"Ante la crisis las 'startups' resisten en modo cucaracha"
Mar Alarc¨®n es una de las figuras m¨¢s influyentes de la industria digital espa?ola. Su experiencia como emprendedora, su condici¨®n de inversora y su continua interlocuci¨®n con la Administraci¨®n le dan una visi¨®n completa del ecosistema
Se define como una ¡°emprendedora disruptiva¡±. Su capacidad de ¡°moverse en entornos cambiantes¡± le permiti¨® desarrollar una destacada trayectoria en Reino Unido, Bangladesh y en China. A su regreso a la Ciudad Condal, Mar Alarc¨®n (Barcelona, 1975) fund¨® la plataforma de alquiler de veh¨ªculos entre particulares Social Car. En poco tiempo, se convirti¨® en referente de la industria tecnol¨®gica y en una de las principales interlocutoras entre la Administraci¨®n y el sector digital. Ocupa cargos institucionales en la patronal catalana Foment del Treball, de la que es vicepresidenta, as¨ª como en la Asociaci¨®n Espa?ola de la Econom¨ªa Digital (Adigital), Fira de Barcelona y Barcelona Tech City, entidades de las que es consejera. Tambi¨¦n es cofundadora de la consultora de pol¨ªticas p¨²blicas especializada en plataformas digitales 19N e inversora en 22 startups a trav¨¦s de Lanai Partners.
Inici¨® su trayectoria emprendedora en China. ?Por qu¨¦ all¨ª?
Me fui a China en 2004 con una beca en la Universidad de Pek¨ªn para seguir form¨¢ndome en mi especializaci¨®n en inversiones extranjeras, con el objetivo de asesorar a empresas occidentales que aterrizaban all¨ª. Anteriormente hab¨ªa cursado un m¨¢ster en Leyes en Londres tras trabajar como abogado fiscalista en Cuatrecasas. Cofund¨¦ la ingenier¨ªa de energ¨ªas renovables Social Energy con mi marido, que me pidi¨® que nos asoci¨¢ramos para encontrar un proveedor chino de paneles solares y traerlos a Europa, donde hab¨ªa barreras de entrada a la producci¨®n china, que se asociaba a mala calidad. Conseguimos vender aqu¨ª con las garant¨ªas y fiabilidad que en ese momento China no ten¨ªa. El tiempo ha demostrado que la industria china era muy puntera, ya que 15 a?os despu¨¦s son los l¨ªderes.
Pero Social Energy ya no existe y usted ha cambiado de sector. ?Por qu¨¦?
En Espa?a, el cambio legislativo ¡ªel real decreto de octubre de 2015 sobre autoconsumo el¨¦ctrico¡ª se carg¨® el sector de las renovables de un plumazo.
?Ha mejorado la situaci¨®n con la derogaci¨®n del impuesto al sol?
S¨ª, pero un sector no aguanta 10 a?os la inseguridad jur¨ªdica.
?Qu¨¦ aprendi¨® de su experiencia en China?
Much¨ªsimo. En los tres a?os que estuvimos all¨ª aprendimos que para sobrevivir debes borrar todas las ideas preconcebidas. La cultura china es extremadamente paciente, se sienta a observar.
?Qu¨¦ le cost¨® m¨¢s entender de la cultura empresarial china?
Lo que yo interpretaba como falta de escr¨²pulos. En la cultura china, mentir no lleva la carga emocional que a nosotros nos puede parecer falta de ¨¦tica y de transparencia. Juegan al desgaste.
?C¨®mo es el ecosistema tecnol¨®gico all¨ª?
No hay nadie m¨¢s emprendedor que un chino. Para ellos, nada es imposible.
?Est¨¢n m¨¢s preparados para superar la crisis derivada de la pandemia?
