un billete de tren para el mismo trayecto y el sistema de la compa?¨ªa de ferrocarriles ¡ªestatal¡ª tambi¨¦n me lo deneg¨®¡±, a?ade.
Preocupada, Cao abri¨® Alipay en su m¨®vil y descubri¨® que tambi¨¦n se hab¨ªa desplomado su puntuaci¨®n en el cr¨¦dito social Zhima, el que ha dise?ado el gigante del comercio electr¨®nico Alibaba para reflejar el grado de confianza que le inspira cada uno de sus clientes y determinar as¨ª los servicios y beneficios a los que les da acceso. ¡°Antes ten¨ªa casi 700 puntos ¡ªun nivel excelente¡ª y ahora estoy en 581. Es una cifra que el sistema denomina como ¡®moderada¡¯, pero nunca en mi vida he visto una m¨¢s baja. Ahora, ni siquiera puedo fraccionar los pagos que hago en Internet¡±, se?ala. En comparaci¨®n, quien escribe estas l¨ªneas cuenta con 655 puntos.
Poco despu¨¦s, Zhu Zhengfu vivi¨® una situaci¨®n similar. ¡°Fui a comprar un billete de tren y me dijeron que no pod¨ªa viajar en los de alta velocidad, ni en otra clase que no fuese la ¨²ltima, porque estaba en la lista negra¡±, cuenta desde su localidad natal, en la provincia oriental de Zhejiang. Como en el caso de Cao, Zhu no sal¨ªa de su asombro, porque no ten¨ªa conocimiento de haber cometido delito alguno o de tener causas abiertas con la justicia. Sin embargo, desde entonces, la vida de estas dos treinta?eras es un drama: solo pueden moverse por el pa¨ªs en autob¨²s o en la ¨²ltima clase de los trenes m¨¢s lentos, no pueden alojarse en hoteles clasificados con estrellas o entrar a clubes nocturnos, tienen vetado el acceso a cualquier tipo de financiaci¨®n y a productos de inversi¨®n, se les proh¨ªbe la adquisici¨®n de propiedades y veh¨ªculos, y, si los tuviesen, sus hijos ver¨ªan restringidos tambi¨¦n los centros escolares en los que pueden matricularse. Se han convertido en parias.
¡°Tuve que dejar mi trabajo por verg¨¹enza a que descubriesen mi situaci¨®n y me echaran. Estoy desempleada desde entonces, y ni siquiera me atrevo a buscar pareja porque temo que mi caso termine convirti¨¦ndose en una losa para su familia¡±, afirma Zhu, cuyos ingresos se limitan ahora a la venta de diferentes art¨ªculos a trav¨¦s de la red social WeChat, el llamado WhatsApp chino. ¡°El problema es que, como estoy en la lista negra, tampoco puedo solicitar una licencia para comerciar legalmente. Es como si me hubiesen condenado al ostracismo. Pero yo no he hecho nada malo¡±, apostilla.
EL ORIGEN
Cao y Zhu ya saben por qu¨¦ est¨¢n en la lista negra. Son v¨ªctimas de un hombre: el padre de Cao, que fue tambi¨¦n el jefe de Zhu. ¡°Ten¨ªa una empresa de fabricaci¨®n de correas de caucho, y le fue bastante bien durante muchos a?os. Pero apost¨® demasiado en Bolsa y se arruin¨® con el crash de 2015¡±, explica Cao, que hace un lustro desconoc¨ªa cu¨¢l era la situaci¨®n financiera de su progenitor. ¡°Ahora s¨¦ que tuvo que pedir prestado dinero para pagar deudas que esperaba saldar con sus acciones, y nos pidi¨® que firm¨¢semos unos papeles. Cre¨ªa que era un tema administrativo sin m¨¢s importancia, me fie, y firm¨¦¡±, comenta Cao. Algo parecido sucedi¨® con Zhu. ¡°Sab¨ªa que se trataba de un pr¨¦stamo, pero la empresa nunca hab¨ªa dado problemas y firm¨¦ sin tener conciencia de d¨®nde me estaba metiendo¡±, corrobora. Las huellas dactilares de Zhu y de Cao, estampadas en tinta roja, sellaron su fortuna cuando ten¨ªan 26 y 28 a?os, respectivamente. En realidad, aunque no ten¨ªan bienes ni dinero, las dos j¨®venes estaban siendo utilizadas como garant¨ªa en unos pr¨¦stamos que el empresario no logr¨® devolver. Desafortunadamente para ellas, el padre de Cao no acudi¨® a los bancos en busca de dinero, ¡°porque la pyme tiene muy dif¨ªcil financiarse en los canales regulares¡±, sino que firm¨® contratos con usureros disfrazados de entidades financieras P2P. Cuando los acreedores comenzaron a presionarle y vio que no podr¨ªa pagar, huy¨® a Laos. Finalmente, sin notificar previamente a Cao y Zhu, las entidades financieras llevaron el asunto a los tribunales, que incluyeron a las dos mujeres en la lista negra sin que siquiera declarasen frente al juez.
