Todo lo que sabemos sobre la terapia ¡®online¡¯ tras tres a?os de pandemia: ¡°Si necesito llorar, lloro incluso con una pantalla de por medio¡±
El 69% de los profesionales de salud mental mantiene este servicio que permite la conciliaci¨®n de psic¨®logos y pacientes, seg¨²n un estudio en EE UU
Una vez por semana, durante la hora del almuerzo, Juan Acosta (33 a?os) desconecta del trabajo y se prepara para su sesi¨®n de terapia online. Encuentra un lugar tranquilo de la casa, se pone c¨®modo con un caf¨¦ a su lado, abre Zoom y empieza a hablar con su psic¨®loga, con quien trabaja desde hace ya tres a?os. Acosta la conoci¨® poco antes del comienzo de la pandemia, y las sesiones, inicialmente presenciales, pronto se convirtieron en telem¨¢ticas a causa del confinamiento tan largo y estricto que se vivi¨® en Argentina. Pero incluso cuando la gente pudo volver a salir, Acosta sigui¨® su terapia de la misma forma, a trav¨¦s de una pantalla, ya que el fin del confinamiento coincidi¨® con su mudanza a Espa?a desde Buenos Aires. ¡°Me ayud¨® mucho en un momento muy complicado de mi vida. No cambiar¨ªa mis sesiones online con ella por ninguna terapia presencial¡±, asegura el argentino.
Por plataformas de videollamada, tel¨¦fono o WhatsApp, las sesiones de terapia por internet se han multiplicado en los ¨²ltimos tres a?os a causa de la pandemia, que ha empeorado la salud mental de los ciudadanos. De hecho, cuatro de cada 10 espa?oles aseguran no gozar de una buena salud mental y casi el 75% de la poblaci¨®n est¨¢ convencida de que ha empeorado para todos durante los ¨²ltimos a?os, seg¨²n un estudio reciente de la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a y la Fundaci¨®n Mutua Madrile?a. Los profesionales han sido los primeros en notar este incremento de la demanda, y una de las consecuencias m¨¢s inmediatas ha sido la necesidad de adaptar su trabajo a las nuevas exigencias. Marina Granizo, psic¨®loga de 40 a?os, nunca hab¨ªa hecho sesiones en l¨ªnea antes del 2020, pero, una vez se vio confinada en casa como todos sus pacientes, no le qued¨® otra. Al principio, reconoce, fue dif¨ªcil acostumbrarse. ¡°El nivel de contacto se diluye un poco. Hay momentos, quiz¨¢s m¨¢s emotivos, donde la presencialidad se echa en falta¡±, explica Granizo, aunque a?ade que nada de esto hace que la terapia sea incompleta.
M¨¢s bien, al contrario: la decena de psic¨®logos y pacientes consultados para este reportaje est¨¢n de acuerdo en afirmar que la terapia en l¨ªnea no solamente fue una alternativa muy v¨¢lida a la presencial durante lo peor de la pandemia, sino que ha llegado para quedarse. Un estudio reciente del American Medical Association cifra en un 69% los profesionales de la salud mental que han incorporado la terapia online entre los servicios que ofrecen de forma habitual. ¡°Para m¨ª el fin del confinamiento coincidi¨® con mi maternidad, y poder hacer las sesiones online desde mi casa me ayuda mucho con el tema de la conciliaci¨®n¡±, afirma Granizo, que en su d¨ªa a d¨ªa trabaja m¨¢s de forma telem¨¢tica que presencial.
Aunque algunos de sus pacientes han vuelto f¨ªsicamente a la consulta una vez que la mascarilla dej¨® de ser obligatoria en interiores ¡ª¡±entre estar online y vernos la cara, y estar en la misma habitaci¨®n, pero con la boca tapada, prefer¨ªan lo primero¡±, se?ala¡ª, asegura que muchos otros han decidido seguir online. Hay dos factores que esta profesional encuentra determinantes. ¡°Los pacientes valoran positivamente la posibilidad de conectarse desde cualquier lugar y en cualquier momento a lo largo del d¨ªa. Algunos lo hacen incluso desde la oficina¡±, explica. Asimismo, el hecho de que una de sus sesiones por internet cueste menos que una presencial hace posible que m¨¢s gente pueda permitirse pagar la terapia.
Otro aspecto positivo, para ambas partes, es la falta de fronteras geogr¨¢ficas. Da igual que psic¨®logo y paciente se encuentren en ciudades, pa¨ªses o continentes diferentes, siempre van a poder seguir la terapia. Esta contingencia hizo que Luc¨ªa Mart¨ªn (41 a?os) empezara a dar sesiones en l¨ªnea una d¨¦cada antes de la pandemia. Muchos de sus pacientes son espa?oles que han tenido que mudarse al extranjero para trabajar y que, a la hora de cuidar su salud mental, prefieren buscar un psic¨®logo en su pa¨ªs de origen, incluso a costa de tener que adaptarse a un huso horario diferente. ¡°Yo creo que como profesionales nos tenemos que ajustar un poco a las necesidades del paciente. Nuestra labor es pon¨¦rselo f¨¢cil para que puedan seguir con la terapia¡±, afirma.
