¡°Fue como un ¡®Gran Hermano¡¯, alguien nos ve¨ªa y escuchaba¡±: qu¨¦ hacer cuando hay c¨¢maras en las casas de alquiler por Airbnb
Un grupo de treinta?eros argentinos alquil¨® una villa en un barrio rico de Buenos Aires. Sab¨ªan que hab¨ªa c¨¢maras de vigilancia, pero aun as¨ª, aseguran que la experiencia fue desagradable
Juan Pablo Garc¨ªa, de 33 a?os, y otros nueve compa?eros cursan un m¨¢ster de ingenier¨ªa en Buenos Aires (Argentina). Son del interior del pa¨ªs y cada tres semanas acuden unos d¨ªas a la capital para ir a clases: ¡°Siempre alquil¨¢bamos por separado, pero esta vez quisimos ir todos juntos a una linda casa¡±, dice Garc¨ªa por videoconferencia a EL PA?S desde la provincia de Santa Fe, donde vive. Fue en septiembre y pagaron 1.621 euros por tres noches en una villa de Saavedra, uno de los barrios m¨¢s ricos de Buenos Aires. En el anuncio de Airbnb, sin embargo, hab¨ªa algo que lo inquiet¨®: la residencia ten¨ªa ¡°un sistema de c¨¢maras de seguridad¡±.
El temor de Juan Pablo Garc¨ªa lo llev¨® a escribir por WhatsApp a la due?a, Carmen Liliana, que no ha querido facilitar su apellido: ¡°?Est¨¢n en la entrada o te filman dentro? ?O dentro y en los dormitorios no?¡±, pregunt¨®. La propietaria respondi¨® enseguida: ¡°Est¨¢n a la entrada y en la parte trasera de la casa, es por seguridad. Adentro no hay c¨¢maras, no te preocupes¡±. Pero no era tan sencillo.
La primera noche prepararon un asado. A la casa fueron cuatro personas m¨¢s para cenar, superando en dos las permitidas por las normas de Carmen. Adem¨¢s, una vecina se quej¨® por el ruido. La due?a entonces escribi¨® a Garc¨ªa por WhatsApp: ¡°Me llam¨® mi vecina que hay ruido en el sector de la parrilla. Entr¨® m¨¢s gente en la casa, est¨¢n las c¨¢maras¡±. No solo eso. A la ma?ana siguiente, Carmen le dijo tambi¨¦n que hab¨ªa o¨ªdo algo raro: ¡°En los v¨ªdeos se escucha algo de ¡®cortar la luz¡¯, por eso me qued¨¦ muy sorprendida¡±, escribi¨®.
Ah¨ª es cuando Garc¨ªa y sus amigos empezaron a elucubrar. ¡°Era medio en chiste. Nadie iba a cortar nada. Pero me llam¨® la atenci¨®n: ?nos est¨¢ escuchando? Dije de no hacer m¨¢s nada porque vamos a tener quilombo de verdad¡±, cuenta. ¡°La parrilla no est¨¢ un lugar ¡®no ¨ªntimo¡¯. No es por seguridad de la casa. Es en medio del asador¡±, a?ade.
Desde hace unos a?os, hay v¨ªdeos virales en redes sociales sobre supuestas c¨¢maras ocultas en apartamentos, habitaciones y vestuarios. La Polic¨ªa espa?ola ha confirmado a EL PA?S solo dos casos en los que hizo falta su intervenci¨®n: uno en los ba?os de un bar en Mallorca y otro en unos vestuarios de M¨¢laga. Hace unos d¨ªas corri¨® por redes el rumor de que hab¨ªa c¨¢maras en las tiendas de la cadena de ropa Primark en el Reino Unido. La empresa irlandesa lo ha desmentido.
Airbnb, por su lado, cuenta con unas reglas estrictas sobre el empleo de c¨¢maras: el anfitri¨®n debe avisar al cliente y no puede haber c¨¢maras ocultas en lugares ¨ªntimos, como ba?os o habitaciones. Pero aqu¨ª se extiende un amplio gris; las c¨¢maras de la villa de Buenos Aires no est¨¢n realmente escondidas. Una est¨¢ en la puerta y enfoca a quien entra. Pero la otra est¨¢ en una terraza, encima de la mesa donde comen los hu¨¦spedes y enfoca a la piscina. Tambi¨¦n permite ver las paredes laterales. As¨ª que era de seguridad, pero permit¨ªa ver m¨¢s cosas del interior. No solo verlas, tambi¨¦n o¨ªrlas.
