El hundimiento de FTX o la mercantilizaci¨®n de la ira
Los da?os de la ca¨ªda de FTX afectan a la integridad del sistema financiero en su conjunto, que puede caer de nuevo si no se regulan los criptoactivos de inmediato
Por mucho que una no quiera repetirse, es imposible sustraerse a la gravedad, extensi¨®n y car¨¢cter ejemplar del hundimiento de FTX. Semanas despu¨¦s del colapso, en el chiringuito montado por Sam Bankman-Fried alrededor de un complicado entramado empresarial, sigue reinando el desacuerdo y la confusi¨®n. En la primera audiencia sobre la bancarrota, celebrada el 22 de noviembre, los abogados de FTX dijeron que una ¡°cantidad sustancial¡± de los activos de la empresa hab¨ªan desaparecido o hab¨ªan sido robados, y que el imperio estaba dirigido como el ¡°feudo personal¡± de Bankman-Fried. El propio administrador de la quiebra, que lo fuera de la de Enron, no sale de su asombro: no hay documentaci¨®n y es dif¨ªcil, sino imposible, identificar y seguir el rastro de activos de las compa?¨ªas que permitan pagar a los clientes y acreedores.
Bankman-Fried, quien acaba de aceptar la extradici¨®n voluntaria de Bahamas a Estados Unidos donde se enfrentar¨¢ a cargos por estafar a sus clientes, ha querido aclarar lo ocurrido ante lo que queda de plantilla. Tras admitir haber perdido 51.000 millones de d¨®lares en garant¨ªas y disculparse por la r¨¢pida desaparici¨®n del grupo, se queja de haberse visto obligado a presentar quiebra en un tribunal Delaware (siempre Delaware). Seg¨²n ¨¦l, podr¨ªa haberse evitado: ¡°Tan pronto firm¨¦ los documentos del Cap¨ªtulo 11 [el que rige la presentaci¨®n de quiebra en EEUU] se manifest¨® un inter¨¦s potencial de miles de millones de d¨®lares de financiaci¨®n¡± para salvar a la compa?¨ªa. Parece ser cosa de CEOs de Silicon Valley vivir en una realidad paralela en la que las instituciones ponen dinero en empresas que han succionado todo lo recibido, y sin patrimonio con el que responder. Nada dice por cierto en su misiva desde el exilio de los pr¨¦stamos que hizo la compa?¨ªa a favor de ¨¦l y otros de sus ejecutivos.
Los da?os de la ca¨ªda de FTX, despu¨¦s de un a?o sangriento para la cosa cripto, se extienden m¨¢s all¨¢ de las empresas con las que ten¨ªa relaci¨®n. Sequoia ha perdido los 150 millones de d¨®lares que invirti¨®, y la entidad de pr¨¦stamo cripto Genesis, que se ha dejado 175 millones de d¨®lares en FTX, ha congelado las retiradas y ha contratado ya expertos en reestructuraci¨®n lo que parece la antesala de otra quiebra m¨¢s. Pero para la senadora Elizabeth Warren, dem¨®crata de Massachusetts y candidata en las pasadas primarias a presidente de EEUU, los da?os son mucho m¨¢s graves y afectan a la integridad del sistema financiero en su conjunto, que puede caer de nuevo si no se regulan los criptoactivos de inmediato. Paul Krugman cree que la regulaci¨®n matar¨¢ el espejismo criptofinanciero: ¡°Si el gobierno por fin se decide a regular a las firmas de la criptoindustria, lo que, entre otras cosas, les impedir¨ªa prometer rendimientos imposibles de obtener, es dif¨ªcil identificar alguna ventaja que puedan ofrecer en comparaci¨®n con los bancos ordinarios ¡ hay muchos motivos para esperar que la criptoindustria, que parec¨ªa tan imponente hace apenas unos meses, termine en el olvido¡±.
?C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª? Stephen Diehl, activista en contra del mercado de criptoactivos, mantiene en una entrevista en el Financial Times y en varias entradas de su blog, que lo cripto no es m¨¢s que el resultado de la ¡°mercantilizaci¨®n de la ira populista, el juego y el crimen¡±. ¡°Las criptodivisas son una gigantesca estafa, aunque una estafa complicada...¡± mantiene. ¡°No voy a decir si tenemos una respuesta al 100% sobre [si el blockchain es ¨²til]. Pero la respuesta parece ser que no¡±. En la entrevista se cita el ejemplo de la bolsa de Australia que ha abandonado el intento de transferir su sistema de c¨¢mara de compensaci¨®n a una plataforma basada en blockchain, dando por perdidos 250 millones de d¨®lares australianos (168 millones de d¨®lares) y siete a?os de trabajo.
En su obra Popping the Crypto Bubble, Diehl repasa la historia de Bitcoin desde su nacimiento durante la crisis financiera mundial hasta la fiebre del cripto posterior a 2016, a la que se refiere como la ¡°Era de los estafadores¡±. Sostiene que las criptomonedas son lentas (se basan en la transmisi¨®n de transacciones a trav¨¦s de redes descentralizadas) y poco fiables (los inversores son responsables de asegurar sus activos; cuando pierden las contrase?as o mueren, no hay manera de recuperar los activos). Para Diehl es claro y evidente que los criptoactivos no pueden ser a la vez una gran inversi¨®n, que sube y sube, y una moneda viable, que ofrece un valor estable. De hecho me atrever¨ªa a afirmar que no solo su car¨¢cter especulativo es lo que no los hacen viables como moneda, sino la ausencia de una econom¨ªa de mercado productiva a su alrededor. No hay un mercado de bienes o servicios real, m¨¢s all¨¢ de casos de uso de laboratorio que no usa nadie, que pueda ser comprado con criptoactivos. Tal vez es porque, a pesar del empe?o de muchos, no son una moneda sino un derecho de cr¨¦dito frente a una comunidad sin un subyacente o colateral que lo asegure. Porque, precisamente, en su naturaleza fundacional no estaba que nada en el mundo f¨ªsico lo respaldara aparte del consenso y reconocimiento dentro de la comunidad.
A pesar de que Satoshi Nakamoto quisiera crear una moneda virtual que diera el control de la econom¨ªa y la emisi¨®n de dinero a una comunidad descentralizada y libertaria, la realidad lo ha convertido en, precisamente, todo lo contrario: un activo altamente especulativo sujeto al capitalismo m¨¢s salvaje. Llamarlo moneda o que Hacienda lo considere dinero a efectos de pagos en efectivo lleva a la confusi¨®n de pensar que son una alternativa al plazo fijo en un banco y que los ahorradores (mayoritariamente varones, hay que decirlo) crean, en consecuencia, que ellos y solo ellos han encontrado la manera de hacerse ricos, de recoger enormes plusval¨ªas, con un riesgo controlado. La componente ideol¨®gica de los que invierten y que se?ala Diehl no se escapa nos escapa a nadie.
Por si nos faltara salseo, nuestro neroniano CEO del momento, Elon Musk, se burl¨® de la quiebra FTX en Twitter diciendo que su ¡°medidor de mierda estaba en rojo¡± cuando se reuni¨® con Sam Bankman-Fried. Lo que se ha desvelado ahora es que le pidi¨® que invirtiera 100 millones de d¨®lares en la compra de la red social. Si esto no da el tono de los tiempos, no se me ocurre el qu¨¦.
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