Otras veces son los propios profesionales quienes cambian de residencia. Mario Fiorentino, peruano de 33 a?os, atiende en Lima consultas desde Espa?a, Miami, M¨¦xico y otras ciudades de Per¨². Trabaja de nueve de la noche a tres de la ma?ana para poder conectarse con sus pacientes al otro lado del Atl¨¢ntico, y a finales del verano ¡ªque es cuando planea mudarse a Espa?a¡ª, pasar¨¢ a hacer lo mismo para atender a los que viven en Latinoam¨¦rica. ¡°Hace unos a?os hubiera sido impensable hacer algo as¨ª. Pero ahora puedes cambiar de vida, sin tener que dejar en el aire el proceso de recuperaci¨®n de nadie, o dejar de trabajar¡±, explica.
Limitaciones de la pantalla
A pesar de la comodidad a la hora de conciliar, tambi¨¦n hay quien decidi¨® volver de forma presencial, como Mar¨ªa Dolores Garc¨ªa, murciana de 25 a?os que estudia en Alicante. Empez¨® a ir a terapia en 2019 para aprender a gestionar sus emociones y controlar la ansiedad, y a los pocos meses de empezar tuvo que seguir por internet, con la misma psic¨®loga. ¡°Fue una cosa bastante nueva para las dos, estuvimos tanteando mucho con las diferentes plataformas. A veces simplemente hac¨ªamos videollamadas por WhatsApp, aunque nunca solo con audio, era demasiado impersonal para m¨ª¡±, recuerda.
Reconoce que la experiencia fue ¡°positiva¡± y ¡°funcional desde la primera sesi¨®n¡±, pero en cuanto pudieron verse la cara en persona prefiri¨® volver a la consulta. ¡°Lo sent¨ªa un espacio m¨¢s seguro donde hablar. Como comparto piso, a veces en casa sent¨ªa que no ten¨ªa intimidad, ten¨ªa miedo a que alguien pudiera escucharme¡±, explica.
Mart¨ªn coincide en la necesidad, para algunos de sus pacientes, de poder estar en un espacio que sienten seguro, tanto que reconoce que algunos de ellos prefirieron interrumpir la terapia durante la pandemia porque no ten¨ªa suficiente intimidad en sus casas para hablar libremente. ¡°Yo siempre intento, dentro de lo posible, recrear la misma atm¨®sfera que tengo en la consulta. Pido a mis pacientes que se sirvan una taza de caf¨¦ o t¨¦, que es lo que ofrezco cuando vienen aqu¨ª, y juego mucho con la anticipaci¨®n¡±, a?ade. ¡°Explico que es posible que de repente se bloquee la pantalla, que falle la conexi¨®n, o que no estar¨¦ mirando a c¨¢mara de vez en cuando porque estoy tomando notas. Pero nada de esto le quita valor a la terapia, aunque en alguna sesi¨®n m¨¢s profunda o emocional no es lo ideal que haya estos fallos¡±.
Por otro lado, Fiorentino reconoce que el v¨ªnculo que se viene a crear, sobre todo en el caso de los pacientes que empiezan la terapia directamente online, es distinto. ¡°Siento que para ellos la terapia tiene un matiz m¨¢s pr¨¢ctico. Tienden a querer resolver el problema de forma m¨¢s r¨¢pida, mientras que en las consultas presenciales el ritmo es m¨¢s pausado¡±, destaca. ¡°Esto no quiere decir que la terapia pierda la suficiencia. He visto pacientes que probablemente nunca voy a ver en persona mejorar much¨ªsimo¡±.
Modelo h¨ªbrido
Una soluci¨®n que parece poner a todos de acuerdo es la terapia h¨ªbrida, alternando sesiones en l¨ªnea y presenciales, para beneficiarse de los mejores aspectos de los dos modelos. De esta forma, psic¨®logos y pacientes pueden recuperar el contacto humano, que es lo que m¨¢s han echado en falta durante la pandemia, y al mismo tiempo mantener la comodidad de quedarse en casa.
¡°Apoyo lo h¨ªbrido, en todos los sentidos. Si funciona con el trabajo, no veo por qu¨¦ no puede funcionar tambi¨¦n con la terapia¡±, dice Acosta. Cuando viaja a Buenos Aires por trabajo, cada cuatro o cinco meses, pasa por la consulta de su psic¨®loga y los dos aprovechan para hablar en persona. ¡°Me ayuda a mantener el contacto y estar m¨¢s relajado. Pero, si no tuviera esta posibilidad, no pasar¨ªa nada. Si necesito llorar, lloro incluso con una pantalla de por medio¡±, remata.
Puedes seguir a EL PA?S Tecnolog¨ªa en Facebook y Twitter o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.