Maradona y la nostalgia del f¨²tbol canalla
Un documental recuerda el paso del genio por el Barcelona, cuando ten¨ªa que driblar entre hachazos. Hoy las estrellas se cuidan y son cuidadas por el bien del negocio
Hay hambre de f¨²tbol en el aficionado y una industria ansiosa por volver a hacer caja, aunque sea con la grada vac¨ªa. Las televisiones entretienen la espera con viejos partidos enlatados, que te devuelven a los ¨ªdolos de cuando eras chaval. Pero la emoci¨®n del directo no admite r¨¦plica. Puedo disfrutar la volea de Zidane en Glasgow muchas veces, solo una me l...
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Hay hambre de f¨²tbol en el aficionado y una industria ansiosa por volver a hacer caja, aunque sea con la grada vac¨ªa. Las televisiones entretienen la espera con viejos partidos enlatados, que te devuelven a los ¨ªdolos de cuando eras chaval. Pero la emoci¨®n del directo no admite r¨¦plica. Puedo disfrutar la volea de Zidane en Glasgow muchas veces, solo una me levant¨® del asiento.
El documental F¨²tbol Club Maradona (en Movistar +) revive la locura que desat¨® El Pelusa a su paso por el Barcelona en los primeros ochenta. El genio dej¨® momentos inolvidables, como ese regate a Juan Jos¨¦ sobre la l¨ªnea de gol, pero tambi¨¦n dos bajas prolongadas (una presunta hepatitis y la lesi¨®n que le caus¨® Goikoetxea) y, a punto de irse, una pelea de artes marciales tras la final de Copa perdida ante el Athletic.
Los j¨®venes no saben c¨®mo de bronco era el f¨²tbol de esos a?os. Maradona driblaba eludiendo los hachazos. Tras dos a?os de azulgrana, triunf¨® en el N¨¢poles y con Argentina, y a¨²n ten¨ªa chispa en plena autodestrucci¨®n. El que jug¨® en el Sevilla ya solo era su sombra.
Para muchos chicos de entonces, que no conocimos a Pel¨¦ ni a Di St¨¦fano, nadie ha igualado al mejor Maradona. Asumo que Messi est¨¢ por delante en productividad: regularidad, t¨ªtulos, estad¨ªsticas. Hoy las estrellas se cuidan y son cuidadas por el bien del negocio. Aplaudo que sea as¨ª, pero he visto la magia sobre aquel c¨¦sped pisoteado por canallas.
El f¨²tbol tiene prisa. No sabemos cu¨¢ndo volver¨¢ a rodar el bal¨®n, s¨ª que lo har¨¢ en silencio. La grada de Liverpool no cantar¨¢ You¡¯ll Never Walk Alone como en el ¨²ltimo partidazo que nos dejaron ver. Y no estar¨¢ Michael Robinson para comentarlo con su habitual buen humor. La memoria de los futboleros tambi¨¦n tiene un sitio para ¨¦l.