¡°All eyes on Rafah¡±: el meme pol¨ªtico, la IA y c¨®mo enmerdar la red

Si hace un a?o nos hubieran dicho que la imagen que viralizar¨ªa la indignaci¨®n contra el asesinato de ni?os en Gaza ser¨ªa un meme generado por inteligencia artificial (IA), nos hubiera parecido dist¨®pico. En 24 horas, la plantilla creada en Instagram con el lema ¡°All eyes on Rafah¡± (todos pendientes de Rafah) con forma de campamento de refugiados sint¨¦tico ha sido compartida de forma directa 33 millones de veces (al publicarse este texto). Incluidas personalidades como la Nobel de la Paz Malala Yousafzai, la vicepresidenta Yolanda D¨ªaz, el futbolista Dembel¨¦, la exprimera ministra finlandesa Sanna Marin y la actriz Bella Hadid, y cientos de miles m¨¢s de pantallazos en otras redes. Hace casi una d¨¦cada, la imagen ic¨®nica de otra tragedia global fue la del ni?o sirio Aylan Kurdi con el rostro en la playa, ?ahora, despu¨¦s de meses de horror, va a ser una ilustraci¨®n generada en segundos por una m¨¢quina?

Este meme lo firma un joven ¡ªno ha visto las preguntas que le mand¨¦ por mensaje directo¡ª con las banderas de Malasia e Indonesia en su perfil de Instagram: @chaa.my_, que contaba con muy pocos seguidores antes del pelotazo, y que lo movi¨® con su otra cuenta: @shahv4012. Al mirar su actividad, es obvio que se siente abrumado y orgulloso por el ¨¦xito de su ilustraci¨®n, y tambi¨¦n que hab¨ªa realizado varios intentos con alguna herramienta de creaci¨®n de im¨¢genes sint¨¦ticas hasta que ha logrado viralizar esa con un lema ¡ª¡°All eyes on Rafah¡±¡ª que ya llevaba circulando varios d¨ªas en redes. Ha dado con la tecla: el lema, la imagen, el momento, la herramienta de compartir plantilla (que se usa para compartir con amigos todo tipo tendencias fr¨ªvolas).

Y sobre todo, la emoci¨®n humana. Estamos hartos de repetirlo: nuestra psicolog¨ªa es la palanca para que un meme viralice, para que la desinformaci¨®n se comparta m¨¢s que la noticia veraz, para que le demos al bot¨®n de retuitear o compartir. Da igual que llevemos meses discutiendo si los deepfakes ser¨¢n o no un problema del futuro: millones de personas han encontrado en una imagen sint¨¦tica la mejor forma de expresar su indignaci¨®n contra lo que Benjamin Netanyahu est¨¢ perpetrando contra los palestinos. La imagen artificial no nos enga?a (este meme no es desinformaci¨®n propiamente dicha), sino que nos conviene: para lo que queremos expresar y, sobre todo, para lo que queremos mostrar de nosotros mismos.

Casualmente, el meme de Rafah ha viralizado justo cuando Mark Zuckerberg ha anunciado que alimentar¨¢ su inteligencia artificial con los contenidos que compartamos en sus redes, Instagram y Facebook, salvo que indiquemos lo contrario. Las grandes tecnol¨®gicas se est¨¢n quedando sin informaci¨®n con la que entrenar sus modelos de inteligencia artificial: ya se han le¨ªdo todo internet, se han visto todo YouTube. Ahora necesitan las fotos de nuestras borracheras, de nuestros hijos y perretes, para alcanzar el Santo Grial de la inteligencia artificial general. Pero si empezamos a compartir en las redes de Meta im¨¢genes generadas por m¨¢quinas, como la de Rafah, y luego Meta entrena sus modelos con esas im¨¢genes falsas, tendremos una pescadilla rob¨®tica que se muerde la cola sint¨¦tica. Como se dice en el mundillo: mierda entra, mierda sale.

Me disculpen el uso de palabras vulgares, pero estamos viviendo un progresivo enmerdamiento de la red, como lo defini¨® Cory Doctorow (enshittification, en ingl¨¦s), una de las mentes m¨¢s preclaras para analizar el ecosistema tecnol¨®gico. Las plataformas primero satisfacen a los usuarios, luego dejan que sus clientes les expriman hasta que finalmente es la propia plataforma quien decide exprimirlos a todos con resultados indeseables. Ha pasado con Amazon, con TikTok y ahora Google empieza a ser un buen ejemplo. Durante 25 a?os nos ha convencido la eficiencia de su buscador, pero poco a poco nos hemos acostumbrado a que las consultas devuelvan cualquier cosa menos un link interesante donde pinchar. Ahora, Google est¨¢ probando a respondernos mediante su inteligencia artificial, que confunde informaci¨®n de calidad con bromas y termina recomendando comer piedras y pizzas con pegamento.

Hace algo m¨¢s de un a?o, algunos de los actores m¨¢s relevantes del universo tecnol¨®gico (y con m¨¢s intereses) reclamaban alarmad¨ªsimos una moratoria de seis meses en el desarrollo de la inteligencia artificial. La cat¨¢strofe era tan inminente que hab¨ªa que pararlo todo. Han pasado 14 meses y da risa ver lo que ha ocurrido desde entonces: las m¨¢quinas no han mejorado exponencialmente sus capacidades, siguen diciendo las mismas sandeces que en 2022, y la empresa que lider¨® la revoluci¨®n, OpenAI ¨Dque tiene un acuerdo estrat¨¦gico con Prisa Media, que edita EL PA?S¨D, ha encadenado una crisis reputacional detr¨¢s de otra. Y mientras tanto, Elon Musk, uno de los m¨¢s catastrofistas en aquel momento, ha recaudado m¨¢s de 5.500 millones de euros para su propia empresa de inteligencia artificial xAI. Este es el entorno digital de hoy y el conflicto que se avecina: ?seremos capaces de frenar el ciclo de enmerdamiento?

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