LA CA?DA EN DESGRACIA
¡°Ahora s¨¦ que mi padre lleg¨® a acumular diez millones de yuanes (1,28 millones de euros) en deudas. La justicia ha embargado todos los bienes de mi familia, incluso la pensi¨®n de mi madre, pero nos siguen exigiendo el pago de varios millones. Yo estoy de acuerdo con que mi padre se responsabilice. Pero me parece injusto que nos destrocen la vida a nosotras, que no nos hemos beneficiado ni un yuan de ese dinero¡±, se lamenta Cao, que ha tenido suerte de que su empresa no la haya despedido al conocer su situaci¨®n. La ¨²nica soluci¨®n que los usureros les dan es satisfacer gran parte de la deuda.
Un empleado del Industrial and Commercial Bank of China (ICBC), que tambi¨¦n habla bajo condici¨®n de anonimato, reconoce que ese es el modus operandi de los usureros: logran que los pr¨¦stamos sean avalados por varias personas, independientemente de que no tengan recursos y no sepan cu¨¢les son las consecuencias a las que se exponen, y luego arremeten contra ellas en caso de impago. Saben que har¨¢n todo lo posible por salir de la lista negra. ¡°El problema es que necesitar¨ªa m¨¢s de diez a?os ¨ªntegros de mi sueldo actual para pagar el pr¨¦stamo, y las limitaciones que me imponen dificultan que incremente los ingresos y salde la deuda. Es la pescadilla que se muerde la cola¡±, comenta Cao, que sospecha de la connivencia entre los usureros y el tribunal. ¡°No s¨¦ qu¨¦ puedo hacer para recuperar mi vida, y no tengo dinero para pagar a un abogado¡±, a?ade. Los casi diez millones de nombres que componen la lista negra de China son p¨²blicos, y los de Cao y Zhu son relativamente f¨¢ciles de encontrar. En una de las dos sentencias que pesan sobre ellas, los jueces justifican las restricciones que se les imponen afirmando que, ¡°a pesar de tener capacidad para satisfacer la deuda, reh¨²san hacerlo¡±. No obstante, preguntado por este diario sobre las aparentes deficiencias de procedimiento en este caso, el Tribunal Popular del Distrito de Hongkou decidi¨® hace unos meses reabrir por sorpresa el caso y llamar a Cao a testificar, algo que el juzgado reconoce no haber hecho en un inicio.
TRATO DESIGUAL
Sin embargo, el tribunal considera que la firma de Cao y de Zhu es suficiente para condenarlas y reh¨²sa entrar a valorar las condiciones claramente ilegales de los pr¨¦stamos. Seg¨²n los documentos a los que ha tenido acceso esta revista, la empresa Xinxindai concedi¨® al padre de Cao un pr¨¦stamo por valor de 1,3 millones de yuanes (166.000 euros) a devolver en tres meses. Aunque el contrato estipula un inter¨¦s del 9% ¡ªporcentaje dentro de la legalidad¡ª, Xinxindai, una plataforma online de cr¨¦ditos P2P, suma comisiones por valor de 198.250 yuanes (25.416 euros). A petici¨®n de EL PA?S Retina, en un banco espa?ol han calculado el tipo de inter¨¦s de ese cr¨¦dito en algo m¨¢s del 61% anual. ¡°Eso es usura y ser¨ªa tumbado por cualquier juez en Espa?a¡±, afirman.
No en China. Y eso que, curiosamente, Xinxindai est¨¢ envuelta en un esc¨¢ndalo de grandes dimensiones que ha desembocado incluso en multitudinarias manifestaciones de quienes depositaron su dinero para que concediese pr¨¦stamos como el de Cao. La empresa debe m¨¢s de 2.000 millones de yuanes (250 millones de euros), tiene innumerables causas abiertas en los tribunales y, curiosamente, tambi¨¦n ha sido incluida en la lista negra por el de Hongkou. A pesar de todo, en una respuesta remitida por escrito a EL PA?S Retina, los jueces se ratifican en su sentencia y conminan a las dos j¨®venes a llegar a un acuerdo con los acreedores para levantar las restricciones. ¡°Yo me pregunto c¨®mo es posible que el Gobierno permita este tipo de empresas, porque el nuestro es solo un caso de muchos¡±, denuncia Cao.
