Lenta nave del tiempo
El astronauta, que pretend¨ªa viajar al futuro de la humanidad, hab¨ªa llegado a un perdido rinc¨®n de su pasado
El astronauta despert¨® tras un sue?o de m¨¢s de cien a?os; aunque para su cuerpo y su mente, sumidos en el no-tiempo de la hibernaci¨®n, solo hab¨ªa pasado un instante.
Estaba llegando a su destino: Esqueria, el primer planeta extrasolar visitado por un ser humano. Un planeta similar a la Tierra y relativamente pr¨®ximo, a unos veinte a?os luz de distancia.
Se pos¨® cerca de lo que parec¨ªa una ciudad en ruinas invadida por la vegetaci¨®n. Sali¨® a la respirable atm¨®sfera, se adentr¨® en la ciudad muerta, lleg¨® a una plaza amplia y desolada, y en su centro se detuvo ante una estatua que, sin lugar a duda, lo representaba a ¨¦l mismo.
Pens¨® que se trataba de una alucinaci¨®n convocada por un inconsciente af¨¢n de gloria (expresado por la estatua) y por el miedo al fracaso (simbolizado por las ruinas circundantes); pero los detalles de la escena eran demasiado minuciosos y obstinados.
Pens¨® que, por un error de navegaci¨®n, estaba de vuelta en la Tierra; pero hab¨ªa comprobado las coordenadas espaciales antes de aterrizar y sab¨ªa que se encontraba a billones de kil¨®metros del sistema solar.
Pens¨® que una poderosa inteligencia alien¨ªgena le hab¨ªa preparado aquel extra?o recibimiento.
Pens¨® que el propio planeta era un ser vivo capaz de materializar en su superficie los sue?os y las pesadillas de sus visitantes.
Pens¨® vertiginosamente muchas cosas m¨¢s bajo la mirada impasible de su propia estatua, como ante un espejo de piedra; pero al final se abri¨® paso en su consciencia la explicaci¨®n menos inveros¨ªmil:
¡°Alg¨²n tiempo despu¨¦s de mi partida, pens¨®, descubrieron la forma de navegar por el hiperespacio, y el viaje que a m¨ª me ha llevado m¨¢s de cien a?os lo realizaron otros en pocos d¨ªas, tal vez en unas horas¡ Llegaron aqu¨ª los colonos terrestres, construyeron la ciudad y, como premio de consolaci¨®n, honraron con esta estatua al rezagado pionero a la in¨²til reliquia en que me hab¨ªan convertido¡ Al cabo de un tiempo, los colonos tuvieron que abandonar la ciudad y regresar a la Tierra. O tal vez fueron exterminados por alguna fuerza desconocida. Y as¨ª, yo, que esperaba ser el primero en llegar a este planeta, he sido el ¨²ltimo. Yo, que pretend¨ªa viajar al futuro de la humanidad, he llegado a un perdido rinc¨®n de su pasado¡±.
Los textos de esta serie son breves aproximaciones narrativas a ese ¡°gran juego¡± de la ciencia, la t¨¦cnica y la tecnolog¨ªa -tres hilos inseparables de una misma trenza- que est¨¢ transformando el mundo cada vez m¨¢s deprisa y en el que todas/os debemos participar como jugadoras/es, si no queremos ser meros juguetes.
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