Por qu¨¦ sigo viendo series de sufrir
La ficci¨®n es la peor de las gu¨ªas posibles cuando la maza de lo real cae con todo su peso. Y, sin embargo, me poso sobre ¡®La conjura contra Am¨¦rica¡¯, como la mosca en el pringue
No s¨¦ qu¨¦ masoquismo me ha llevado a ver el primer episodio de La conjura contra Am¨¦rica (HBO), porque ni la devoci¨®n por Philip Roth ni por David Simon explican mi inter¨¦s por la suerte de una familia jud¨ªa a la que el mundo se le viene abajo cuando un presidente nazi ocupa la Casa Blanca. Ya estaba harto de distop¨ªas mucho antes de vivir una. Hay tantas series, tantas pelis y tantas novelas, que el apocalipsis se ha fosilizado en un clich¨¦ m¨¢s rancio que una comedia rom¨¢ntica con boda al final.
Este empacho de finales del mundo ficticios distorsiona el fin del mundo real, de la misma forma que las comedias rom¨¢nticas distorsionan las expectativas que los adolescentes hormonados se hacen de sus novios y novias. La ficci¨®n es la peor de las gu¨ªas posibles cuando la maza de lo real cae con todo su peso. Y, sin embargo, me poso sobre La conjura contra Am¨¦rica, como la mosca en el pringue.
Soy un masoquista incurable e insaciable. No solo veo con atenci¨®n ese cap¨ªtulo, sino que, al caer los cr¨¦ditos, me sabe a poco. Maldito seas, David Simon, le grito a la tele: ?d¨®nde qued¨® tu mandamiento de ¡°que se joda el espectador medio"? Acabo de ver un melodrama en tonos sepia que se parece m¨¢s a Cu¨¦ntame que a la novela terror¨ªfica de Philip Roth. Toda la angustia que el libro me sirvi¨® a cucharadas llenas, en la serie viene almibarada y lent¨ªsima. No veo la sombra de las alas del avi¨®n de Lindbergh, no me siento concernido por la tragedia que s¨¦ que acecha pocas escenas m¨¢s adelante.
Si pudiera, le contar¨ªa todo esto a un psiquiatra, porque mi trastorno ha de tener nombre: no solo veo series de sufrir, sino que les reprocho que no me hagan sufrir lo que esperaba sufrir con ellas.
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