S¨ª, no tengo ninguna duda. Al l¨ªder se le respeta, se le cree y se le sigue. Esto favorece en un entorno en el que hay que cumplir determinadas instrucciones. En cuanto al tema econ¨®mico, China sabe reinventarse a s¨ª misma, porque ya lo ha hecho antes. Tienen disciplina, paciencia, ambici¨®n y, sobre todo, van a una. All¨ª, el individualismo est¨¢ muy mal visto.
?C¨®mo fue su etapa en Bangladesh, junto al Premio Nobel de la Paz de 2006, Muhammad Yunus?
Es una persona extraordinaria. Con ¨¦l, en el Banco Grameen (especializado en microcr¨¦ditos para personas desfavorecidas) descubr¨ª la importancia del prop¨®sito y comprob¨¦ que es posible tener un negocio rentable que logre una transformaci¨®n social sin estar supeditado a la b¨²squeda de financiaci¨®n.
?Hay un pulso entre los gobiernos y el sector tecnol¨®gico?
Depende del pa¨ªs. En China se asume que los datos son del Gobierno. En Estados Unidos, los datos son de las empresas, pero existe un debate abierto. Y en Europa, donde el rol del dato est¨¢ mejor regulado, es de las personas.
?C¨®mo son las relaciones con el sector tecnol¨®gico en Espa?a?
Aqu¨ª tenemos unas administraciones lentas, cambiantes y en la pr¨¢ctica poco conscientes de la realidad tecnol¨®gica. A su vez, el sector se crea a espaldas de la Administraci¨®n. Aunque esto va cambiando: las tecnol¨®gicas ya no van tanto a lo punki y la Administraci¨®n se est¨¢ poniendo las pilas para favorecer el di¨¢logo y colaboraci¨®n p¨²blico-privada.
Sin embargo, las VTC [licencias concedidas para arrendar coches con conductor] tienen problemas. ?En qu¨¦ punto est¨¢ el con?icto que mantienen taxistas y VTC?
Se mantiene muy vivo en Barcelona. En el caso de Social Car, en abril lanzamos un servicio de Veh¨ªculos de Transporte con Conductor (VTC) y estuvimos operando conforme a la ¨²ltima regulaci¨®n de la Generalitat, que obliga a 15 minutos de reserva [debe pasar ese tiempo entre que se contrata el servicio a trav¨¦s de la plataforma y llega el coche a recoger al cliente], pero era muy dif¨ªcil ser rentable.
?C¨®mo se podr¨ªa resolver?
El regulador ha de entender que las VTC y los taxis son sectores que deben converger regulatoriamente para dar respuesta a lo que la gente quiere. Y tambi¨¦n hay que ayudar al taxi a innovar. Si pagas desde una app no tienes que pagar ni en efectivo ni con tarjeta, que es del siglo pasado. Tenemos que pensar en el usuario y apoyarnos en la tecnolog¨ªa sin pensar en amenazas. El foco est¨¢ mal puesto.
?Son tensas las relaciones entre empresas tradicionales y tecnol¨®gicas?
Yo lo comparo con un transatl¨¢ntico y una lancha. Las empresas tradicionales tienen una fuerte carga cultural y estructural y les cuesta mucho cambiar, pero cuando lo hacen arrasan. En cambio, las tecnol¨®gicas, especialmente las startups, son ligeras. El sector digital disruptivo tiene una cultura m¨¢s flexible, en el modelo de negocio y en el funcionamiento. Antes de la pandemia, por ejemplo, el teletrabajo era ya habitual entre las tecnol¨®gicas. Pero la colaboraci¨®n entre grandes empresas y startups, de la que yo soy muy fan, es complicada porque est¨¢n desalineadas. Ah¨ª s¨ª que se crea un pulso.
?Esta ?exibilidad ha ayudado a las startups a afrontar la crisis de la covid-19?
