La ficci¨®n televisiva cruza una l¨ªnea invisible y desarma otra vez a ETA
La serie de Mariano Barroso desbroza de un modo brillante y n¨ªtido el momento fundacional, el primer asesinato de la organizaci¨®n terrorista
Dec¨ªa Javier Cansado en un Ilustres ignorantes que la tele moderna es demasiado ambigua. Cuando ¨¦l era ni?o, dec¨ªa, las series distingu¨ªan muy bien a los buenos de los malos. Hombre rico, hombre pobre o Arriba y abajo eran t¨ªtulos que no dejaban lugar a dudas sobre qu¨¦ partido hab¨ªa que tomar. Pero llegaron Tony Soprano o Walter White, que son malos muy malos, pero a la vez caen bien y tienen una humanidad poderosa con la que se identifica cualquiera, y la tele, para Cansado, se fastidi¨® para siempre.
No hay ambig¨¹edad ni trampantojos morales en La l¨ªnea invisible (estreno el mi¨¦rcoles en Movistar), que retrata a unos ni?atos sin escr¨²pulos y sanguinarios, pero s¨ª hace honor a su t¨ªtulo y traspasa una frontera en la ficci¨®n espa?ola, que toleraba la complejidad narrativa y los personajes con aristas siempre que la trama no tuviera que ver con ETA. A la espera del estreno de Patria, la otra serie con la que inevitablemente dialogar¨¢, la obra de Mariano Barroso es una cabeza de puente en un territorio poco explorado.
La ficci¨®n empez¨® a desarmar a ETA por el lado del humor, pero no pod¨ªa quedarse ah¨ª. Su historia contiene muchas preguntas que solo el registro dram¨¢tico puede responder, y La l¨ªnea invisible desbroza de un modo brillante y n¨ªtido el momento fundacional, su primer asesinato. Lo hace renunciando al manique¨ªsmo de los t¨ªteres de cachiporra, pues narrar bien es comprender, y no se puede comprender nada desde el prejuicio. Hay que sumergirse en la ra¨ªz del mal, empaparse de su ambiente y transmitirlo con limpieza, teniendo claro que entender algo nunca supone justificarlo. Quien crea lo contrario, a¨²n ve la tele como el Javier Cansado ni?o, echa de menos las f¨¢bulas con moraleja y no est¨¢ preparado para mantener una discusi¨®n adulta sobre ning¨²n asunto dif¨ªcil.
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