Gitana y trans en ¡®MasterChef¡¯: cuando la apuesta por la diversidad sale mal
La bronca entre una concursante y los jueces del programa ha generado incontables debates a lo largo de la semana
No se hab¨ªa visto un personaje como Saray en los ocho a?os que MasterChef lleva en antena. Primero, porque esta educadora social de 27 a?os es gitana y trans, dos identidades que nunca se hab¨ªan visto entre los concursantes an¨®nimos del programa, ni por separado ni mucho menos en la misma persona. Pero tambi¨¦n porque ha sido la ¨²nica participante capaz de batir a 28.000 aspirantes en las pruebas de acceso para, despu¨¦s, ante las c¨¢maras, plantarse ante el jurado, conocido por su exigencia, con un plato consistente en un batido con cuatro galletas. ¡°Eran cinco pero la otra me la he comido yo¡±, anunci¨® ante la mirada ojipl¨¢tica de Jordi Cruz, Pepe Rodr¨ªguez y Samantha Vallejo-N¨¢jera en la emisi¨®n del lunes. La participante menos normativa en la historia del programa resultaba ser tambi¨¦n, casualidad o no, la que m¨¢s problema ten¨ªa para adaptarse a las normas.
Estas dos bombas a presi¨®n estallaron al mismo tiempo cuando, al final del programa, Saray volvi¨® a v¨¦rselas con el jurado tras completar otra prueba: en esta ocasi¨®n, su plato era una perdiz muerta en el sentido m¨¢s estricto de la palabra. La misma perdiz que ella hab¨ªa recibido en una caja junto con el resto de ingredientes para que crease un plato: al ver el p¨¢jaro, con plumas y todo, Saray colaps¨®. ¡°?Yo es que eso no voy a abrir ni la bolsa, ni muerta, ni pic¨¢ p¡¯alb¨®ndigas, no, negativo!¡±, exclam¨®, casi cantado con su acento cordob¨¦s. Puso el ave en un plato y le reparti¨® unos tomates cherry por la pechera. Y tal cual, lo dej¨® en la mesa del jurado. Era una imagen impensable en el concurso de TVE, m¨¢s cerca casi de un reality de Mediaset. Jordi Cruz atac¨® en su papel de chef sin paciencia y, cuando Saray amag¨® con explicarse, le chist¨®. ¡±Ni se te ocurra. No tienes nada que decir, absolutamente nada¡±, a?adi¨® despu¨¦s. De nuevo, Saray intent¨® explicarse torpemente. ¡°Demuestras que no eres inteligente¡±, le recrimin¨® Pepe Rodr¨ªguez. Cruz remat¨®: ¡°Te agradecer¨ªa que te quites ese delantal, que no mereces, y te vayas¡±. Eso hizo ella. Saray, aquel hito del programa, al final solo dur¨® cuatro ediciones.
Fue la escena televisiva de la semana; inicio de incontables discusiones y proclamas virales; un test de Roschard en el que cada espectador parec¨ªa haber visto algo diferente. Para algunos, era el fin de la peor concursante del programa, una freak que no hab¨ªa estado a la considerable altura de un formato centrado en la b¨²squeda de la excelencia. Otros, sin embargo, vieron a dos hombres que alardeaban de esu superioridad moral ante una mujer perteneciente a no una, sino dos comunidades marginadas socialmente: un bombardeo de normatividad sobre una veterana de batallas que ellos no pueden imaginar. Otro colectivo m¨¢s avezado asegur¨® haber visto incluso una trampa televisiva: el programa hab¨ªa seleccionado a alguien propio de un Gran Hermano, donde priman la personalidad y las miserias, para achispar un formato consistente en lo contrario, es decir, doblegarse ante normas. Todas las vertientes coinciden en que el desenlace fue inevitable e indeseable. El viernes por la tarde, Comisiones Obreras emit¨ªa un comunicado exigiendo que TVE se disculpara con Saray.
As¨ª fue el encuentro de @AbelArana con @saraygipsychef tras su eliminaci¨®n https://t.co/5KB3O2GWnE #MasterChef pic.twitter.com/7jZK9PNivI
— MasterChef (@MasterChef_es) May 8, 2020
¡°Me he equivocado¡±, explica por tel¨¦fono Macarena Rey, consejera delegada de Shine Iberia, la productora del programa y supervisora del casting. ¡°Mi intenci¨®n era meter a alguien trans para normalizar, pero no ha sido as¨ª. Lo bonito de la integraci¨®n es tratar a todo el mundo por el igual y MasterChef es un programa estupendo para dar visibilidad. Saray no lo ha utilizado. En vez de contar lo dif¨ªcil que ha sido hacer su transici¨®n, al ser de etnia gitana y con una familia conservadora, ha salido por otro lado. Por su personalidad, el esfuerzo le cuesta, y seg¨²n avanzaba el programa iba bajando los brazos. Al final mont¨® ese numerito¡±. Sobre si el tono que emplearon los jueces fue el correcto o no, aduce que es lo habitual en el programa: ¡°Lo injusto ser¨ªa no tratar a todos los concursantes por igual¡±.
La directora de casting del programa, Esther Gonz¨¢lez, explic¨® a EL PA?S hace unas semanas que cada a?o busca gente m¨¢s colorida. En cada nueva edici¨®n el formato pierde brillo y la novedad la deben aportar los concursantes. ¡°Si revisas la primera edici¨®n ahora te das cuenta de que los participantes no eran tan buenos o no habr¨ªan funcionado m¨¢s tarde¡±, dijo entonces. En esta b¨²squeda por personajes distintos, se ha tra¨ªdo a concursar a Andy, que se autodenomina ¡°pijo, presumido y amante de Tamara Falc¨®¡±; a Sonsoles, una farmac¨¦utica en silla de ruedas y a Saray. A la vez, se ha abierto la puerta a una serie de preguntas (?est¨¢ obligado todo miembro de una minor¨ªa a representar a su comunidad entera? ?es moral que un programa traiga a personas excluidas a fracasar? ?solo una persona tiene la culpa cuando todo sale mal?) que parecen haber expuesto las limitaciones de la f¨®rmula del programa.
En esa f¨®rmula, la gente acude a MasterChef a cambiar su vida -para, por ejemplo, abrir un restaurante o dar cursos de cocina-, algo tan trascendente que exige duras cr¨ªticas. La presi¨®n, los gritos de los jueces y las emociones a flor de piel nacen de esa misma semilla. Traer a alguien que no tiene esa aspiraci¨®n solo delata que est¨¢ ah¨ª por otro motivo.
¡°El formato se va agotando con los a?os, pero si pierde el buen rollo, se expone quedarse sin ese elemento de aspiraci¨®n. Y entonces pierde el sentido¡±, alerta Concepci¨®n Cascajosa, profesora de Comunicaci¨®n Audiovisual en la Universidad Carlos III de Madrid. ¡°Ser¨¢ Supervivientes en la cocina. No ser¨¢n jueces severos sino Risto Mejide. La din¨¢mica narrativa que ha mantenido al programa tantos a?os cambiar¨¢¡±.
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