Al principio hubo ataque de p¨¢nico. Pero se han cerrado rondas, durante y despu¨¦s del confinamiento. El mundo sigue girando y los fondos siguen invirtiendo. Yo soy inversora en uno que participa en 22 startups. A unas les ha ido muy bien y otras se pusieron en modo cucaracha con facilidad, esperando a que la actividad se recuperara. Las startups se ponen en modo cucaracha y pueden ir tirando, quit¨¢ndose gastos no imprescindibles.
?Social Car tambi¨¦n ha estado en modo cucaracha?
Durante el confinamiento nos quedamos sin actividad por las restricciones impuestas en la movilidad y pensamos en qu¨¦ pod¨ªamos ahorrar. Pero a partir de junio se reactiv¨® la actividad r¨¢pidamente, especialmente a partir del acuerdo que hemos firmado con Uber para fomentar el turismo local, que nos ha impactado de forma muy positiva. Tambi¨¦n pusieron veh¨ªculos a disposici¨®n del personal sanitario¡ Al ver la plataforma parada, un usuario de nuestra plataforma tuite¨® que no le importar¨ªa ceder su coche a los sanitarios. Hablamos con el Institut Catal¨¤ de Salut y lo recibieron muy positivamente. Uber, que hab¨ªa puesto en marcha una colaboraci¨®n similar con Uber Medics en Madrid, comparti¨® con nosotros su experiencia. Creamos, en pleno confinamiento, Social Medics, a la que se unieron AXA y Meroil. En dos d¨ªas captamos m¨¢s de 200 veh¨ªculos, primero para Salut, para visitas domiciliarias por ejemplo de matronas, y luego para que Open Arms pudiera ir a realizar tests de covid-19 a las residencias de la tercera edad.
La directora y presidenta del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, considera que la ?scalidad digital debe servir para pagar la deuda. ?Est¨¢ de acuerdo?
La estructura de la digitalizaci¨®n plantea retos fiscales, pero me molesta que la idea de gravarla sea ¨²nicamente con prop¨®sito recaudatorio. Si se abre ese mel¨®n, hay que tener un objetivo m¨¢s amplio y a largo plazo, y plantear los cambios en una mesa de di¨¢logo.
Las plataformas digitales piden tambi¨¦n di¨¢logo a la hora de regularlas. ?Precarizan el empleo?
Yo no veo precarizaci¨®n sino oportunidad. Las plataformas dan acceso a ingresos extra a much¨ªsima gente. Ahora solo se puede ser aut¨®nomo o trabajador. Se podr¨ªa crear una figura nueva, estudiarla y regularla. Pero el regulador es tan obtuso que se queda en opci¨®n A o B.
?Por qu¨¦ ha habido tantas sentencias contradictorias?
Porque al juez se le plantea una problem¨¢tica que no encaja ni en A ni en B. El regulador debe encontrar el punto C, como han hecho en Francia, que adapt¨® su legislaci¨®n laboral a los entornos digitales. La legislaci¨®n, tal como est¨¢ ahora en Espa?a, perjudica a todos. Sobre todo porque crea un escenario de inseguridad jur¨ªdica. Vamos a un modelo de microempresarios al que habr¨ªa que facilitar las cosas.
El Tribunal Supremo ha decantado la balanza al considerar a los riders como asalariados ?La regulaci¨®n de las plataformas digitales ir¨¢ en esa l¨ªnea?
La conversaci¨®n sobre el futuro del trabajo es ya urgente. Es una de las m¨¢s importantes dentro del contexto de las pol¨ªticas p¨²blicas en el ¨¢mbito tecnol¨®gico y no estamos m¨¢s que en la punta del iceberg. Hay que encontrar la f¨®rmula que permita conciliar flexibilidad y capilaridad de las nuevas formas de trabajo en relaci¨®n con plataformas digitales con los mecanismos de protecci¨®n y garant¨ªas adecuados. Otros pa¨ªses europeos, entre ellos Italia, Francia y Reino Unido, han encontrado medidas innovadoras. Espa?a no se puede quedar atr¨¢s con medidas que responden a l¨®gicas y modelos pasados.
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