Carmen Liliana atendi¨® a EL PA?S e insisti¨® en que Airbnb le hab¨ªa dado la raz¨®n. La due?a tiene la categor¨ªa de superanfitriona en la plataforma, que se otorga a aquellos anfitriones que tienen una valoraci¨®n general media de 4,8 (sobre 5) basada en las evaluaciones de sus hu¨¦spedes durante el ¨²ltimo a?o: ¡°Solo he tenido problemas con Juan Pablo. Tengo tambi¨¦n una agencia de alquiler temporal desde hace 20 a?os. No est¨¢s hablando con alguien que puso una c¨¢mara donde no corresponde¡±, dice.
El impacto de una c¨¢mara
Los riesgos de instalar una c¨¢mara en un apartamento van m¨¢s all¨¢ del estricto cumplimiento de la legalidad. Todos los implicados lo saben. Por eso Airbnb pide a los propietarios que avisen de su presencia. Carmen lo hace en su perfil y aun as¨ª un inquilino como Juan Pablo Garc¨ªa se sorprende de la intromisi¨®n que, dice, significa ser observado permanentemente por un extra?o. La segunda vez que los escucharon fue al volver de fiesta otra noche: ¡°Salimos a bailar. A la vuelta, alguno medio borracho, en joda, vio la camarita en azul, que luego supimos que se encend¨ªa cuando te escuchaba, y dijo ¡®ay, Carmencita nos est¨¢s escuchando¡±, dice Garc¨ªa. ¡°Era un comentario burl¨¢ndonos, a las cinco de la ma?ana y la tipa viendo la casa, como un Gran Hermano, escuchando. No fue nada m¨¢s que eso, y dijimos ¡®no te hicimos nada en la casa, no rompimos ninguna regla y vos ac¨¢ escuch¨¢ndonos¡±, a?ade.
Las c¨¢maras ya son intrusivas solo si registran la imagen. Pero si tambi¨¦n lo hacen con el sonido, la sensaci¨®n de intromisi¨®n en la privacidad se eleva extraordinariamente. ¡°En Espa?a est¨¢ prohibido que las c¨¢maras de la Polic¨ªa en la calle graben audio y en los centros de trabajo, tambi¨¦n¡±, dice el abogado Jorge Garc¨ªa Herrero, especializado en protecci¨®n de datos. Pero para la due?a de la villa, era normal: ¡°No entiendo el debate. Yo debo cuidar mi propiedad y los v¨ªdeos tienen sonido. Las c¨¢maras vienen con audio, no voy a comprar una c¨¢mara sin audio¡±, alega.
Carmen Liliana defiende su postura sobre las c¨¢maras con tres argumentos: adem¨¢s de la claridad del anuncio y de la comunicaci¨®n directa con el inquilino, tiene otros dos. Primero, la situaci¨®n concreta del pa¨ªs y la inversi¨®n econ¨®mica: ¡°Tengo c¨¢maras en otras propiedades, por supuesto. ?Vos conoc¨¦s Argentina? Yo soy argentina, imag¨ªnate. Uno de los vecinos de la casa es un pol¨ªtico muy conocido, Roberto Lavagna, candidato presidencial. Hay c¨¢maras en la calle. Todos tienen c¨¢maras. Invert¨ª much¨ªsimo dinero. Pueden tener este comportamiento en una casa en la costa con muebles de algarrobo. Pero mi casa tiene muchas cosas de lujo y va acorde con el p¨²blico al que apunto¡±, explica.
Segundo, el cliente que quiera privacidad siempre puede decantarse por otra propiedad: ¡°Si quer¨¦s privacidad total, no alquiles una casa con c¨¢maras. No me interesa la privacidad del inquilino¡±, dice.
Es dif¨ªcil pensar en c¨®mo coarta la privacidad una c¨¢mara que controlan desde lejos (Carmen vive en Alemania), hasta que lo vives. As¨ª se sintieron los amigos de Juan Pablo Garc¨ªa: ¡°Hay varios chicos casados, pod¨ªamos invitar o ir con chicas. Eran cosas privadas. Empezamos a decir ?ojo con lo que decimos!¡±, recuerda.
A pesar de sus prioridades, Carmen tambi¨¦n admite la delicadeza que requiere gestionar una c¨¢mara que puede ver lo que ocurre dentro de una residencia: ¡°Con la c¨¢mara de atr¨¢s no tengo la alarma [que la avisa cuando hay movimiento, como s¨ª ocurre con la de la entrada]. A pesar de tener una c¨¢mara ah¨ª, la tengo apagada. No filmo v¨ªdeos ah¨ª. Me volver¨ªa loca con el tel¨¦fono y no me interesa filmar lo que hay ah¨ª, salvo alguna cuesti¨®n particular. Como cuando se quejan vecinos porque hac¨ªan ruido despu¨¦s de las diez de la noche con la famosa barbacoa. Si hay algo espec¨ªfico me fijo en la c¨¢mara¡±, dice. Solo la conecta cuando unos inquilinos causan cierto foll¨®n. En uno de los mensajes a Garc¨ªa ya le advirti¨® de que no sol¨ªa alquilar a ¡°locales (argentinos) por cuestiones de seguridad¡± y, a?adi¨®, ¡°por eso espero que no est¨¦n planeando nada que atente contra la casa¡±.