Sin duda, proliferan. Un estudio estima que, en 2019, la banca en la sombra aport¨® el 18,5% de toda la financiaci¨®n del pa¨ªs. Seg¨²n un informe de Moody¡¯s, estas entidades tienen activos por un valor de alrededor de 59,1 billones de yuanes (7,5 billones de euros) y, a pesar de los intentos del Gobierno por limitar su volumen, crecieron en 100.000 millones de yuanes (12.820 millones de euros) solo en el primer trimestre de 2020. ¡°Hay mucha gente que no tiene acceso a financiaci¨®n por canales regulares y se ve obligada a buscar cr¨¦ditos fuera del sistema¡±, explica Olivia Long, una dise?adora gr¨¢fica freelance que pidi¨® un pr¨¦stamo similar a los de Cao y Zhu para construir una vivienda en su localidad de origen, en la provincia de Hunan.
¡°Solicit¨¦ 200.000 yuanes (25.000 euros) a tres a?os, y me pidieron que consiguiera la firma de m¨¢s gente, sin que importase qui¨¦nes. Tambi¨¦n solicitaron las direcciones de mi casa y de mi oficina, as¨ª como el horario en el que suelo trabajar¡±, relata. Ella no ha tenido problemas, pero reconoce que la entidad funciona de modo mafioso. ¡°No tengo ni idea de intereses, as¨ª que solo me fij¨¦ en si podr¨ªa pagar las cuotas, que ascend¨ªan a casi 10.000 yuanes al mes. Tambi¨¦n me exigieron que contratase un seguro de accidente que cubre 237.800 yuanes, y por el que pago 1.800 al mes. Es mucha presi¨®n, porque si la carga de trabajo baja, no podr¨ªa pagar y no s¨¦ qu¨¦ suceder¨ªa", a?ade.
HACIA EL CONTROL DIGITAL COMPLETO
La respuesta se la pueden dar Cao y Zhu, que ahora temen al sistema de cr¨¦dito social con el que China experimenta en diferentes lugares y que planea introducir a escala nacional en breve. El objetivo es determinar la confianza que merecen los ciudadanos y cortarles las alas a quienes defraudan o son deshonestos, un t¨¦rmino poco conciso que otorga a las autoridades el grado de arbitrariedad con el que se sienten a gusto. En cualquier caso, en el nuevo sistema las dos j¨®venes aparecer¨¢n siempre en el ¨²ltimo escal¨®n del cr¨¦dito social, y eso puede acarrear nuevas restricciones.
¡°Yo no estoy en contra de las listas negras, y creo que son necesarias para controlar a quienes estafan a la gente o delinquen. Pero creo que la justicia deber¨ªa analizar cada caso de forma pormenorizada y exigir a las entidades financieras que las personas que se ponen como garant¨ªa de un pr¨¦stamo tengan bienes suficientes para hacer frente a un posible impago, como se hace en el resto del mundo¡±, afirma Zhu.
Cao es m¨¢s cr¨ªtica: ¡°Sin duda, estoy enfadada con mi padre. Pero me decepciona que el Gobierno permita esta trampa en la que caemos muchos y que los tribunales no hagan justicia. Yo cre¨ªa que China era un pa¨ªs justo, me cre¨ªa todo lo que contaba la propaganda, pero ahora veo las oscuras sombras del sistema¡±. Sin la separaci¨®n de poderes de un Estado de derecho, en China no se diferencia el Estado del Gobierno, ni este del Partido Comunista. ¡°El nuestro no es un caso pol¨ªtico, sino un problema que le podr¨ªa afectar a cualquiera. Pero nadie quiere escucharnos y nadie nos ayuda¡±, sentencia Cao.
El establecimiento de un sistema de cr¨¦dito social supondr¨¢ un paso m¨¢s en la estrategia de control total de la poblaci¨®n china, y puede conferir a los dirigentes la capacidad para imponer restricciones como las que sufren Cao y Zhu sin necesidad de pasar por los tribunales. C¨®mo denunciar puntuaciones err¨®neas e injustas o limitar el efecto que asuntos pol¨ªticos pueden tener en el cr¨¦dito social ser¨¢n claves para determinar el poder que el sistema otorgar¨¢ al Gran Hermano chino. ¡°A veces, siento que mi ¨²nica salida es escapar del pa¨ªs¡±, sentencia Cao.
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