Dejaron la casa hecha un desastre, fumaron adentro, rompieron cosas. Hay pruebas de todo. Por algo @AirbnbHelp tomo la resolucion que tomo con tu caso. Deja de difamar con falacias!
— Clmdp (@Clmdp2022) October 28, 2022
Juan Pablo Garc¨ªa es ingeniero industrial y, como sus amigos, es alumno de un MBA prestigioso en Argentina. A su edad, no est¨¢ acostumbrado a que lo acusen de querer destrozar una casa cuyo alquiler por tres noches les ha costado m¨¢s de 1.600 euros. Cont¨® su caso en Twitter, donde hubo reacciones de todo tipo. Cuando EL PA?S contact¨® con Carmen, no sab¨ªa que su caso era p¨²blico. Se hizo una cuenta para discutir tambi¨¦n en la red social.
Lo mejor, denunciar
?Qu¨¦ hubiera hecho un abogado ante un caso as¨ª? Denunciar, dice el letrado espa?ol Jorge Garc¨ªa Herrero. Aunque lo har¨ªa con pocas certezas: ¡°Si yo fuera el abogado, dir¨ªa lo que a nadie le gusta o¨ªr sobre su caso: ¡®Depende¡¯. Pero si me dices que puedo elegir a qui¨¦n defiendo y con qui¨¦n veo m¨¢s opciones de ganar, me pondr¨ªa sin ninguna duda de parte del inquilino¡±, dice.
Aunque para Airbnb sea suficiente con informar en el anuncio, que es algo que no todos ven, Garc¨ªa Herrero cree que deber¨ªa haber algo m¨¢s: ¡°Cuando informas en la descripci¨®n del anuncio est¨¢s haciendo una parte, pero solo servir¨ªa para mitigar una sanci¨®n. Cuando pones una c¨¢mara, hay que poner el cartelito amarillo famoso y que est¨¦ superse?alizada. Afecta mucho a tu intimidad. Es muy casu¨ªstico. En la protecci¨®n de datos, la clave es la proporcionalidad¡±. En la casa hay un cartel de Prosegur cerca de la c¨¢mara, pero en las fotos del anuncio en Airbnb la c¨¢mara no se ve.
Juan Pablo Garc¨ªa se plante¨® tambi¨¦n judicializar su caso, pero al final desisti¨®. Adem¨¢s del susto con las c¨¢maras, Garc¨ªa y la due?a discutieron por la hora de salida y por c¨®mo dejaron la casa al finalizar su estancia: ¡°Cuando me estoy yendo, le dije ¡®mir¨¢ Carmen, muy linda la casa, pero la pasamos pa la mierda, con la grabaci¨®n de conversaciones privadas¡¯. Ah¨ª entramos en un intercambio, pero no quise armar quilombo en Airbnb. Quiz¨¢ hab¨ªa algo de mugre normal, pero dejamos todo bastante ordenado, somos chicos de 30 a?os, no de 20 a?os que ¨ªbamos a destrozar la casa, ni hablar. No falt¨® nada, nadie rob¨® nada, mil accesorios tiene la chica¡±, explica.
Carmen aport¨® una visi¨®n diferente: ¡°Me entreg¨¢s la casa de una forma catastr¨®fica. Sucio, desordenado, grasa por todos lados, hasta me pegaron stickers de figuritas de f¨²tbol en la parrilla. No puedo creer de gente de 30 y pico a?os que est¨¢ haciendo un m¨¢ster¡±, explica. Entre los presuntos desperfectos y la salida tard¨ªa, que se demor¨® entre unos minutos y una hora, seg¨²n las versiones, Carmen reclam¨® algo m¨¢s de 600 euros extra, seg¨²n los c¨¢lculos de Garc¨ªa, que se neg¨® a pagar.
Pero Airbnb tiene desde hace unos a?os una pol¨ªtica restrictiva sobre las fiestas. Carmen aport¨® pruebas, que prefiere no revelar, y Airbnb cancel¨® la cuenta de Juan Pablo Garc¨ªa. El motivo que aleg¨® la plataforma fue que se organiz¨® una fiesta sin permiso. Este peri¨®dico ha preguntado a la empresa, que confirma en este comunicado buena parte del caso: ¡°Airbnb aplica pol¨ªticas muy estrictas en el uso de cualquier tipo de dispositivo de grabaci¨®n en los anuncios. En las raras ocasiones que estas normas no se cumplen, la plataforma act¨²a de manera inmediata siguiendo estas normas. Los incidentes en Airbnb son ocasionales, y el equipo de atenci¨®n a la comunidad trabaja las 24 horas para ayudar a resolverlos¡±.
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